La vida de Mirta estuvo ligada a los polos opuestos de la política cubana de los últimos 70 años.
La vida de Mirta Díaz-Balart Gutiérrez, quien fuera primera esposa del fallecido dictador Fidel Castro y madre de su hijo mayor, estuvo estrechamente ligada a los polos opuestos de la política cubana de los últimos 70 años.
La mujer, quien falleció el sábado a la edad de 95 años en Madrid, España, estuvo casada en la década del 50 con Fidel Castro, fue la madre de Fidel Castro Díaz-Balart; pero también era tía de los congresistas republicanos Mario y Lincoln Díaz-Balart, hijos de su hermano Rafael Díaz-Balart, un destacado político cubano que se opuso fervientemente a la revolución cubana inaugurada por su exesposo.
Esta dualidad definió su compleja historia de Mirta Francisca de la Caridad Díaz-Balart Gutiérrez, nacida en La Habana el 30 de septiembre de 1928, hija de un acaudalado político cubano.
Estudiaba Filosofía en la Universidad de La Habana cuando conoció a Fidel, alumno de la Facultad de Derecho y dirigente estudiantil.
Se casaron en 1948, cuando ella tenía 20 años y él 22, a pesar de que la familia de la novia se oponía al compromiso. Sin embargo, los acaudalados padres de la joven financiaron la boda y la pareja pudo pasar la luna de miel en Miami y Nueva York.
En 1949 nació Fidel Castro Díaz-Balart «Fidelito», el único hijo de la pareja y quien se suicidó en 2018.
Sin embargo, el matrimonio Castro-Díaz-Balart no duró. Se divorciaron en 1955, cuando Fidel estaba exiliado en México.
Ella se quedó con la custodia única del niño.
Díaz-Balart contó que la separación se produjo no solo por la actividad revolucionaria de Castro, sino también por la infidelidad de su marido con la célebre aristócrata habanera Naty Revuelta.
Con ella, quien también estaba casada y se convirtió en su amante, Castro tuvo a su hija Alina Fernández.
«Pues por lo de siempre (…) Los hombres, ya se sabe», respondió Díaz-Balart al hablar sobre el tema en una entrevista del diario español El Mundo en 2016, a raíz de la muerte del dictador cubano.
«En nuestra separación nunca hubo malas palabras, rompimos civilizadamente. Yo jamás le he deseado ningún mal», dijo.
Agregó entonces que recordaba su «matrimonio con Fidel como algo lejano, pero también como una etapa muy bonita de mi juventud. Yo siempre le deseé cosas buenas».
En 1956, Mirta se casó con el abogado Emilio Núñez Blanco, proveniente de una familia leal a Fulgencio Batista e hijo de un exembajador cubano ante la ONU, Emilio Núñez Portuondo.
El reportaje del diario español El Mundo relata que cuando Fidel se enteró de la boda, hizo que le enviaran a su hijo a México con la excusa de que quería despedirse de él, por si acaso moría en sus luchas políticas. Pero una vez allí lo retuvo por la fuerza. Finalmente el mismo Núñez Portuondo rescató a Fidelito.
Tras el triunfo de la revolución, en 1968, Mirta y su esposo, para entonces padres de dos hijas, Mirta y América Silvia, partieron definitivamente hacia España, mientras Fidelito fue enviado por su padre a estudiar a la Unión Soviética.
Emilio, férreo enemigo del castrismo, colaboraba en varios periódicos de Miami. Ella, por su parte, mantuvo toda su vida un perfil discreto y jamás se mostraba en los medios ni tampoco hablaba nada de su pasado ni de su relación con Fidel.
«Nunca habló mal ni bien de Fidel, jamás habló. Incluso para quienes conocíamos su pasado, era innombrable, quizá porque quería borrar esa página de su existencia», reveló un amigo cercano a El Mundo.
En Madrid vivían dos hermanos de Mirta: Waldo, un cotizado pintor, y Rafael, un exfuncionario del gobierno de Fulgencio Batista que se opuso fervientemente a la revolución cubana y quien residía a la vez en Miami.
Mirta es tía de los congresistas republicanos Mario y Lincoln Díaz-Balart, hijos de su hermano Rafael, quien se exilió en los Estados Unidos y fundó la Unión Patriótica de Cuba, una organización anticastrista.
Lincoln Díaz-Balart sirvió en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos desde 1993 hasta 2011, y Mario Díaz-Balart ha servido en el Congreso desde 2003.
Ambos han sido firmes opositores del régimen de Castro, lo que añade una dimensión interesante a la historia familiar, considerando la conexión directa con Fidel Castro a través de su tía.
Por su parte, Fidelito y su madre siempre estuvieron muy unidos, él iba a verla a Madrid y ella también hizo ocasionales visitas a La Habana, organizadas por el propio Raúl Castro, según un artículo de El Nuevo Herald de 2020.
Según un reportaje del diario español El Confidencial, en 2006, cuando se anunció que Fidel Castro cedía el poder a su hermano Raúl por su enfermedad, ella se encontraba en La Habana. Durante su estancia allí, falleció su esposo en Madrid, quien llevaba años enfermo de Alzheimer y estaba interno en una residencia.
Dos años después, con 80 años, fue nuevamente a la Isla y estuvo junto a su hijo en la inauguración de un evento científico. En esa ocasión, madre e hijo posaron ante las cámaras por primera vez en décadas.
«Ella se veía radiante, muy contenta de estar junto a Fidelito. Es una mujer que se conserva extremadamente bien a pesar de sus años», contó una fuente a El Nuevo Herald.
Mientras estaba en Cuba en esos viajes organizados por Raúl Castro, se hospedaba en la casa de protocolo de El Laguito, y Fidel y Raul iban a la casa a compartir con ella ocasionalmente.
Mirtha Díaz-Balart fue la única mujer con la que Fidel Castro se casó por la Iglesia.
Tras conocer la muerte del dictador en 2016, declaró que estaba afectada.
«He sentido pena por su muerte, aunque esa historia ocurrió hace más de 60 años. Estos días he rezado por su alma, yo soy cristiana», dijo a El Mundo.
Tras el suicidio de su hijo Fidelito en La Habana el 2 de febrero de 2018 tras una fuerte depresión, Mirta sufrió mucho y en silencio, comentó su nieto Fidel Antonio Castro Smirnov, hijo de «Fidelito» con la ciudadana rusa Olga Smirnova, y quien este sábado confirmó en la red social X la muerte de su abuela.
Raúl Castro y el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel le enviaron ofrendas florales al velorio, que se desarrolla en Madrid.
La vida de Mirta Díaz-Balart Gutiérrez refleja una paradoja fascinante: una mujer que estuvo casada con el líder de la revolución cubana, mientras su familia se destacó en el exilio como fervientes opositores del mismo régimen. Tal dualidad evidencia la complejidad que ha supuesto la historia cubana de las últimas décadas y las divisiones que la revolución generó dentro de las propias familias.
por CIBERCUBA