Los italianos pueden desde este 26 de abril ir a bares y restaurantes con mesas al aire libre, así como a cine y teatro con medidas de distanciamiento y aforo limitado. También regresan a clase presencial casi todos los estudiantes de secundaria y de las universidades. Mientras los ciudadanos develan la nueva normalidad, las autoridades sanitarias buscan ampliar y acelerar el proceso de inmunización de la población.
A finales de abril de 2020, superado el pico de su primera ola de contagio por Covid-19, Italia, uno de los países más castigados por el virus en el mundo, iniciaba por estas fechas su primera gran desescalada con el levantamiento de varias restricciones. Entonces, la ilusión era recuperar algo de la anterior normalidad y evitar que la hecatombe económica derivara en un estallido social.
Un año después, en plena primavera en el hemisferio norte, esta imagen vuelve, pero sin que se sepa ya qué es la normalidad.
A partir de este 26 de abril, la península reinicia una apertura gradual, un mes después de que las autoridades volviesen a decretar un nuevo confinamiento parcial que se ha justificado como una medida útil para avanzar en la campaña de vacunación y para hacer frente a las nuevas variantes del virus, en particular la inglesa, la más frecuente en Italia.
Con ello, en todas las zonas del país no declaradas de riesgo por alta incidencia del virus, las denominadas “zonas rojas”, los italianos vuelven a poder tomar cafés y comer en bares y restaurantes con mesas al aire libre, así como a partir de ahora podrán disfrutar nuevamente de partidos de fútbol de amateurs, u otros deportes de contacto. Además, regresan también a sus bancos de escuela los estudiantes de los colegios secundarios, que han sido excluidos gran parte de un curso escolar que termina en un poco más de un mes, y cuya salud mental preocupa cada vez más a los psicólogos.
Así también vuelven a abrir sus puertas museos y centros culturales que, salvo cortos períodos, han permanecido cerrados desde el pasado otoño, y que ahora reabren, como en el caso de teatros y cines, con un aforo máximo permitido que no puede ser superior al 50 por ciento. Una novedad que, en Milán, provocó que los boletos para acudir a una serie de proyecciones en un pequeño cine se agotaran a las seis de la mañana de este lunes.
Más de 100.000 muertos y cuatro millones de contagios
Mucho ha pasado en 12 meses y por ello el país no afronta esta nueva etapa sin resquemores. Desde que empezó la pandemia, el Covid-19 se ha cobrado la vida de 119.539 personas y ha contagiado casi de cuatro millones de italianos, con un promedio en el último mes —con la tercera ola aún en curso— de unos 15.000 nuevos casos al día registrados por las autoridades sanitarias, según datos oficiales.
La campaña de vacunación tampoco ha ido precisamente como se esperaba. Hasta la fecha, menos del 10 por ciento de la población (unas 5,2 millones de personas) ha completado el ciclo de vacunación y alrededor del 20 por ciento ha recibido una dosis, lo que incluye también aquellos que aún aguardan las vacunas que prevén una segunda inyección.
Así las cosas, la situación está lejos de los países que han logrado estar por delante en la carrera de las vacunas y están entre los primeros por porcentaje de población ya integralmente vacunada, como Israel (57 por ciento) y Chile (32 por ciento), según datos de Our World in Data de la Universidad de Oxford.
De ahí quizá que el primer ministro italiano, Mario Draghi, dejara desde el comienzo claro que Italia sí está corriendo riesgos con esta relajación de prohibiciones, aunque estos peligros son “moderados”.
En los mismos tonos también se ha pronunciado el ministro de Salud, Roberto Speranza, quien el domingo afirmó que “ahora estamos mejor que en el pasado pero el partido aún es complicado. El Covid-19 es un enemigo insidioso”.
La decisión llega tras una semanas en las que la tensión social volvió a dispararse, con una serie de protestas de parte de los sectores más afectados por los cierres, como los comerciantes y los gastronómicos, que a su vez han sido fomentadas por una de las formaciones que han dado su apoyo al Gobierno de Draghi, la ultraderechista Liga de Matteo Salvini, junto con otro partido derechista, Hermanos de Italia, que no es parte del Ejecutivo.
Desde hace días, ambos siguen exigiendo que se levante de inmediato el toque de queda aún en vigor a partir de las 10 de la noche y hasta las 5 de la mañana. Y Salvini incluso ha lanzado el hashtag «#nocoprifuoco (no al toque de queda)”.
La Liga también ha puesto en marcha una recogida de firmas, que en menos de dos días ya sumaba este lunes unos 60.000 ciudadanos contrarios a la vigencia del toque de queda.
Con las reaperturas, comienza “una nueva fase. Y está claro que debemos ir más allá: eliminar el toque de queda es un objetivo que todos compartimos, pero cada paso tiene que ser llevado adelante con precaución”, respondió el ministro de Exteriores, Luigi di Maio, al intentar matizar la polémica.
Más duro, en cambio, ha sido el nuevo líder del Partido Democrático, Enrico Letta, quien dirigiéndose directamente a Salvini dijo: “Si (la Liga) no quiere estar en este Gobierno, que se vaya”.
Prudencia en el frente sanitario
Y es que la línea de Italia, un país en el que el turismo era una importantísima fuente de entradas para su PIB y que por la crisis ha perdido un millón de puestos de trabajo, mantiene gran cautela en el frente sanitario, muy a pesar de los operadores turísticos y de los tantos otros sectores golpeados que han hecho trepar la cifra de italianos en riesgo de pobreza a 10 millones (de 60).
Con este escenario como punto de partida, no ha sido anunciado cuándo se pondrá fin a la cuarentena obligatoria de cinco días para personas procedentes de países de la Unión Europea que entran en Italia, y el ministro Speranza firmó el domingo una nueva ordenanza que prohíbe la entrada en Italia de personas que han estado en los últimos 14 días en India, donde se acaba de detectar una nueva variante. Unas medidas que se suman a las más duras restricciones para países extraeuropeos.
Además de ello, Italia ya ha autorizado el suministro de cuatro vacunas (Pfizer/BioNtech, Moderna, AstraZeneca y Janssen de Johnson & Johnson) y continúa con ensayos para producir y utilizar otros fármacos, entre ellos la alemana Curevac y la rusa Sputnik V. Esta última está siendo testada por el hospital Spallanzani de Roma, como recientemente anunció su director Francesco Vaia.
No obstante, la primera vacuna, la Curevac, ha sido recibida con mucha expectativa aún antes de su aprobación por parte de las autoridades sanitarias europeas; algunos inmunólogos italianos incluso han dicho que podría suponer una verdadera “revolución”, como afirmó el científico Guido Forni. AFP