Inteligente, amable y coqueta. Así describían quienes conocían bien a María Jesús Moreno Cantó, una joven nacida allá por el amanecer de los 90 en Valencia, España. Aunque en rigor aquella era una cara, la que dejaba ver entre sus conocidos. Porque detrás había una persona con un apetito sexual insaciable, manipuladora de sus amantes, y que se convirtió en una despiadada viuda negra.
Maje (30), quien supo crecer en un colegio de monjas, estar atenta a las necesidades de los pacientes como enfermera, y proyectar un futuro junto a su marido, saltó a la tapa de los diarios españoles por un crimen hace cuatro años, en agosto de 2017.
Por entonces y con apenas 26 años, diseñó un plan macabro para acabar con la vida de su esposo, el ingeniero Antonio Navarro (36). Claro está, su poder de seducción y pasión resultaron más que útiles para envolver con su telaraña a quien se mancharía sus manos, uno de sus amantes.
María Jesús Moreno Cantó en los buenos tiempos con su esposo, el ingeniero Antonio Navarro.
Pero una pieza se salió del rompecabezas que había armado. Y el final no fue el esperado. Fue declarada culpable, no como autora material, pero sí como incitadora del crimen, y condenada a 22 años de prisión.
De las Carmelitas a noches de fiesta en Valencia y Barcelona
María Jesús Moreno nació el 6 de septiembre de 1990 dentro de una familia acomodada y con fuertes convicciones religiosas de Novelda, Alicante.
Tuvo un paso por las aulas del colegio Santa María Magdalena de las Carmelitas, donde ya mostraba su perfil coqueto. Pero su poca timidez terminó por desaparecer tiempo después al conocer junto a sus amigas la vida nocturna agitada en Valencia y Barcelona.
«Nos gusta la fiesta con tíos buenos. Yo la movida con mi Antonio que en paz descanse no la quería», confesaba entre risas tras el crimen Maje a su amiga y compañera de andanzas, Rocío, en un mensaje intervenido por la policía, cita La Voz de Galicia.
Maje Moreno Cantó durante la audiencia en la que fue condenada. Foto: EFE
Enfermera con guardias como pantalla
Maje repartía sus horas de enfermera entre el Hospital de Manises y una residencia de ancianos de Torrentón.
Considerada siempre muy profesional en el plano laboral, cuentan que se mostraba dispuesta a tomar más guardias. Pero lejos estaba del altruismo, solía usar las guardias como pantalla para organizar las citas con sus amantes. Lo hizo, incluso, la noche previa al crimen de Antonio.
El Hospital de Manises, en Valencia, España. Maje usaba sus guardias de enfermería como pantalla.
Su activa vida sexual se fue descubriendo con el tiempo. Y una pista en la investigación tuvo que ver con que jamás se despegaba de su celular, y chateaba de manera frenética.
Los cuatro amantes de Maje
Maje no tenía uno sino cuatro amantes a quienes veía regularmente. Debía mantener una agenda ordenada y hacer todo tipo de peripecias para saciar su deseo. Ninguno sabía de la existencia de los otros y dos ni siquiera sabía que ella estaba casada.
Uno de estos amantes y protagonista central de esta historia de crimen es Salvador Rodríguez, un celador 20 años mayor que ella.
Salvador Rodríguez se enamoró perdidamente de Maje y cayó en su trampa.
Además, aparecen Tomás, un fisioterapeuta con el que tuvo una aventura durante casi un año; José, el publicista con quien pasó la noche previa al asesinato su pareja luego.
El cuarto amante era Sergio, un guardia urbano de Barcelona que en su declaración a la Policía la definió como «una depredadora sexual». Contó que la había conocido en un boliche y que esa misma noche tuvieron sexo tres veces seguidas en el descanso de unas escaleras y en un baños públicos. Aún no había pasado un mes del asesinato.
El «elegido» para el asesinato
María Jesús conoció a Salvador Rodríguez (47) en 2015, antes de casase con Antonio Navarro, cuando ambos trabajaban en la Casa de Salud de Valencia. Luego volvieron a coincidir, ya siendo amantes, en el Hospital de Manises.
Una de las cartas que Maje Moreno Cantó le envió a Salvador Rodríguez en la que le hacía creer lo enamorada que estaba de él.
