La pesadilla de la familia colombiana que sufrió 4 secuestros del ELN y FARC

Ramón Cabrales, 38 años, casado y padre de dos niños, fue secuestrado en su finca, a un kilómetro de su pueblo hace 49 días. Moncho, como le llaman sus amigos, se encontraba con su padre, un pediatra muy reconocido en Ocaña, localidad grande y próspera del departamento Norte de Santander, fronterizo con Venezuela, cuando se lo llevó una cuadrilla del ELN.

Según difundió El Mundo, Moncho ocupa el cargo de Alto Consejero de la Gobernación para Ocaña y la zona del Catatumbo, dos áreas que tiene fuerte presencia de todos los grandes grupos criminales colombianos: FARC, ELN y Bacrim (bandas narcotraficantes).

El diario español difundió su historia, desconocida incluso por los propios colombianos. «Estoy retenido por el ELN. Es un secuestro político y económico», le dijo a su madre, Marlene Camacho, por teléfono.

Desde el momento de la llamada, la vida de nosotros se destruye totalmente, lo único que tengo en mi pensamiento es él. ¿Dónde está? ¿Por qué esta infamia? ¿Por qué tenemos que sufrir otra vez esto y ahora con un hijo? Es algo muy doloroso», le dice Marlene al epriódico español. «No tiene perdón de Dios acabar la vida de una familia así. Estamos aterrorizados, angustiados, no tenemos paz para nada, la vida de nosotros quedó suspendida».

Moncho es el cuarto secuestro que padece la familia. De los tres anteriores, dos terminaron con los rehenes asesinados. En febrero de 1988, las FARC secuestraron a Pedro Cabrales, tío de Moncho. Ocurrió en la misma finca y su familia pagó dos veces el rescate exigido pero nunca no le devolvieron. En junio del 91, le tocó vivir lo mismo a un hermano del fallecido, Ramón.

Moncho Cabrales y su esposa, Melissa

El problema de este último es que padecía lupus por lo que los Cabrales ofrecieron cambiarle por otro hermano, Federico… que también murió en cautiverio.

«El ELN no gana nada con el secuestro de Moncho, sólo hacer más daño, torturar a la gente», dice Marlene. «Es impresionante como quieren a mi hijo», señala Marlene. «Han hecho marchas, caravanas, en todas las iglesias hay misas, cadenas de oración, es lo único que nos ha fortalecido, esa solidaridad. Le agradecemos a Dios el respaldo de la comunidad, lo único que tiene es amigos, económicamente no tiene nada».

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