La vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, nunca llegó a entrar legalmente en territorio español durante su escala del pasado lunes en el aeropuerto madrileño de Barajas, según aseguran tanto fuentes del Gobierno como de la policía. Rodríguez tiene prohibido el ingreso en territorio de la Unión Europea (UE) como parte de las sanciones acordadas por Bruselas contra el régimen de Nicolás Maduro por su política represiva y la ausencia de libertades democráticas en ese país.
Según fuentes policiales, el ministro José Luis Ábalos subió al avión para convencer a Rodríguez de que no abandonase el aparato, tras ser advertido de que esta pretendía bajar a tierra, lo que hubiera provocado un incidente diplomático. La mandataria venezolana insistía en descender de la aeronave, a pesar de que un comisario de policía le había comunicado que, si lo hacía, sería detenida en virtud de las sanciones europeas, según las citadas fuentes. Esta versión difiere de la de Ábalos, quien ha asegurado que acudió al aeropuerto a título privado a recibir al ministro de Turismo venezolano, Félix Plasencia, con quien mantiene una relación de amistad, y que no mantuvo ningún encuentro formal con la vicepresidenta.
La escala en Madrid de la número dos de Maduro, que procedía de Caracas y tenía como destino final Turquía, se ha situado en el centro de la polémica política en España tras conocerse que durante su estancia en el aeropuerto se vio con el ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos.
Según fuentes policiales, cuando el avión aterrizó en Barajas, la tripulación quiso bajar a tierra a descansar. En ese momento, siempre según estas fuentes, Delcy Rodríguez solicitó de manera insistente poder abandonar el avión, lo que motivó que una de las personas presentes en el aparato llamase a Ábalos para que mediase. El ministro Ábalos llegó entonces al avión junto con un comisario de policía, quien informó a la vicepresidenta venezolana de que no podía bajar y que, si lo hacía, tendría que ser detenida al tener prohibido el acceso a la UE. Rodríguez insistió de forma vehemente en entrar en la terminal de Barajas, pero, aseguran las fuentes, fue Ábalos quien calmó a la vicepresidenta venezolana, que al final desistió y se quedó en la aeronave, acompañada durante un rato por el ministro, mientras la tripulación se iba a descansar.
Los partidos de la oposición han lanzado una ofensiva parlamentaria para exigir explicaciones al ministro. Ábalos asegura que su encuentro con Rodríguez, pasada la medianoche del domingo, fue puramente casual ya que él había acudido al aeropuerto solo para recibir al ministro venezolano de Turismo, Félix Plasencia, que viajaba en el mismo avión que la vicepresidenta pero se quedó en Madrid para asistir a la feria internacional de turismo Fitur. Ábalos sostiene que su recepción a Plasencia era puramente personal, ya que ambos son amigos desde hace tiempo.
Fuentes policiales explicaron que el avión en que viajaban Rodríguez, Plasencia y otros miembros del equipo de asesores de la vicepresidenta realizó en Madrid una «escala técnica» para el descanso obligatorio de la tripulación y el repostaje del avión, de la compañía Sky Valet. Como la vicepresidenta, según las mismas fuentes, no entró en lo que legalmente se considera territorio español, la policía se limitó a «dar protección y garantizar la seguridad» de las personalidades. Fuentes del Ministerio de Exteriores difundieron la misma versión. Según el registro de actividad del avión, este aterrizó en Barajas a las 0.12 del lunes tras un viaje de casi nueve horas desde Caracas. Salió de Madrid con destino a Estambul a las 14.42.
La polémica por el encuentro de Ábalos con la número dos de Maduro se produce en vísperas de la llegada a Madrid del líder venezolano Juan Guaidó, reconocido como presidente del país por la mayoría de la comunidad internacional frente al grupo que mantiene el Gobierno. Guaidó se entrevistará este sábado con la ministra española de Exteriores, Arancha González Laya, y recibirá el homenaje de la comunidad de exiliados venezolanos, así como del Ayuntamiento y del Gobierno autónomo de Madrid, ambos en manos de una coalición entre PP y Ciudadanos. Los partidos de centroderecha han criticado al presidente del Gobierno por no recibir él mismo a Guaidó.