Nuevos y tenebrosos detalles salieron a la luz en el juicio de David Fuller, el hombre bautizado como el «asesino del dormitorio» en Reino Unido.
El sujeto de 67 años que fue detenido en 2020, confesó el asesinato de Wendt Knell y Caroline Pierce en sus apartamentos en 1987 y decenas de vejaciones sexuales a 99 cadáveres en la morgue.
Azra Kemal tenía 24 años cuando cayó en las garras de Fuller. Según relatos de la madre de la joven, él no solo la asesinó sino que después de matarla la violó tres veces.
«Me dijeron que mi hija había sido violada en tres ocasiones en el depósito de cadáveres. ¿Qué piensa uno? ¿Cómo comprender tal cosa?», señaló Nevres Kemal.
La mujer contó que pasó dos horas en la morgue abrazando el cuerpo de su hija en forma de despedida. Sin embargo, desconocía lo que hizo David Fuller.
«Mientras acariciaba el cabello de mi hija, un hombre había gateado por toda su piel. Y ahí estoy yo besándola, abrazándola y diciendo mi última despedida. Eso es bastante terrible», relató de acuerdo a lo reseñado por Infobae.
Nevres Kemal cuestionó la forma en que Fuller fue capaz de entrar repetidamente a la morgue para violar a su hija y a otros cadáveres de mujeres y niñas sin despertar sospechas.
LOS DELITOS DE DAVID FULLER
Fuller se declaró culpable este martes de la muerte de Wendy y Caroline, las cuales se conocen como los «infames Bedsit Murders», uno de los casos de doble homicidio sin resolver más largos del Reino Unido.
Además, admitió otros 51 delitos, incluidos 44 cargos relacionados con las violaciones a las víctimas muertas.
Los cargos incluyen la penetración sexual de un cadáver, poseer una imagen pornográfica extrema que involucra interferencia sexual con un cadáver y tomar imágenes indecentes de niños.
De acuerdo con las autoridades, cuando allanaron la vivienda de David Fuller encontraron cuatro discos duros repletos con millones de imágenes sexuales y videos de «depravación inimaginable» en donde se le veía teniendo sexo con cadávares en las morgues de varios hospitales.
Según la acusación en su contra, su víctima más joven tenía nueve años, mientras que la mayor tenía 100. Los fiscales dicen que el caso «no tiene precedentes en la historia legal» y es «una pesadilla».
Pero es que la obsesión de David Fuller iba más allá. No solo violaba a sus víctimas, sino que era aficionado a investigarlas en redes sociales, aprender sobre sus vidas privadas y rastrear a sus familias.