Era el proyecto de Joe Biden: hacer que el costo de la insulina no fuera mayor de 35 dólares mensuales para todo el mundo. El Congreso solo aprobó la regulación para los adultos mayores, pero la farmacéutica Eli Lilly decidió seguir la línea marcada por el Gobierno y reducir el precio de sus fármacos, indispensables para las personas diabéticas.
Hay 31 millones de personas sin acceso a seguro médico en Estados Unidos, un país donde este tipo de cobertura depende ampliamente del bolsillo de cada persona. También hay más de 34 millones de personas, según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades, que viven con diabetes en el país. En la intersección de ambos grupos, están los estadounidenses que no pueden permitirse comprar insulina, indispensable para tratar esta dolencia crónica.
La farmacéutica Eli Lilly decidió reducir en un 70% el precio de sus productos para «ayudar a los que tienen dificultades en atravesar el complejo sistema de salud [estadounidense], que les puede impedir acceder a insulina asequible». El costo de sus fármacos no superarán los 35 dólares mensuales, una buena noticia para los que llegaban a gastarse miles de dólares cada año para conseguir el medicamento.
Eli Lilly es una de las tres farmacéuticas que producen insulina, junto con Sanofi y Novo Nordisk. El control del mercado que eso les otorga es responsable, en gran parte, de que los precios del fármaco hayan aumentado más de un 200% entre 2007 y 2018. Sin embargo, podría provocar también que, a raíz de la reducción del costo para el bolsillo impulsado por Eli Lilly, las otras dos grandes compañías se vean obligadas a imitarla para no perder competitividad.
Al menos, así lo espera Biden: «¿Quién va a mantener los precios viejos a partir de ahora? (…) Cuando un gran operador los cambia, lo cambia todo, así que creo que hemos progresado mucho», declaró. AFP