El líder de Ciudadanos no habla de un Gobierno conjunto, pero sí de evitar un nuevo bloqueo acordando con los socialistas reformas de Estado
Albert Rivera levanta el veto al PSOE. La repetición electoral ha provocado otro giro de 180 grados en la política de pactos de Ciudadanos: el líder del partido ha anunciado este sábado, en su primer mitin de precampaña, que está dispuesto a pactar también con Pedro Sánchez tras el 10 de noviembre. Rivera no ha hablado de un Gobierno conjunto, que sigue ofreciendo a Pablo Casado, líder del PP, pero por primera vez sí se abre a negociar con el PSOE, en torno a una serie de reformas de Estado, para que el país salga del bloqueo. «Me comprometo también a convencer al PSOE para que rectifique, para que vuelva adonde nunca debió de salir, al constitucionalismo. A que vuelva a sentarse con nosotros para apoyar o para liderar, dependiendo de lo que digan los españoles, estas reformas», ha anunciado Rivera ante medio millar de simpatizantes en Madrid.
Ciudadanos mantiene su apuesta por un Gobierno conjunto con el PP, pero el cambio anunciado este sábado consiste, según han explicado después fuentes de la dirección de Ciudadanos, en que si no hay números para este Ejecutivo de derechas, Rivera no bloqueará la gobernabilidad de España. Esto es, ofrecerá a Sánchez pactar su investidura, bien con una abstención condicionada, como hizo en los minutos de descuento de la investidura del líder socialista, o incluso con un voto a favor. Las mismas fuentes descartan un Gobierno de coalición con el PSOE. La oferta es permitir que Sánchez sea investido presidente, si gana las elecciones y la derecha no suma, en caso de que el líder socialista esté dispuesto a consensuar diez reformas que le planteará el líder de Ciudadanos.
Estas reformas, diez en total y de acento social, no son necesariamente condiciones, han precisado fuentes de la dirección de Ciudadanos, sino propuestas que hace el partido abiertas al acuerdo. Rivera propone un pacto de Estado para mejorar la natalidad, un pacto educativo con el inglés como lengua vehicular de la enseñanza, proteger el sistema sanitario y aprobar una tarjeta sanitaria única; un pacto nacional contra la despoblación, suprimir «privilegios» de los políticos, como los aforamientos; bajar impuestos a las familias «siempre que se pueda», pensiones «dignas, garantizadas y actualizadas», un plan general contra la precariedad en el trabajo y una reforma de la ley electoral que la haga más proporcional y ponga más trabas a los nacionalistas para tener representación en el Congreso. El líder de Ciudadanos también pide que no haya «privilegios» de algunas comunidades autónomas sobre otras, aunque no ha concretado una propuesta al respecto.
En su discurso, Rivera se ha comprometido a llamar a Casado la noche electoral, si la derecha suma, para formar un Gobierno conjunto en el plazo de un mes. Pero, si no es posible esa suma, el líder de Ciudadanos también llamará a Sánchez. «Llamaré al PSOE y a Pedro Sánchez para que nos sentemos a hablar de estas reformas. Si los españoles deciden que sea Pedro Sánchez el [presidente del] Gobierno y nos envía a la oposición, mi compromiso sigue vigente: apoyaré todas estas reformas de Estado aunque no gobernemos», ha asegurado Rivera. De esta forma, el líder de Cs ha descartado una coalición con el PSOE, pero su apoyo a estas reformas de calado implicarían pactos durante toda la legislatura con los socialistas.
El nuevo viraje de Ciudadanos llega a cinco semanas de las elecciones generales, y cuando la mayoría de las encuestas apuntan a una caída brusca en sus expectativas electorales (de tres puntos menos de intención de voto, según el promedio de EL PAÍS). Ciudadanos concurrió a las pasadas elecciones de abril con un veto a cualquier acuerdo con el PSOE que aprobó su ejecutiva por unanimidad, y que terminó en la mayor crisis interna del partido desde su expansión nacional. Tras los comicios de abril, y a pesar de que Ciudadanos y el PSOE sumaban mayoría absoluta para gobernar (180 escaños), Rivera se negó a pactar con Sánchez, lo que provocó que su dirección se fracturara y cuatro dirigentes de su ejecutiva partidarios de explorar un acuerdo con los socialistas dimitieran. Rivera aguantó durante cinco meses en el no a Sánchez hasta que en los minutos de descuento de la investidura del líder socialista ofreció una abstención condicionada, que no prosperó.
Ahora, Rivera resetea la estrategia y decide concurrir a la nueva convocatoria electoral sin un veto al PSOE. «Volvemos a ser de centro», se felicitaba una dirigente de la cúpula tras el mitin en Madrid en el que el líder ha revelado el nuevo giro. Con una vuelta a los orígenes centristas del partido y con nuevo lema se presenta Ciudadanos a las elecciones del 10 de noviembre. De inspiración macronista y con España en el centro, el lema de Rivera para la precampaña prescinde de las siglas de Ciudadanos: “España en marcha”, dice.