Todas las personas merecen una muerte digna y un entierro digno. No importa quién sea ni de dónde viene.
La muerte no tiene nacionalidad”, dice Sonia Bermúdez, que tras realizar dos viajes a un pueblo en la frontera de Colombia con Venezuela trasladó a cinco cadáveres hasta su improvisado cementerio llamado “Gente como uno”, ubicado en Riohacha. Cuatro de los cuerpos eran de venezolanos.
Bermúdez, que tiene 40 años de trabajo como forense cuenta que en los últimos años “se han disparado las muertes de las personas venezolanas -aquí- en Riohacha, en Maicao, en toda La Guajira prácticamente”.
La labor de Bermúdez va dirigida a aquellas personas desamparadas, entre ellos venezolanos, que no cuentan con familiares cercanos para reclamarlos, o con los recursos necesarios para darles sepultura.
“Los seres humanos merecemos morir dignamente, la muerte no tiene nacionalidad, todos somos iguales a la hora de morir”, contó.
De acuerdo con Bermúdez, le ha tocado atender casos de niños que han muerto por desnutrición, por complicaciones durante el tiempo de gestación donde fallece también la madre o jóvenes abatidos a manos de la violencia. Todos ellos venezolanos.
Asegura que ha enterrado a alrededor de 30 venezolanos desde finales del 2017 sin cobrar un centavo. Se traslada en su camioneta por hospitales y morgues con el fin de recuperar los cadáveres, para que así no terminen en fosas comunes, según reseñó El Nuevo Herald.
Para Bermúdez se trata de un trabajo al que ha estado acostumbrada desde pequeña, pues narró que su padre era cuidador del cementerio central de Riohacha, donde ella jugaba cuando no tenía clases.
Al llegar a la adolescencia, consiguió una prestigiosa beca para estudiar en Bogotá y convertirse en forense, profesión que practica ahora en su pueblo natal. Inició dándole sepultura a los cuerpos sin autorización, pero cuando vio que ya contaba con 40 tumbas en su cementerio ilegal, decidió persuadir a las autoridades municipales para que fuera reconocido oficialmente, objetivo que logró en el 2007.
La reconocida labor de Bermúdez llegó hasta el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que al conocer su caso, le entregó recursos para la construcción de más criptas, tras descubrir que habían morgues con cadáveres venezolanos que tenían allí cinco meses.
“Decidimos ayudar porque vemos que es un asunto urgente. Y Sonia -Bermúdez- estaba ofreciendo una solución”, dijo Federico Sersale, jefe de operaciones de ACNUR.