Se espera que millones de guatemaltecos de todo el país vayan hoya a votar en medio de una de las mayores crisis políticas de la posguerra, marcada por escándalos de corrupción y la inconformidad de la población con un sistema político cuestionado por favorecer a grupos de poder en detrimento de la democracia.
Diario La Hora (Guatemala)
El proceso electoral que se celebrará en todo el territorio nacional es atípico debido a la crisis política que enfrenta el país, luego de que en el mes de abril, investigaciones realizadas por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y el Ministerio Público (MP), evidenciaran la participación de funcionarios de gobierno en la estructura de defraudación aduanera conocida como “La Línea”.
Esa situación, junto al señalamiento de la CICIG contra el sistema de partidos políticos, desató una ola de indignación en la ciudadanía y provocó que solicitaran el aplazamiento del proceso electoral, aunque esas voces no fueron escuchadas.
El contexto además involucró a otros actores como la Plataforma Nacional para la reforma del Estado, la Asamblea Social y Popular, activistas en derechos humanos y demás organizaciones sociales que exigían la aprobación de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP), pero éstas finalmente no se concretaron.
Las reformas solicitaban que el voto nulo fuera vinculante, la reelección acotada, la eliminación del transfuguismo, permitir la postulación de los candidatos a diputados por medio de los comités cívicos electorales, restricciones en la manera de hacer proselitismo y mejor control para evitar la propaganda anticipada.
Carlos Alvarado, rector de la Usac, ha expresado que la inconformidad, incertidumbre y la poca confianza en las autoridades de Gobierno, se trasladará a las próximas autoridades, que deberán hacer frente a una ciudadanía que urge cambios en el sistema.
Por su lado, Renzo Rosal, politólogo y analista, explicó que la situación se perfila indeseable para los ciudadanos, dada la dudosa reputación de los candidatos, lo que evidencia que los partidos son estructuras mafiosas investidas solo en nombre de “partidos políticos” y que se resisten al cambio. Asimismo, señaló que éstos siguen planteando más de lo mismo en términos de propuestas, en cuanto a que mencionan términos de transparencia y corrupción “pero lo hacen más porque está de moda, que por convicción”.
Para Helen Mack, activista en derechos humanos, muchas personas se encuentran desorientadas porque los representantes de las organizaciones políticas constituidos en el Congreso no escucharon el clamor popular, lo que motiva a que se cuestionen si votaran por lo mismo.
En tanto Christians Castillo, analista del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos (Ipnusac), aseguró que quienes voten hoy lo harán como una especie de rechazo, más que de apoyo, lo que a su criterio podría “vaciar de legitimidad a las próximas autoridades”.