Durante noventa minutos intensos, la vicepresidenta demócrata y el expresidente republicano chocaron con vehemencia para fijar la agenda de campaña cuando quedan 55 días para los comicios del 5 de noviembre
por Román Lejtman/Enviado especial a Filadelfia Pensilvania
Durante noventa minutos de intenso debate, Kamala Harris y Donald Trump chocaron con vehemencia al presentar sus puntos de vista sobre la situación económica, el aborto, la inmigración indocumentada, la guerra en Ucrania, la crisis en Medio Oriente y la vigencia de la constitución en Estados Unidos.
La vicepresidente demócrata y el expresidente republicano protagonizaron una batalla pública para explicitar su mirada respecto a la política doméstica y el tablero internacional con el objetivo electoral de convencer a los votantes indecisos que definirán los comicios del próximo 5 de noviembre.
Harris apoyó su discurso de campaña planteando que había que dar vuelta la página, en un crítica directa a la posición de Trump y un cuestionamiento indirecto a la gestión de Joseph Biden en la Casa Blanca. La vicepresidenta ofreció un paquete de medidas económicas que Biden no desplegó en su mandato de cuatro años.
“Esta discutiendo conmigo, no con el presidente Biden”, replicó Harris cuando su adversario republicano intentó pegar su posición a los resultados económicos que dejará Biden.
A su turno, Trump aseguró que la administración demócrata destruyó la economía de Estados Unidos por la inflación y el desempleo. El candidato republicano rechazó que estuviera analizando una baja de impuestos para los sectores más ricos y ratificó su decisión geopolítica de imponer aranceles a las importaciones de China.
“Conmigo no hubo inflación, y ellos (por Biden y Harris) pusieron la inflación más elevada de la historia”, dijo Trump al comienzo del debate.
En este tramo de la discusión pública, Trump y Harris apuntaron a idéntico objetivo electoral: dar una respuesta directa a la principal preocupación en los estadounidenses: la economía hacia adelante, en un contexto de inflación constante y una señal de enfriamiento en la creación de puestos de trabajo.
El segundo round del combate en Filadelfia giró sobre la inmigración indocumentada que creció en términos geométricos durante la gestión de Biden. Trump recordó que Harris había intentado resolver esta crisis regional con escasos resultados y a continuación desplegó una sucesión de argumentos que no tienen respaldo empírico.
“En Springfield, se están comiendo a los perros, la gente que llegó, se están comiendo a los gatos… se están comiendo a las mascotas de la gente que vive allí. Y esto es lo que está pasando en nuestro país, y es una vergüenza”, aseguró Trump.
Y añadió: “Tenemos millones de personas llegando a nuestro país desde prisiones y cárceles, desde instituciones mentales y manicomios”.
Harris se mantuvo callada y con la sonrisa congelada.
La inmigración indocumentada -junto a la economía- son los asuntos domésticos que más preocupan al electorado independiente. Ni Trump ni Harris propusieron una hoja de ruta que permita acotar el impacto que tiene la inmigración forzada en Estados Unidos. Una crisis humanitaria que se agravará por la situación institucional que padece sociedad venezolana por la dictadura de Nicolás Maduro.
La tensión en el estudio montado por la cadena CBS se multiplicó cuando ambos adversarios trataron el derecho al aborto. Harris defiende este concepto legal y la mayoría de las mujeres de hasta 45 años votará su candidatura el 5 de noviembre. Trump, en cambio, rechaza el aborto, no tiene apoyo de genero y apenas es respaldado por núcleos conservadores en el interior profundo de Estados Unidos.
El candidato republicano sostuvo que el compañero de formula de Harris, Tim Walz, apoyaba “La ejecución de un bebé después de nacer, y que el aborto en el noveno mes estaba bien”.
A centímetros de Trump, la candidata demócrata replicó cuando le tocó su turno.
“Eso no es verdad. En ningún lugar de Estados Unidos se permite un aborto para un embarazo a término, ese comentario es insultante para las mujeres”, argumento Harris.
Y completó: “Donald Trump, ciertamente, no deberían decirle a una mujer qué hacer con su cuerpo”.
A la hora exacta de debate, los periodistas de ABC News David Muir y Linsey Davis pidieron un corte publicitario, que duró apenas un par de minutos.
Sin asesores ni audiencia, Harris y Trump se prepararon para la batalla final.
Tras el corte por publicidad, los candidatos confrontaron sobre política internacional, adonde volvieron a chocar respecto a la situación en Medio Oriente, la guerra que libra Ucrania contra Rusia, el papel global de la OTAN y la relevancia geopolítica de Irán.
“Quiero que se acabe la guerra. Quiero salvar vidas que se están desperdiciando en vano. Millones de personas están siendo asesinadas. Son millones. Es mucho peor que las cifras que están obteniendo, que son falsas. Creo que lo mejor para Estados Unidos es terminar con esta guerra y negociar un acuerdo, porque tenemos que evitar que se destruyan todas estas vidas humanas”, contestó Trump cuando le preguntaron si quería que Ucrania venciera a Rusia.
Frente a la respuesta de su adversario republicano, Harris lanzó una andanada que pegó debajo de la línea de flotación.
La candidata demócrata opinó: “Si Donald Trump fuera presidente, Putin estaría sentado en Kiev ahora mismo y comprendería lo que eso significaría, porque la agenda de Putin no se limita a Ucrania. Entendería por qué los aliados europeos y nuestros aliados de la OTAN están tan agradecidos de que usted ya no sea presidente. Putin estaría sentado en Kiev con la mirada puesta en el resto de Europa, empezando por Polonia. ¿Y por qué no le dice a los 800.000 polaco-estadounidenses que hay aquí en Pensilvania lo rápido que se rendiría por un favor y por lo que usted considera una amistad con quien es conocido como un dictador que se lo comería vivo?”.
Por el sorteo que se hizo previo a la confrontación pública, Harris debía hacer su cierre antes de escuchar a Trump.
La candidata tiene una estrategia electoral que apunta a mirar hacia adelante y sellar las diferencias con los votantes republicanos que siempre ocuparon el centro del tablero. Hacia ellos se dirigió cuando el debate agonizaba.
“Seré la Presidente de todos los estadounidenses”, cerró Harris.
Trump ya sabía que se quedaba con la última frase de un debate que tuvo audiencia histórica. Y debatió con su staff que debería decir como cierre. Una frase conciliadora, o una línea que sintetizará su naturaleza política.
Al final, Trump fue fiel a sí mismo: “Kamala Harris es la peor vicepresidente de EEUU”, dijo.