(Desde Madrid) Un Pedro Sánchez acorralado por los opositores de la derecha pero también por el líder de Podemos, que en forma reiterada le pidió definiciones que se negó a dar. Un Pablo Casado que pasó de defender la herencia de Mariano Rajoy a tomar distancia por la corrupción que le costó al PP una moción de censura que los dejó fuera del gobierno. Un Pablo Iglesias que desde el principio se mostró moderado y fue el primero en anunciar que acompañaría al PSOE a formar gobierno. Y un Albert Rivera que jugó fuerte desde el principio, sorprendiendo a sus contrincantes y buscando ocupar el centro de la escena.
Es la síntesis de un debate apasionante, el primero de las elecciones generales que se desarrollarán el próximo domingo, realizado en este caso en la sede de la RTVE, la televisión pública que hoy está dirigida por la periodista Rosa María Mateo, en una gestión fuertemente criticada por la falta de equilibrio de parte de los partidos de la oposición por la falta.
La televisión pública española dispuso 15 cámaras en el piso y 20 líneas de sonido, en una puesta que técnicamente fue impecable, y donde los equipos de los equipos de los candidatos sortearon cada tópico, hasta el orden de llegada a los estudios y la sala que a cada uno podría utilizar la preparación previa y su seguimiento.
La pregunta, ahora, es si ayudó a definir el voto del 25% de los electores que aún no definieron su voto, según las encuestas que se conocieron en la última semana. O si alguien cambió su voto al mirar la perfomance de uno u otro candidato. Quien mejor y más rápido lo definió fue el veterano periodista Pedro J. Ramírez, ex director de El Mundo y actual director del diario digital El Español: «Albert Rivera fue el que ganó el debate pero yo creo que va a ser VOX el que haga presidente a Pedro Sánchez».
Lo curioso es que Santiago Abascal no estuvo en el debate, porque la junta electoral decidió que no correspondía la participación de un partido que no tiene representación parlamentaria, una decisión que sorprendió porque en situaciones similares en el pasado, Podemos y Ciudadanos, no tuvieron impedimentos.
Rivera (40 años) picó en punta y pegando duro, como una aplanadora. «Esta casa no es suya, señor Sánchez», disparó, criticando que el PSOE se apurara en designar militantes socialistas en las empresas del estado. Claramente, salió a disputar el centro del escenario y se definió a favor de una coalición con el PP para formar gobierno, augurando que Ciudadanos sea el líder y no los populares.
Sánchez (47 años), que no quería el debate, trastabilló en su primera aparición y no supo aprovechar las ventajas de ser casi el anfitrión de la noche. Agradeció a Podemos por haber acompañado las iniciativas a favor de la justicia social y, ya al final, mencionó a Santiago Abascal y a Vox, buscando polarizar con el ese partido de ultraderecha. También buscó polemizar con Casado pidiendo un «detector de verdades», porque «son todas mentiras las que usted dice».
Casado (el más joven, con 38 años), arrancó haciendo propuestas, intentando un porte de presidente que solo pudo generar hacia al final, ya que al comienzo estaba un poco desdibujado. Propuso «la mayor revolución fiscal de la historia», prometió que si gana habrá 700 euros de ahorro de impuestos por cada contribuyente y aseguró que bajando impuestos y generando más crecimiento, «se puede generar más empleo».
Pablo iglesias (41 años) se colocó en la línea de mayor defensa del género femenino al proponer bajar el IVA a los productos de primera necesidad, entre los que detalló a los productos de higiene femenina. También criticó a Sánchez por no haber tomado las distintas propuestas de Podemos para aumentar los impuestos a los bancos y la intervención en el mercado de la vivienda.
Iglesias interpeló tres veces a Sánchez preguntándole si propondrá o no una alianza con Ciudadanos, pero el presidente no lo negó. Casado y Rivera lo aguijonearon -también en reiteradas oportunidades- sobre si daría o no el indulto a los líderes separatistas catalanes que están siendo juzgados por el Tribunal Supremo, pero tampoco Sánchez se pronunció al respecto. «No tiene sentido pronunciarse antes de que la justicia lo haga», dijo.
La grieta que divide a España está centrada en el separatismo. Para el PP y Ciudadanos, mucho más para Vox, hay peligro de fragmentación. Para el PSOE y Podemos, la unidad tiene que darse en la convivencia con los que piensan distinto: «España es grande cuando se reconoce en la diversidad».
«Trabajemos juntos para unir España en la diversidad», dijo Sánchez. Mientras Rivera le replicó que «al señor Sánchez no le importa, llegó al poder con los separatistas y volverá con ellos si lo necesita, porque solo le importa su continuidad en la Moncloa». Casado, por su lado, dijo que «los que quieren romper España tienen a Pedro Sánchez como su candidato». «Quiere indultos a cambio de escaños», volvió a replicar Rivera. Pero Sanchez insistió con su postura: «El problema de Cataluña es la convivencia, no la independencia. No va a haber ni un referéndum ni habrá independencia».
El debate entre los cuatro candidatos fue entretenido y abordó los temas de fondo, logró un alto interés de parte de la opinión pública, que superó en 9 millones de españoles y españolas frente a la pantalla.
Quizás el que mejor definió el futuro de España fue Iglesias cuando dijo que «se acabaron los gobiernos de partido único. Vamos a escenario de gobierno de coalición. Hay dos posibilidades, un bloque de izquierda o un bloque de derecha» y se adelantó a explicar que «estamos dispuestos a pesar de las desconfianzas» a compartir el gobierno con el PSOE.
El final estuvo a cargo de Sánchez, que dijo que “yo creía que Trump no iba a ganar, y ganó. Yo creía que el Brexit no se iba a producir, y se produjo. Yo creía que la derecha no se iba a unir en Andalucía, y se unieron”. Fue cuando mencionó a Abascal y Vox, el ausente de la noche. Mañana será el segundo round, en Atresmedia, un canal privado. Y el domingo, a votar.