Con marcados rasgos de la Europa del Este y siempre subida en unos tacones de escándalo, Melania Trump se ha mantenido en un discreto segundo plano, mientras su marido, el magnate Donald Trump, copaba las portadas de medio mundo.
Nacida en un pequeño pueblo esloveno de apenas 5.000 habitantes, Melania Knauss -su nombre de soltera- comenzó a trabajar como maniquí con apenas 16 años, y a los 18 ya contaba con un en una agencia de Milán (Italia).
Sin embargo, por grandes que fueran sus ambiciones, aquella esbelta jovencita que paseaba por las pasarelas italianas no podía imaginar que un aspiraría, incluso, a ser la primera de Estados Unidos.
Después de varios meses en los que su esposo ha protagonizado la política estadounidense con un fuerte repunte en las encuestas para ser el próximo candidato republicano a la Presidencia, analistas y expertos han empezado a hacerse preguntas sobre Melania.
En Estados Unidos, las cualidades de la posible primera dama cuentan casi tanto como las del propio candidato a ocupar la Blanca, pero lejos de ser como hace unas décadas, cuando se buscaba un de familiar y complaciente, ahora el perfil profesional sí importa a los estadounidenses.
«¿Por qué no la vemos?», se preguntó recientemente Frank Luntz, analista conservador y experto en política, en referencia a Melania Trump durante la campaña electoral.
«Una de las razones es porque los republicanos tienen una visión tradicional del matrimonio. Y (Melania) no es la esposa tradicional», consideró Luntz.
El magnate y la exmodelo, que ahora se dedica al diseño de joyería y ropa, están casados desde 2005, tienen un hijo de nueve años en común, Barron, y se llevan casi 25 años, tiempo en el que al multimillonario le dio tiempo a contraer matrimonio hasta en dos ocasiones más.
La ausencia de Melania en los eventos públicos electorales comenzó a levantar dudas sobre su papel como posible futura primera dama, así que la pareja decidió la semana pasada conceder su primera entrevista personal, junto a su hijo, para la revista «People».
Preguntada sobre si ella y su marido siempre están de acuerdo en asuntos políticos, la esposa del magnate confesó «no estar lista todavía» para la política: «Ese es su trabajo, y yo lo estoy apoyando», sentenció.
Durante la entrevista, llevada a cabo en el gran apartamento que la familia posee en Manhattan (Nueva York), Melania, de 45 años, se estrenó respondiendo a las preguntas de los periodistas desde que su marido presentase su candidatura.
Según la revista, la exmodelo resultó tremendamente diplomática en todo momento, incluso cuando se le cuestionó sobre los polémicos comentarios de su marido sobre los inmigrantes, a quienes, en el caso de los mexicanos, llegó a calificar de «criminales y violadores».
Ciudadana naturalizada, Melania defendió el proceso que atravesó para lograr la ciudadanía estadounidense: «Pasé por un largo proceso. Ni siquiera se me pasó por la mente quedarme aquí -aseguró-. Creo que la gente debe seguir la ley».
Las preguntas sobre el papel que la eslovena podría jugar como posible esposa de un presidente estadounidense van más allá de su mera apariencia.
Estados Unidos también quiere saber cuáles serían sus cometidos y sus proyectos en tal caso, pero, de momento, cuesta dibujar el horizonte presidencial de Melania.
No obstante, en la conversación con «People», su marido tuvo una idea para ella: «sería una maravillosa representante para nuestro país y la puedo ver muy involucrada en asuntos relacionados con la salud de la mujer», dijo el magnate. Aunque no explicó por qué.
EFE