“Te vamos a hacer llegar una sorpresita y en internet te voy a enseñar a ser serio hijueputa. Cronometra 10 minutos por reloj y te vas a dar cuenta que mi palabra si no la dejó caer malparido, te metiste con candela”. Esta es tan solo una de las amenazas que lanzaron alias la Yeya y su banda a más de 200 víctimas que dejaron regadas en diferentes regiones del país con su tenebroso modo de delinquir. A todos los extorsionaban con contenido sexual.
Por Semana
Todo empezaba como una aventura, un romance en línea, y terminó por convertirse en la peor pesadilla para más de 230 personas, entre hombres y mujeres, que ingenuamente habían creído haber encontrado con quien establecer relaciones, especialmente sexuales, con la complicidad del anonimato en la web. Pero detrás estaba la red de Las Maniáticas, todas dirigidas por alias la Yeya.
El horroroso viaje virtual para Adriana* y Carlos* comenzó en el momento en el que decidieron navegar por el oscuro, pero tentador mundo de las citas a través de páginas en internet, en donde los cuerpos torneados, tonificados y las caras bonitas se imponen. Pero nunca se sabe realmente quién está al otro lado de la pantalla.
Adriana se dejó tentar por el cuerpo y rostro bonito de un joven que vio en una página de encuentros casuales. Con palabras encantadoras se dejó convencer y cayó en el juego del sexting, que consiste en enviar imágenes o videos con contenido íntimo y sexual a otra persona.
No midió las consecuencias, y se dejó llevar por las efervescentes insinuaciones que le hacía su enamorado. Así, la inocente mujer, además de entregar su intimidad de manera virtual a un desconocido, sin darse cuenta, le dio datos personales que fueron utilizados en su contra; señala que fue su peor pesadilla. Carlos, un joven trabajador que vive en Bucaramanga y reconoce que le gusta navegar por páginas donde se ofrecen servicios eróticos y sexuales, cayó en el mismo juego.
Al igual que ella, a través de una página, conoció a quien le cambiaría la vida. Una despampanante mujer de predominantes curvas, con quien comenzó a coquetear a diario y a tener conversaciones que traspasaron la barrera de lo sexual. La mujer se fue ganando su confianza. Durante dos meses logró, de manera sigilosa y sin despertar sospechas, obtener información personal, nombres de amigos, familiares, jefes, sitios preferidos. Sabía todo de Carlos, aunque no se habían visto.
Cuando inocentemente creía haber consolidado la relación, no se imaginaba que lo peor estaría por venir: llamadas y mensajes cargados con groserías, tonos amenazantes, intimidaciones y presión psicológica, que recibía casi a diario para que pagara dinero.
La amenaza era clara, si no lo hacía, colgarían en la red y enviarían a los contactos que inocentemente había entregado todos los videos con contenido sexual que le había enviado. En estas denuncias, que fueron conocidas en exclusiva por SEMANA, se entregan detalles de la tenebrosa forma como mutó la extorsión en la era de las redes sociales y cómo ahora las personas terminan envueltas en peligrosas tramas de seducción, romance, coqueteo sexual y delincuencia, a la vuelta de un clic.
A Adriana, su enamorado la conquistó diciéndole que era un hombre de casa, que quería una familia y que estaba buscando una relación sería.
Las condiciones que ella estaba buscando en un hombre.“Yo estaba en teletrabajo por la pandemia e ingresé a varias páginas de servicios eróticos y en una de ellas me llamó la curiosidad que había un chico hermoso”, relató la joven a las autoridades. Lo que no sabía era que ese prospecto de galán, que en un principio se ganó su confianza por su comprensión y trato cariñoso, a las pocas semanas se convertiría en su peor enemigo.
Al cabo de dos meses, le reenvió una de las imágenes íntimas que le había compartido, pero en esta ocasión no estaba acompañada de palabras románticas, sino de una frase que la derrumbó y la bajó de la nube.
“Si no me pagas lo que te pido, publico todas las fotos y videos tuyos en internet”, decía el inesperado mensaje. Adriana sabía que la amenaza era seria. Presa del pánico por lo que esto le podría representar entre sus familiares, amigos y jefes si llegaban a ver las imágenes sexuales que había compartido, decidió pagar la extorsión con la ilusión de que la dejaran en paz.
Pero el pago causó el efecto contrario, su verdugo no se detuvo y continuó haciendo exigencias de dinero. No le quedó otro camino que hacer la denuncia, al verse arrinconada y sin recursos económicos.
De manera paralela, Carlos vivía una pesadilla similar. Su despampanante ‘novia virtual’ utilizó las mismas estrategias: se ganó su confianza y a los dos meses de haber intercambiado material íntimo, las llamadas y mensajes extorsivos no paraban de llegar a su celular. Al igual que Adriana, denunció en el momento en el que se quedó sin dinero.
Alias “la Yeya”
Lo que no sabían Adriana y Carlos era que, así como ellos habían caído en las trampas de estos falsos pretendientes, otras 228 personas se encontraban en su misma situación. Todos habían caído en manos de la misma red criminal, conocida como Las Maniáticas, una organización delincuencial conformada por cinco mujeres y un hombre, quienes obedecían las órdenes de Wendy Pérez, alias la Yeya, que, según el Gaula de Policía, era considera la Reina de la ciberextorsión.
El rol que jugaba dentro de la organización ilegal consistía en reclutar personal en diferentes regiones del país para que hiciera el cobro de las extorsiones que realizaban sus compinches desde cárceles de Bogotá.
Para no hacer la publicación de los videos íntimos de sus víctimas en las redes sociales, la estructura de la Yeya cobraba entre 100.000 y 6 millones de pesos. En el caso de los hombres, Las Maniáticas presionaban los pagos de diferentes formas: hacían fotomontajes en los que los acusaban de pedófilos, depravados y violadores de menores de edad. Alias la Yeya manejaba todo el emporio delictivo desde Bucaramanga. Armaba los falsos perfiles con fotos de hermosas mujeres con los que tendía la trampa en las páginas de encuentros.
Para poder llegar a la Yeya y a sus cómplices, que conformaban esta red de sextorsión virtual, los investigadores del Gaula tuvieron que recopilar información de cada una de las víctimas, vigilar decenas de páginas en internet y hasta hacerse pasar por galanes incomprendidos en búsqueda de cariño. Al final, con videos, audios, seguimientos y las denuncias, lograron convencer a una jueza de expedir órdenes de captura contra la Yeya, otras cuatro mujeres y un hombre, quienes fueron imputados por la Fiscalía por el delito de extorsión, cargo del que se tendrán que defender en juicio.
Las autoridades alertaron por el aumento que viene presentando esta modalidad de crimen cibernético en el país. El año pasado se registraron 397 denuncias y este año ya se han recibido 559. En 2021, fueron capturadas 1.729 personas y en lo que va de 2022 la cifra es de 1.976. En el caso de Las Maniáticas, las autoridades encontraron más víctimas dispuestas a presentar la denuncia, algo que es realmente difícil, y con quienes buscarán documentar ante la justicia la gravedad del daño que causó esta organización, que habría logrado recaudar más de 1.500 millones de pesos con la sextorsión, un delito que está a un clic de distancia.
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