Más de 120 colombianos, algunos de ellos niños, fueron capturados en redadas desde diferentes ciudades del país y deportados hasta la ciudad de Maicao (Colombia). Denunciaron maltratos y agresiones verbales por parte de la Guardia Nacional
El Gobierno deporta a colombianos sin documentos que captura durante redadas ejecutadas en distintos puntos del país, como parte de su acción para “liberar” a la zona fronteriza con Venezuela, comprobó este jueves El Estímulo en una visita a un centro de atención de migrantes en Maicao.
Los deportados arribaron a la ciudad fronteriza en cuatro grupos desde el pasado martes, expulsados por militares venezolanos desde el puesto fronterizo de Paraguachón al norte del estado Zulia, donde han sido acogidos por un grupo de atención creada por Colombia para atender estos casos.
Las autoridades contabilizan unas 125 personas deportadas por diferentes causas, desde el no poseer cédulas hasta las acusaciones de pertenecer a grupos paramilitares, explicaron cuatro de los deportados a su arribo al centro de migrantes ubicado en una pastoral del municipio Maicao.
Los deportados denunciaron ante la Cruz Roja Colombiana y el equipo de la Pastoral Social Rioacha -que cuenta con el aval de la ACNUR – que sufrieron malos tratos, insultos y hasta uno recibió golpes en su rostro por efectivos de la Guardia Nacional venezolana.
Deportado y sin hija
Rafael Villafañe llegó al centro de atención luego de ser detenido durante una redada en Catia. Tuvo que dejar a su hija y a su pareja en Caracas, la ciudad que lo ha acogido en los últimos 13 años y en donde se desempeñaba como técnico en dry wall. Su delito fue no portar un documento de identidad.
En conversación a El Estímulo, Villafañe contó que luego de su detención, fue trasladado a la sede del Saime en Caracas y posteriormente a una celda en Paraguachón.
“El trato fue malo, nos hicieron tratar como animales; sin agua comida ni ventilación. Había en una celda como unas 28 personas. Los niños los ponían aparte de nosotros, junto a sus madres. A nosotros nos daban un plato de comida para todos”, denunció.
Villafañe llegó al centro de atención hambriento al igual que otros de sus compatriotas que fueron capturados en redadas ejecutadas en Petare, Maracay y Valencia.
El grupo también denunció que la Guardia Nacional los entregó al equipo de asistencia colombiano tras cinco horas de espera dentro de un autobús. Aseguró que los militaresno querían que el grupo fuera filmado por un equipo de periodistas de la cadena RCN de Colombia que se encuentra en la línea fronteriza entre Paraguachón y Maicao.
“Nosotros tuvimos un mes en el Saime de Caracas, en donde estuvimos expuestos a todo tipo de maltratos, yo fui capturado bajo la acusación de bachaquero”, narró Elfrit Reales.
Expulsada por no tener plata
Almarrosa Sarmiento, de 41 años, tiene que retornar a la casa que abandonó hace cinco años por una inundación en la región del Atlántico (Colombia). Es su única opción que tiene luego de que fuera detenida junto a varios de sus familiares en Maracaibo sin papeles.
“Pasamos hambre”, dijo la señora, quien se desempeñaba en Venezuela como trabajadora doméstica, con el rostro marcado por la falta de sueño.
Sarmiento aseguró que la razón de su deportación a Colombia fue la falta de dinero.
“El Guardia me pidió cinco millones de bolívares y como no tenía, me deportaron”, afirmó.
“Llegaron a Venezuela por una vida mejor y se consiguen ahora con esto”
José Rodríguez, es miembro de la Pastora Social Rioacha, que coordina el centro de atención a los deportados. Explicó que la mayoría de los expulsados “llegaron a Venezuela huyendo de la violencia en Colombia, otros llegaron en búsqueda de trabajo y otros por negocios”.
Recordó que las deportaciones a colombianos “no es un fenómeno nuevo”, aunque denunció el incremento de maltratos físicos y verbales hacia ellos.
Rodríguez también se mostró alarmando por el maltrato psicológico y el “sentimiento de desprecio” que, en su opinión, expresan los militares venezolanos hacia los deportados.
“Hay un desaire de la Guardia”, añadió el activista humanitario, quien reconoció que ha aumentado la práctica de fracturar familias con las deportaciones desde Venezuela.