La historia de un amor prohibido en Auschwitz

El guardia nazi Franz Wunsch logró que la prisionera Helena Citronova y su hermana evitasen la cámara de gas. En 1972, ellas declararon a su favor en un juicio

Enamorados en el peor lugar del mundo. Pese a las restrictivas leyes alemanas, que prohibían las ‘relaciones entre arios y judíos’, el guardia de las SS Franz Wunsch logró evitar que la polaca Helena Citronova y su hermana acabasen en la cámara de gas durante la Segunda Guerra Mundial.

En una ocasión, Helena fue obligada a cantar y su voz sedujo a Wunsch, carcerlero del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, que se enamoró perdidamente de ella y, a partir de entonces, la tomó bajo su protección.
Según narró luego la propia Citronova, el soldado la miraba con dulzura, le enviaba galletas e incluso le escribía notas que decían: «Amor, estoy enamorado de ti». Citronova, según explicó el diario británico Daily Mail, recibió el cortejo con extrema frialdad, pero poco a poco llegó a enamorarse del soldado. «Con el paso del tiempo llegó un momento en el que de verdad lo amé».

La antigua prisionera, que falleció en 2005 pero cuyo testimonio ha perdurado gracias a un documental grabado por el cineasta Laurence Rees, comenzó a enamorarse luego que Wunsch lograse salvar la vida de su hermana, que había llegado al campo de concentración junto con sus dos hijos.
«Le dije que la iban a llevar a la cámara de gas. Él me preguntó su nombre y me dijo que la salvaría, aunque no pudo hacer nada por sus hijos», recordaba Citronova. «Los niños no pueden vivir aquí», dice que le respondió Wunsch, quién consiguió convencer a las autoridades del campo de que dejasen con vida a la hermana Rozinka porque podría serle útil para realizar trabajos forzados.

Cuando Helena y Rozinka tuvieron que abandonar el campo en una de las denominadas «marchas de la muerte», el SS les regaló dos pares de botas de piel y la dirección de su madre en Viena.

Las dos hermanas no volverían a verle hasta 1972, cuando el testimonio de ambas en un juicio sería clave para devolverle el favor y salvar su vida. Algo que no les resultó fácil, porque numerosos testimonios le acusaban de ser un guardián sanguinario y estar al menos en una ocasión al mando de una ejecución en una cámara de gas.

«Conocer a Helena cambió mi comportamiento. Me convirtió en otra persona», aseguró Wunsch en el juicio.

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