El nuevo presidente argentino prefiere concentrarse en la victoria y en el “cambio de época”
Mauricio Macri y los suyos estaban convencidos de que ganarían por 10 puntos y arrancarían un mandato difícil, en plena crisis económica, con un gran capital político. No fue así; ganaron por menos de tres puntos y ahora les toca gobernar con mucha más prudencia y en minoría en el Congreso y el Senado, una situación inusual en Argentina. Macri tiene que enfrentarse desde el primer día a una situación delicada de las reservas y va a tener problemas para levantar el cepo cambiario y permitir la venta de dólares, como prometió.
Macri no quiso hablar ayer en la rueda de prensa de esa escasa diferencia, que es una de las claves de las elecciones. Algunos de los suyos creen que a última hora funcionó la campaña del miedo de su rival, en especial en la periferia de Buenos Aires, el gran bastión peronista. Macri perdió en esta provincia después de que su partido lograra imponerse en la gobernación el pasado 25 de octubre, una gran sorpresa. El nuevo presidente prefiere concentrarse en la victoria, en el “cambio de época” que marca su llegada después de 12 años de kirchnerismo y en mensajes conciliadores: “Vamos a tener un buen diálogo con el peronismo. Todo lo que ha pasado en estos meses es inédito, tiene carácter de hazaña”, insistía. “El balotaje [segunda vuelta] se gana por un voto, ya lo dijimos. Este no es un país partido en dos. Una mayoría de argentinos quiere más diálogo y moderación y la vamos a tener”, remató su mano derecha, Marcos Peña. Pero ambos saben que les espera un gobierno difícil.
La alianza Cambiemos, de Macri, tendrá solo 91 de los 129 diputados necesarios para aprobar leyes y 15 de los 37 senadores requeridos a tal fin. Por tanto, deberá negociar cada ley. Además, se encontrará en las estructuras del Estado con cientos de kirchneristas, ya que se elevó la plantilla estatal en un 46%.La decisión de eliminar el cepo cambiario enfrentará a Macri con el presidente del Banco Central, el kirchnerista Alejandro Vanoli, a quien podrá destituir con un proceso bastante ágil.
Inflación y déficit
El ministro de Economía kirchnerista, Axel Kicillof, dice que el déficit será solo del 3,5% del PIB, pero los bancos más pesimistas, como Bank of America Merrill Lynch y HSBC, prevén más del 6%. La Auditoría General de la Nación, un organismo del Congreso que controla las cuentas, habla de un 7%. Macri tendrá que resolver, además, el conflicto de los fondos buitre para volver a lograr financiación internacional.
En los últimos cuatro años Argentina ha crecido tan poco que ha caído la renta per cápita, y ese es un problema grave. Y está la inflación: bancos y consultoras encuestados por FocusEconomics prevén que suba al 34,3% en 2016 por una eventual devaluación. El desempleo ha bajado al 5,9%, el menor nivel en 28 años, pero sobre la base de cerrar el mercado interno. El trabajo informal afecta al 33,1% de los empleados.
El 21,8% de los argentinos vive en la pobreza, según los técnicos de la Asociación de Trabajadores del Estado, que resistieron durante ocho años la manipulación de las estadísticas oficiales. Además, la producción industrial lleva tres años de caída consecutiva y la exportación agrícola cae por la bajada de los precios de los granos y por la tasa de cambio.
Carlos E. Cué/El País