La anunciada renuncia de Shinzo Abe como primer ministro de Japón abre un intrincado proceso para designar a su sucesor que está lleno de incógnitas por la carencia de un candidato claro para reemplazarlo y por el sistema que terminará usándose para elegirlo.
Abe, de 65 años, anunció el viernes que renunciará como jefe de Gobierno por razones de salud, pero su salida sólo se hará efectiva cuando sea elegido su sucesor entre las filas del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD), en un procedimiento aún por definir.
Dirigentes del PLD tuvieron una primera reunión de emergencia horas después de confirmarse el deseo de Abe de renunciar para preparar el escenario, y se encargó al secretario general del partido, Toshihiro Nikai, delinear el proceso.
Pero sus propuestas serán llevadas el próximo martes a una reunión del consejo general del PLD, cuando se decidirá no sólo cuándo se votará al líder del partido, que pasará a ser el próximo primer ministro, sino también cómo se va a hacer.
«Si hubiera suficiente tiempo debería considerarse el voto de los miembros de partido, pero queremos oír las opiniones y juzgar qué se va a hacer», afirmó Nikai en declaraciones a los periodistas tras esa primera reunión de emergencia.
En un proceso normal, el líder del PLD lo elige una asamblea integrada por los legisladores del partido, dirigentes territoriales y representantes de los militantes, que se reúnen cada tres años para nombrar al máximo dirigente de ese grupo político.
Pero en casos como el actual, existe cierto atajo por razones de urgencia y que implica seleccionar al candidato a primer ministro entre los legisladores del partido y representantes de las 47 prefecturas del país.
La primera opción, más lenta en procedimientos, es más amplia en cuanto a los apoyos políticos que se necesitan; en la segunda, en cambio, tienen más peso los legisladores.
Este último sistema fue el elegido en 2007 para designar al sucesor de Abe cuando renunció después de un año en el poder también por la colitis ulcerosa que este viernes le forzó a anunciar por segunda vez su renuncia.
Las apuestas apuntan a que este martes probablemente se decida fijar algún día de mediados de septiembre para que el PLD elija a su líder, y a partir de ahí la convocatoria de la Dieta (Parlamento) en fechas posteriores para que designe al primer ministro.
Los aspirantes a la sucesión
El núcleo de los aspirantes a la sucesión está formado dirigentes con peso en el aparato legislativo y o en sectores más amplios de representación, y entre estos últimos se encuentra el ex secretario general del PLD y exministro de Defensa Shigeru Ishiba, de 63 años
En tres ocasiones Ishiba ha intentado, sin éxito, desafiar el poder de Abe y no oculta sus intenciones de luchar de nuevo por lograr el liderazgo. «Es casi imposible no presentarme a estas elecciones», afirmó anoche Ishiba en declaraciones a la televisión.
Ishiba es uno de los que se inclinan a que la elección del PLD se realice con el sistema de más amplia representación. «El mayor beneficio de ser miembro del partido es la oportunidad de elegir al líder. Negársela sería como un acto de deslealtad», afirmó Ishiba,
La lista de aspirantes incluye también a Fumio Kishida, de 63 años, exministro de Exteriores y jefe político del PLD, uno de los pocos que en algún momento llegó a ser mencionado por Abe como posible sucesor, aunque con poco respaldo en las encuestas.
Y también está quien es la mano derecha de Abe desde 2012, el ahora jefe del Gabinete y ministro portavoz, Yoshihide Suga, de 71 años, con mucho apoyo entre los legisladores del PLD, o el ministro de Defensa y extitular de Exteriores, Taro Kono, de 56 años.
Los retos ante el desgaste de Abe
Sea quien sea, el sucesor de Abe tendrá que hacer frente a retos importantes, como la pandemia de coronavirus, que ha colocado a la economía en niveles no vistos en muchos años, y el desgaste propio de tantos años en el poder de Abe.
Una encuesta del diario Asahi dio cuenta en julio pasado de que sólo el 24 % de los japoneses creía que Abe estaba ejerciendo un liderazgo efectivo contra la COVID-19, mientras que el 66 % pensaba que estaba fallando.
Estos datos, sostiene Asahi en su editorial de hoy, «indican que la administración, que había estado obteniendo su poder político a partir de un fuerte apoyo público, había perdido totalmente el impulso».
«El proceso para seleccionar al sucesor de Abe -agrega- será una prueba crucial para el PLD, que necesita con urgencia reconstruir su credibilidad ante el público». EFE