Miles de brasileños salen a las calles para protestar contra una debilitada Dilma

La presidente de Brasil se prepara para una nueva jornada de manifestaciones, cuando está en el pico más bajo de su popularidad, por la crisis política y económica. El gobierno convocó actos para el jueves

La oposición brasileña pretende llevar este domingo a las calles del país a millones de personas para protestar contra la presidenta Dilma Rousseff, cuya popularidad ha caído a un escaso 8% en medio de una creciente crisis política y económica.

Las manifestaciones convocadas para este domingo serán las terceras desde que Rousseff asumió el segundo mandato para el que fue reelegida en octubre de 2014 y que inició el 1 de enero pasado.

En los siete meses y medio de su nueva gestión, el apoyo a Rousseff ha caído en picada, herido por un colosal escándalo de corrupción en la estatal Petrobras, una fragmentación de su base parlamentaria y la economía al borde de una recesión.

Las protestas de este domingo pretenden repetir lo ocurrido en marzo y abril pasados, cuando la crisis política y económica todavía no era tan evidente, pero aún así cerca de dos millones de personas manifestaron en las calles su mal humor con la presidenta.


Con manifestaciones previstas en 239 ciudades, los líderes de los diferentes movimientos pretenden superar el número de protestantes registrados en las últimas protestas contra Dilma, en abril pasado.

En esa ocasión, sólo en la avenida Paulista, en San Pablo, cerca de 100 mil personas se movilizaron, segúnDatafolha.

Desde esas últimas protestas, las investigaciones en Petrobras han llegado más cerca del Gobierno y del Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenecen Rousseff y su antecesor y padrino político, Luiz Inácio Lula da Silva.

 


Entre las decenas de detenidos por ese asunto, que salpica a una veintena de grandes empresas privadas, figuran el exministro José Dirceu, «hombre fuerte» del primer mandato de Lula, así como el extesorero del PT, Joao Vaccari.

La Policía investiga si parte del dinero desviado de Petrobras, que la empresa calcula en unos 2.000 millones de dólares durante la última década, llegó a la campaña electoral de Rousseff en 2014.

La investigación abarca a medio centenar de políticos, casi todos de la base oficialista y que, según la Fiscalía, habrían amparado lo que la oposición califica de «saqueo» a la petrolera.

Entre las decenas de grupos que convocan las manifestaciones hay sectores que exigen sin pelos en la lengua el inicio de un juicio con miras a la destitución de Rousseff, lo que el Gobierno y los partidos políticos que lo apoyan califican de «maniobras golpistas».

A lo largo de esta semana, Rousseff ha participado en actos con movimientos sociales afines al Gobierno, en los que ha incorporado indirectamente esas proclamas contra un supuesto golpe.

«El Estado brasileño sólo es respetado en el mundo en la medida en que en su territorio se ejerce y respeta la soberanía popular»

«El Estado brasileño sólo es respetado en el mundo en la medida en que en su territorio se ejerce y respeta la soberanía popular«, declaró Rousseff este miércoles en un acto de graduación de nuevos diplomáticos.

La mandataria apuntó que «esa soberanía significa sumisión a la voluntad general expresada en las urnas» y que «de ella depende el cumplimiento del programa económico, social y político de cambios que la sociedad escoge cada cuatro años».

También esta semana aseguró que no permitirá «retrocesos» y que trabajará para mantener «las conquistas sociales y democráticas» del «pueblo» brasileño. En la defensa del Gobierno también ha entrado de lleno Lula, quien en los últimos días participó en diversos actos «contra el golpe», en los que ha dicho que «algunos olvidan que (Rousseff) fue reelegida en octubre».

Como respuesta a las manifestaciones de este domingo, el PT ha convocado para el próximo jueves a diversos actos en todo el país, en los que, según Lula, «el pueblo expresará su apoyo a Rousseff y la democracia».

El Gobierno, por su parte, ha dicho que las manifestaciones de este domingo comprueban la «normalidad democrática» que vive Brasil. «Observamos esos movimientos y las manifestaciones que pueda haber con naturalidad» y «respeto» frente a las críticas de la sociedad, dijo esta semana el ministro de Información, Edinho Silva, en una entrevista con Efe, en la que admitió que el país vive una «crisis política» que alimenta la «crisis económica».

Según Silva, la «tarea» del Gobierno es crear las condiciones necesarias para una rápida recuperación de la economía, lo cual depende del efecto de un polémico plan de ajuste fiscal de corte liberal promovido por el Ejecutivo.

Ese plan, sin embargo, no convence a los movimientos sociales que apoyan al Gobierno, lo cual agrava los problemas de Rousseff.

«Si es para ajustar, que se ajuste a aquellos que nunca fueron ajustados, con impuestos a las grandes fortunas y las ganancias de los bancos«, declaró en un acto de apoyo a Rousseff celebrado esta semanaGuilherme Boulos, del Movimiento Sin Techo, quien apuntó que «la única salida» debe ser «con el pueblo y por la izquierda».

Eduardo Davis para EFE