El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, se comprometió a que el suyo fuera el mandato de la vuelta de Cuba al organismo, un escenario que hoy en día ve lejos tras el rechazo de La Habana a su participación en un acto de la disidencia.
Almagro pensó que la reciente invitación a recoger un premio en memoria del fallecido disidente Oswaldo Payá era una oportunidad para «acercar a Cuba» los principios de la OEA, pero expertos en Latinoamérica consultados hoy por Efe consideran que, al aceptarla, dio un paso «arriesgado» que aleja la vuelta de la isla a la organización.
Su intento fallido de viajar a La Habana para recoger este miércoles un premio de la disidencia «seguramente no ayudará» a su objetivo de conseguir que Cuba se reintegre, indicó hoy a Efe Michael Shifter, director del centro de análisis político Diálogo Interamericano.
Almagro intentó «hasta el último momento» que el Gobierno cubano le permitiera viajar a la isla y le «dolieron» las «mentiras» con las que La Habana justificó su negativa, según explicó este jueves en una entrevista con Efe en Washington.
Cuba consideró la convocatoria una «grave provocación» para «generar inestabilidad interna» y acusó a Almagro de «declaraciones
y actos anticubanos», así como de redoblar «los ataques imperialistas y oligárquicos».
«Es obvio que este conflicto entre el secretario general y el Gobierno de Cuba complica mucho su reintegración en la OEA»,
señaló hoy a Efe Cynthia Arnson, directora del programa latinoamericano del centro de estudios Wilson Center.
«Cuba no está interesada en la posibilidad de ser presionada por los derechos humanos y la democracia si entra en la OEA y este conflicto con el secretario general muestra que la OEA está tomando muy en serio este tema al más alto nivel», indicó la experta.
El propio Almagro admitió este jueves que la vuelta de Cuba a la OEA, uno de los objetivos que se marcó cuando asumió el cargo en mayo de 2015, es ahora «difícil» y «puede que no pase» durante su mandato ni durante el del presidente cubano, Raúl Castro.
«Si tienen problemas en que se vaya a recibir un premio, es obvio que no están listos para regresar a la OEA», sentenció por primera vez el excanciller uruguayo.
Arnson coincide con él en que Cuba necesita cumplir una serie de «criterios» para volver a la OEA, «una organización de democracia que tiene instituciones de derechos humanos como la Comisión y la Corte».
«No creo que Cuba vaya a regresar pronto, porque no está dispuesta a aceptar la condición de abrazar los principios de la
democracia liberal y los derechos humanos», señaló la experta.
Cuba, miembro de la OEA desde su creación en 1948, fue suspendida en 1962 tras el triunfo de la Revolución liderada por Fidel Castro debido a su adhesión al marxismo-leninismo en el marco de la Guerra Fría entre el bloque capitalista encabezado por EEUU y el comunista dirigido por la Unión Soviética.
No fue hasta el mandato del chileno José Miguel Insulza en la OEA, casi medio siglo después, que el organismo continental abrió la puerta a Cuba: en 2009 se levantó la suspensión, en 2014 Insulza viajó a la isla y en 2015 el país caribeño participó por primera vez en una Cumbre de las Américas.
Esos avances, junto a la normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba iniciada en diciembre de 2014, hicieron pensar que el mandato de Almagro (2015-2020) podría ser el de una vuelta, quizás progresiva, de Cuba a la OEA.
Con su visita a La Habana, Almagro «quería empujar para ampliar los márgenes del debate» y «dar una muestra muy fuerte de apoyo al pluralismo político y a favor de los derechos civiles», opinó Arnson.
Este movimiento de Almagro «es admirable en cierto modo», consideró Shifter, pero pudo «incomodar» a algunos países de la OEA.
«Los gobiernos de la región rechazan el modelo cubano y sus violaciones de derechos humanos, pero hay poco apetito para tomar una actitud hostil, por miedo a que sea contraproducente y haga que se cierre más a hacer las muy necesarias reformas»,
apuntó.
Algunos observadores, tras conocer que Almagro pensaba viajar a la isla a recoger un premio de la disidencia, se preguntaron si
Cuba sería el nuevo frente del titular de la OEA, que en el último año y medio se ha convertido en una de las voces
internacionales más críticas con el Gobierno venezolano de Nicolás Maduro.
Pero Shifter, uno de los expertos que más conocen la OEA y la región, lo tiene claro: «Para Almagro, movilizar a los gobiernos regionales para que critiquen públicamente el historial de Cuba en derechos humanos será incluso más difícil que en el caso de Venezuela».
EFE