Teherán ha emitido este lunes una orden de arresto contra el presidente de EE.UU., Donald Trump, por el asesinato del general iraní Qassem Soleimani, quien falleció el pasado 3 de enero durante un ataque estadounidense en Irak, informa la agencia Fars News.
El fiscal de Teherán, Ali Alqasimehr, declaró que Trump, junto con otras 35 personas —a las cuales Irán acusa de estar involucradas en el citado ataque—, enfrentan «cargos de asesinato y terrorismo», recoge la agencia ISNA.
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— IRNA News Agency (@IrnaEnglish) June 29, 2020
Alqasimehr no dio el nombre de las demás personas a las que afecta la orden de arresto, aparte del inquilino de la Casa Blanca. El fiscal también subrayó que tiene la intención de hacer justicia incluso después de que Trump abandone el cargo de presidente de EE.UU.
Desde Irán asimismo informaron que solicitaron la ayuda de la Interpol para conseguir el arresto de Trump y los demás acusados.
En particular, Teherán pidió que se emitiera un «aviso rojo» para los 36 acusados, el aviso de más alto nivel emitido por la Interpol.
Por su parte, el analista internacional Rolando Dromundo opina que, con una medida tan radical como solicitar el arresto de Trump, Irán busca demostrar a EE.UU. y a la comunidad internacional que la crisis surgida tras la muerte de Soleimani no está cerrada. Y lo hace a pesar de que entiende que Washington solo reconoce a sus propios tribunales.
Respuesta de Interpol
Por su parte, la sede de la Interpol en Lyon declaró a RIA Novosti que «no considerará solicitudes de esta naturaleza».
«De acuerdo con el artículo 3 de la constitución de la Interpol, la organización tiene estrictamente prohibido realizar cualquier interferencia o actividad de naturaleza política, militar, religiosa o racial. Por lo tanto, si dichas solicitudes se envían a la secretaría general, de conformidad con las disposiciones de nuestra constitución y las normas, Interpol no considerará solicitudes de esta naturaleza», comunicó el organismo.
Asesinato de Soleimani
El entonces jefe de las Fuerzas Quds, la unidad de élite del CGRI responsable de las operaciones especiales en el extranjero, Qassem Soleimani, falleció el pasado 3 de enero durante un ataque estadounidense con misiles que tuvo lugar en la capital de Irak, Bagdad. Otra de las víctimas del bombardeo fue el jefe de las Fuerzas de Movilización Popular y comandante de la milicia Kataib Hezbolá, Abu Mahdi al Muhandis.
El Pentágono afirmó que este ataque «tenía como objetivo disuadir futuros planes de ataque iraníes» y acusó a Soleimani de «desarrollar activamente planes para atacar a los diplomáticos y miembros del servicio estadounidenses en Irak y en toda la región».
Qassem Soleimani fue una figura clave en la dirección de las acciones militares de Irán en Oriente Medio. Estaba al frente de los servicios de inteligencia iraníes y gozaba de una gran popularidad en su país gracias a sus numerosos méritos, entre los que se cuenta haber dirigido la lucha de milicias chiitas contra el Estado Islámico en Irak y Siria.
La República Islámica prometió vengar el asesinato. El pasado 8 de enero, Irán lanzó decenas de misiles balísticos de corto alcance contra la base aérea estadounidense de Al Asad, ubicada en el oeste de Irak, y contra una instalación de EE.UU. en la región kurda. En el ataque resultaron heridos varios soldados estadounidenses.
Resulta harto improbable que la ficha con la imagen de Trump se sume a las 7.304 alertas activas que recoge la web de la Interpol. La organización policial internacional ha dicho en un comunicado que su carta fundacional le prohíbe emprender “cualquier intervención o actividades de carácter político, militar, religioso o racial”. En consecuencia, si la Secretaría General recibe ese tipo de peticiones, “no las tiene en cuenta”.
Los observadores consultados ven el anuncio como una “medida propagandística para consumo interno”. Irán, que respondió al asesinato de Soleimani con el bombardeo de dos bases militares iraquíes con presencia de soldados estadounidenses, anunció en febrero que intentaba llevar el caso ante la justicia internacional. Pero también necesita un golpe de efecto ante la presión norteamericana, que no se limita a las medidas económicas.
La orden de detención iraní coincide con una campaña de EE UU para intentar extender las sanciones de la ONU que impiden a Teherán importar o exportar armamento convencional. El fin de esa prohibición el próximo 19 de octubre figura en una de las cláusulas del acuerdo nuclear firmado en 2015 y que Trump decidió abandonar hace dos años. Los iraníes disputan el derecho a revisar el pacto de un país que se ha autoexcluido del mismo y han amenazado con abandonarlo totalmente.
El representante especial de EE UU para Irán, Brian Hook, se encuentra precisamente estos días de visita en la zona para tratar el asunto con los aliados árabes. “Irán supondrá una mayor amenaza para el transporte marítimo y la navegación internacionales si se le levanta el embargo de armas”, ha declarado Hook en Riad, durante una comparecencia junto al ministro de Estado saudí para Asuntos Exteriores, Adel al Jubeir, quien se ha hecho eco de sus palabras. “El Consejo de Seguridad no puede aceptar ese resultado”, ha insistido Hook.
Sin embargo, ni dentro ni fuera del Consejo hay unanimidad al respecto. Rusia y China, que disponen de derecho de veto, ya han expresado que se oponen a extender la prohibición. Eso les pone en el bando de Irán frente a Estados Unidos.
“Es una cuestión de titulares. Washington no quiere ver un ‘Irán puede volver a comprar armas’ encabezando las noticias justo quince días antes de las elecciones presidenciales de noviembre”, interpretan fuentes diplomáticas occidentales en Teherán. “La posibilidad de que ese vencimiento modifique la realidad es mínima; Irán no va a comprar armas ni de Rusia ni de China porque tiene problemas de liquidez y además cuenta con una industria armamentística local”, añaden.
En medio del rifirrafe, la troika europea, dos de cuyos miembros (el Reino Unido y Francia) son miembros permanentes del Consejo y que también incluye a Alemania, está intentando mediar. Por lo que se ha filtrado de ese esfuerzo, los negociadores han ofrecido a Irán adelantar el vencimiento de las sanciones de la UE a la venta de armas en 2023 a cambio de que acepte una extensión del embargo de la ONU. Si Teherán aceptara unificar ambos plazos en una fecha intermedia (finales de 2021-principios de 2022) podría salvar la cara y los europeos mantendrían a flote el acuerdo nuclear que desde la salida de EE UU sobrevive con respiración asistida.