Brasil supera un nuevo umbral de víctimas de la pandemia: desde que inició la crisis sanitaria, más de 400.000 personas han perdido la vida a raíz de un contagio de Covid-19 en el país. La noticia llega en medio de una crisis política que arrincona al presidente Jair Bolsonaro por su gestión de la pandemia, una crisis política que, igual que la sanitaria, solo se agrava con el tiempo.
En poco más de un año, la pandemia de Covid-19 se ha llevado más de 400.000 vidas en Brasil. La cifra, adelantada este jueves por un consorcio de medios de comunicación del país y confirmada más tarde por el Ministerio de Salud, demuestra una vez más que la crisis sanitaria está desatada en el gigante latinoamericano.
En su último reporte, el Ministerio de Salud del país informó de otras 3.001 nuevas muertes por la enfermedad en las últimas horas, lo que eleva el total de fallecimientos desde que inició la pandemia a 401.186 muertes. El Ministerio también registró otros 69.389 nuevos contagios.
El sombrío hito de 400.000 muertes entraña además una velocidad desesperante: los últimos 100.000 fallecidos se registraron solo en 36 días. En los primeros cuatro meses de 2021, Brasil ya ha enterrado a más personas por Covid-19 que en todo 2020.
Así, el país sigue siendo el segundo con más víctimas mortales en todo el mundo, solo por detrás de Estados Unidos, y el tercero con más contagios acumulados, más de 14,5 millones, después de Estados Unidos e India.
Las últimas semanas supusieron un leve descenso en ambas cifras para Brasil, que sin embargo mantiene un ritmo de 57.000 positivos y 2.400 decesos diarios alarmante, según el promedio de la última semana. Sin embargo, el pasado 8 de abril llegó a registrar un récord de 4.249 muertes en una sola jornada.
Bolsonaro rendirá cuentas a la Justicia por su gestión de la pandemia
«Hemos alcanzado esta cifra de víctimas mortales principalmente por la incompetencia en la gestión de este Gobierno», no dudó en sentenciar el doctor Jamal Suleiman, del Instituto de Infectología Emilio Ribas. Y no es el único que piensa así: precisamente ayer el Legislativo brasileño abrió una investigación sobre las decisiones que el presidente, el ultraderechista Jair Bolsonaro, tomó frente a la pandemia.
Al inicio de la crisis sanitaria, el mandatario describió el Covid-19 como «una gripecita» y desde entonces no ha cambiado mucho su posición. Por ejemplo, ha rechazado repetidamente las restricciones más duras contra la propagación del virus.
Incluso cuando él mismo se contagió, hizo una aparición pública desde un coche, rompiendo el estricto aislamiento recomendado. En varias ocasiones, no respetó la distancia de seguridad con sus seguidores, quienes siguen su ejemplo y no tienen en cuenta las precauciones necesarias ante los contagios.
La investigación se centrará especialmente en el retraso en las compras de vacunas y en la gestión de la crisis en el estado del Amazonas, donde la pandemia golpeó especialmente duro y donde surgió una de las variantes de Covid-19 que contribuye a la rápida expansión del virus.
En las últimas semanas, Bolsonaro ha moderado ligeramente su tono respecto a la crisis sanitaria a medida que las consecuencias políticas sobre su figura van empeorando. El impacto de su gestión de la pandemia en los índices de popularidad, que han caído a bajos históricos, ponen en riesgo la reelección del presidente en los próximos comicios.
Hospitales desbordados y vacunas insuficientes
Más allá de la cifra de víctimas mortales, la pandemia en Brasil se agrava desde muchos frentes. Las unidades de cuidados intensivos de la gran mayoría de estados del país tienen una ocupación superior al 80 %; más de la mitad, de hecho, superan el 90 %, una cifra que revela un grave colapso hospitalario generalizado.
Hace unas semanas, los médicos y trabajadores de los centros de salud denunciaban la falta de implementos necesarios para los cuidados de pacientes de Covid-19, como sedantes para intubar y oxígeno.
El instituto médico Fiocruz publicó un estudio la semana pasada que evidenciaba, además, que esta nueva oleada de contagios afecta a brasileños más jóvenes que al inicio de la crisis sanitaria: las muertes aumentaron en más de un 1.000 % en la franja de edad de los 20 a los 29 años. Según la entidad sanitaria, este cambio de tendencia se podría deber al cansancio generalizado del confinamiento.
La mayoría de ciudades tienen restricciones solo parciales para frenar los contagios y en algunos casos incluso las medidas se relajaron durante los últimos días. Río de Janeiro, por ejemplo, reabrió sus playas entre semana.
El ritmo de vacunación tampoco logra frenar la expansión de la pandemia. Solo aproximadamente el 12 % de la población brasileña ha recibido una dosis de la vacuna. Además, este fin de semana el Ministerio de Salud reconoció que un 30 % de las vacunas que esperaban en Brasil entre enero y abril de este año ni siquiera han llegado.
La buena noticia es que el instituto de Sao Paulo Butantan empezó a producir un millón de dosis su propia vacuna, la Butanvac, el primer fármaco contra el Covd-19 producido en América del Sur. Sin embargo, la vacuna todavía debe superar varias fases de estudio, incluidos los ensayos en humanos.
Con información de EFE y Reuters