Habla una venezolana víctima de trata en Albania: ‘Me prometieron el paraíso, pero acabé en el infierno’

María es una de las más de 50 víctimas identificadas recientemente por Europol, tras el desmantelamiento de una organización “altamente estructurada”. Las víctimas, en su mayoría jóvenes latinoamericanas, eran trasladadas a Albania bajo engaño y luego obligadas a ejercer la prostitución ilegalmente. Hoy, María intenta rehacer su vida en Albania con ayuda de organizaciones humanitarias, mientras espera poder reencontrarse con sus hijos

por Versión Final

Lo que comenzó como una esperanza para sacar adelante a su familia terminó en una historia de engaño, explotación y miedo. María, una venezolana de 38 años y madre de dos hijos, viajó miles de kilómetros desde su país con la promesa de un trabajo digno en Europa. Pero al llegar a Albania, descubrió que había caído en manos de una red internacional de trata de personas.

“Me prometieron el paraíso, pero acabé en el infierno”, relató desde un apartamento en Tirana, donde una organización local brinda refugio a mujeres rescatadas del tráfico sexual.

María es una de las más de 50 víctimas identificadas recientemente por Europol, tras el desmantelamiento de una organización “altamente estructurada” que operaba entre Albania y Croacia, y que captaba mujeres de América Latina con falsas promesas laborales. En el operativo, las autoridades arrestaron a 17 presuntos miembros de la red.

Las víctimas, en su mayoría jóvenes latinoamericanas, eran trasladadas a Albania bajo engaño y luego obligadas a ejercer la prostitución ilegalmente. Muchas desconocían que esta actividad está penada en el país con hasta tres años de prisión si no se las reconoce oficialmente como víctimas de trata.

“Las amenazas, el control psicológico y la manipulación son las armas más comunes”, explicó Anila Naca, directora de una organización albanesa que asiste a mujeres explotadas. “Ya no las golpean visiblemente, porque saben que si están heridas pierden valor como mercancía”.

María recuerda que fue detenida junto a seis mujeres más apenas cinco días después de llegar al país. Pasó siete meses en un centro de detención antes de ser liberada. “No sabíamos que era ilegal. Si lo hubiéramos sabido, nunca habríamos venido”, dijo con la voz entrecortada.

Aun así, su historia refleja una realidad que se repite en Europa: la desesperación económica empuja a miles de mujeres a confiar en redes que se aprovechan de su vulnerabilidad y de la falta de información.

Hoy, María intenta rehacer su vida en Albania con ayuda de organizaciones humanitarias, mientras espera poder reencontrarse con sus hijos. Su caso es solo uno entre decenas que revelan la magnitud del tráfico de mujeres latinoamericanas hacia Europa.