A la luz de los hechos, Salvador aparece como «una marioneta» de Maje. Una suerte de esclavo voluntario que caída rendido ante los encantos sexuales de ella. Así lo plantearía más tarde su defensa durante el juicio.
«Allí estaba… Sonriente, con los ojos brillantes desde el control de enfermería de la tercera planta (…) Me gustaba, me atraía, ¡¡¡lo deseaba!!! (…) Su olor, su presencia, su mechita cayendo, su gorrito...», escribió Maje sobre Salvador, aunque dicen amigas que por atrás poco le interesaba.
Ante tal escenario y en medio de una confusión abrumadora, Maje convenció a Salvador de que el único obstáculo entre la felicidad plena de ellos era su esposo, a quien había conocido cuando ella tenía 21 y él 30.
Maje planeó el crimen se su esposo. El móvil económico fue una clave.
Claro está, había además móviles económicos. Antonio, el ingeniero asesinado, era titular de varios seguros de vida y accidentes cuyos cobros había insistido en gestionar su amada esposa junto a su amante.
La generosa suma de dinero que podría percibir por estas pólizas, acompañarían la herencia y la pensión de viudez, indicios tenidos en cuenta a la hora de la hipótesis policial del móvil económico en el crimen.
Cómo fue el crimen
A las 7.40 de la mañana del miércoles 16 de agosto de 2017, Antonio Navarro es asesinado cuando se disponía a subir a su Peugeot 208 blanco para dirigirse a su trabajo. Recibió seis puñaladas certeras, cuatro de ellas en el corazón.
El garaje donde Salvador Rodríguez acuchilló y mató a Navarro, esposo de su amante Maje.
Murió en el acto en aquel garaje de la calle Calamocha, en el barrio de Patraix, de la ciudad española de Valencia, Su cuerpo recién fue descubierto por un vecino cerca de las 15.30.
Todo habia sido cuidadosamente planificado. Maje le habría facilitado a Rodríguez la llave del garaje y la información sobre el horario en que su esposo llegaría.
Con la decisión ciega de quien ama locamente, Rodríguez tiempo atrás había comprado el arma, un cuchillo con una hoja de 15 centímetros de longitud. Solo restaba esperar a su víctima escondido entre otros vehículos para asesinarlo.
La camisa rota a cuchillazos de Antonio Navarro, una de las pruebas de la Policía.
Detención, confesión y cárcel
Luego de atar cabos tras las escuchas, mentiras y confesiones durante la investigación, la Policía detuvo el 10 de enero del 2018 a los dos amantes por el asesinato de Antonio Navarro.
Durante los días posteriores al crimen, Maje y Salvador mantuvieron conversaciones sin saber que la Policía había intervenido los teléfonos. Así comenzó una contraofensiva policial para descubrir cómo realmente se habían producido los hechos.
Aún hechizado por Maje, Salvador confesó el crimen y la exculpó a ella. Pero el tiempo, los días en la cárcel y su familia se encargarían de modificar su postura.
Salvador Rodríguez y su hija, quien lo convenció para que delatara a Maje Moreno Cantó.
Maje le escribió hasta 5 cartas que hizo llegar a través de otros presos. Estaba asustada y necesitaba que creyera que no había prisión que pudiera acabar con su amor.
Sin embargo, el pacto duró 10 meses. Se enteró que Maje, que no podía consigo misma, mantenía relaciones con otro recluso de la cárcel de Picassent. Y su hija terminó por convencerlo para que abriera lo ojos a una realidad evidente.
Maje Moreno Cantó y Antonio Navarro tuvieron su boda el 3 de septiembre de 2016.
Así, en noviembre de 2018 Salvador Rodríguez pidió declarar ante el juez y expuso el plan siniestro de María Jesús para librarse de su marido.
Los días de Maje en la cárcel
Como era de esperar, desde que entró el 12 de enero de 2018 en la cárcel, Maje mantuvo su perfil alto.
Siempre se mantuvo en forma yendo al gimnasio, porque tenía en claro que su belleza física podía resultar una moneda de intercambio más que apetecible.
Maje Moreno Cantó y Salvador Rodríguez pasan sus días en prisión.
Los trabajos de mantenimiento y limpieza de los diferentes módulos la llevaron a entablar una relación dentro de la prisión de Picassent con otro recluso. No podía dejar de ejercer su poder de seducción.
por Clarín