Desde su aparición en el escenario político turco hace más de 15 años, el presidente Recep Tayyip Erdogan acumula las victorias electorales. Pero esta vez afrontará una competencia inédita en los comicios anticipados del 24 de junio.
AFP
Erdogan, que lleva desde 2003 en el poder, inicialmente como primer ministro y luego como presidente, ha adquirido con los años una fama de candidato imbatible.
Pero las próximas elecciones presidenciales y legislativas se presentan más complicadas para el presidente y su formación islamoconservadora, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), ante una oposición que ha dejado a un lado sus divisiones y ha designado a candidatos carismáticos para seducir al electorado.
Muharrem Ince, candidato del Partido Republicano del Pueblo (CHP, socialdemócrata), es uno de ellos. Este buen orador rivaliza con el presidente en los mítines en una de sus especialidades: arengar a la muchedumbre y tocar la fibra nacionalista de los votantes.
La oposición ha encontrado a otra candidata enérgica: la exministra del Interior Meral Aksener, líder del joven partido Iyi Parti, aunque Ince parece ser el principal rival de Erdogan.
Los partidos opositores sellaron, además, una alianza en el apartado legislativo de los comicios, con el objetivo de poner fin a la hegemonía del AKP en el parlamento.
– Un rival «que se defiende» –
«La oposición muestra por primera vez cierto grado de coordinación y unidad», dice Asli Aydintasbas, experto en el Consejo Europeo de Relaciones Internacionales, que opina que la oposición podría «imponerse» en el parlamento.
Según ella, el AKP «subestimó» a Ince, cuyo estilo mordaz contrasta con el del discreto líder del CHP, Kemal Kiliçdaroglu, que nunca logró hacerle sombra a Erdogan.
«Ahora Erdogan se enfrenta a alguien que se defiende, un poco como él, y la gente lo escucha», asegura.
El presidente tiene otro problema. Después de haber logrado gran parte de su popularidad gracias a la prosperidad económica alcanzada en la última década, Turquía atraviesa un momento más difícil, con una caída de la lira turca y una inflación galopante.
Erdogan «debe lidiar con un contexto económico difícil y una oposición sorprendentemente vigorosa y unificada», insiste Paul T. Levin, director del Instituto de Estudios Turcos en la universidad de Estocolmo.
Según este experto, Erdogan y el AKP podrían pagar las consecuencias del malestar creado en la sociedad turca por la presencia de cerca de 3,5 millones de refugiados sirios en el país. «La oposición saca provecho de ello», afirma.
El presidente turco, acostumbrado a los candidatos dóciles a los que superaba fácilmente, tiene con Ince a un rival duro que no duda en abordar temas sensibles como la pasada cooperación entre el AKP y el predicador Fetulá Gülen, al que Ankara atribuye la organización del fallido golpe de Estado de 2016.
– «Lucha encarnizada» –
Ince llegó incluso a afirmar que Erdogan había visitado a Gülen en su exilio estadounidense para obtener su bendición para la creación del AKP a comienzo de los años 2000, una acusación rechazada por el presidente, que presentó una denuncia contra él.
El candidato del CHP, el partido de la Turquía laica creado por el fundador de la república, Mustafa Kemal Atatürk, tampoco duda en cortejar a los votantes tradicionales de las demás formaciones, entre ellos los kurdos y los conservadores religiosos.
Tras un inicio de campaña titubeante, Erdogan aceleró en los últimos días multiplicando los mítines en todo el país, en los que critica a sus rivales y se jacta de sus logros en la presidencia.
«Una Turquía fuerte necesita un líder fuerte», proclama un cartel de campaña con su rostro.
Pero si Erdogan acaba imponiéndose el 24 de junio, o el 8 de julio en una hipotética segunda vuelta, será por un margen reducido, vaticinan algunos analistas.
Marc Pierini, del laboratorio de ideas Carnegie Europe, considera «imprudente» hacer pronósticos sobre el resultado de unas elecciones que se presentan como «una lucha encarnizada».
«Por primera vez en mucho tiempo -añade- la oposición tiene la oportunidad de ofrecer a los electores una opción radicalmente distinta».
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