La sombra del “fraude” se extiende a la elección de Maduro como presidente en 2013

Smartmatic, la empresa encargada del voto electrónico en Venezuela, denunció este miércoles la manipulación de los resultados de las elecciones celebradas el pasado domingo. El consejero delegado de la compañía, Antonio Múgica, aseguró desde Londres que entre el recuento anunciado por el CNE y el que registró el sistema hay una diferencia de “al menos un millón de votos”.

“Hubo manipulación de los datos en la elección de la Asamblea Constituyente”, aseguró. Smartmatic, empresa de origen venezolano y siempre cuestionada por haber crecido bajo el manto del chavismo, denunciaba así que el CNE se inventó la cifra de 8.089.320 electores. Es probable que quisiera superar los 7,68 millones de votantes que la oposición aseguró haber movilizado en su referéndum contra la Constituyente de dos semanas antes, publicó ABC. 

Pero Smartmatic, como en elecciones anteriores, daba por buenos los votos registrados por el sistema, cuando todo indica que el chavismo aprovecha especialmente las últimas horas de la jornada electoral para producir votos falsos, operando ilegalmente las máquinas de votación. Esta vez, dada la posibilidad de que Estados Unidos acabe sancionando a la compañía y de que esta se vea afectada comercialmente en otros países en los que opera por el evidente fraude, Smartmatic ha denunciado la manipulación.

Lo ha hecho tres días después, ante la reacción internacional; la empresa atribuye el retraso a haber dado tiempo para la salida del país de sus veinte técnicos y evitar represalias por parte del régimen. La emisión de millones de votos falsos ha sido confirmada en gran medida por la agencia Reuters, que asegura que hasta las 5:30 del domingo (media hora antes del cierre de los centros electorales) se habían registrado solo 3,7 millones de votos, según pudo saber de datos del propio CNE.

Como ya desveló ABC en relación a las elecciones presidenciales de 2013, también entonces se produjo una inexplicable avalancha de votos cuando llegó la hora del cierre oficial de centros. Hasta entonces las elecciones las estaba ganando el opositor Henrique Capriles, de acuerdo con el monitoreo ilegal que realizaba el PSUV, según atestiguó Leamsy Salazar, jefe de seguridad de Diosdado Cabello. Al final se proclamó vencedor a Nicolás Maduro.

Estudios posteriores han indicado que ese vuelco se produjo especialmente en centros de una y dos mesas de votación, en los que no se abren las urnas de comprobantes para verificar si el resultado se corresponde con el voto electrónico registrado. Muchos centros están además en áreas chavistas, de difícil monitoreo para la oposición.

Aunque en los últimos procesos electorales se estima que el chavismo contaba con la posibilidad de emitir un máximo de dos millones de votos falsos (colchón que fue insuficiente para el oficialismo en las parlamentarias de 2015, dada la impopularidad de Maduro), en las elecciones del domingo apenas hubo límite al fraude, ya que la oposición no participó y no hubo ningún tipo de supervisión. No hay que olvidar que, además, el Gobierno obliga a todos los funcionarios y beneficiarios de sus programas sociales a votarle.

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