En su último día en Quito, visitó una casa de reposo para ancianos y tuvo un encuentro con religiosos. En La Paz, presidirá una misa de bienvenida y se reunirá con Evo Morales
La primera actividad de este miércoles del Papa en Ecuador fue la visita a una casa de reposo para ancianos. Allí, el Sumo Pontífice saludó a cada una de las personas que viven en el lugar y se mostró sonriente y afectivo con todos ellos.
Al grito de «Queremos bendición«, los fieles recibieron a Francisco, quien llegó puntual al asilo y se dispuso a seguir las indicaciones de las personas encargadas del protocolo y de su seguridad.
«¿Esto es para mí?«, preguntó el Pontífice ante la comida que le acercaron. «Me voy a empachar«, bromeó cuando se retiraba del asilo. Una vez más rompió el protocolo y, antes de subir al vehículo, se corrió a saludar a los fieles que aguardaban fuera del lugar.
Reunión con el Clero
«Francisco te queremos«, gritaba la gente que esperaba al costado del camino mientras el Papa recorría con su papamóvil las calles que lo llevarían hacia el encuentro con integrantes del clero ecuatoriano y seminaristas.
Mientras avanzaba el vehículo que transportaba al Pontífice, la gente no paraba de gritarle palabras de aliento y agradecimiento por la visita a Ecuador. Por momentos era ensordecedor el grito de los miles de fieles que se acercaron para verlo de cerca.
Algunos incluso prepararon carteles, y los globos amarillos y blancos colgados de los postes de luz le dieron un gran marco de bienvenida a la visita de un papa que se vio visiblemente emocionado por el recibimiento que le regalaron.
Luego de cumplir el trayecto, el líder de la Iglesia católica mantuvo un encuentro con integrantes del clero ecuatoriano y hombres y mujeres seminaristas, quienes le agradecieron por ser una fuente de inspiración para ellos.
«Denos la receta de la alegría«, le dijo uno de los representantes de la Iglesia al Papa. En ese momento, Francisco sonrió y la gente aplaudió. «Gracias por su presencia entre nosotros. Que viva el Santo Padre«. Posteriormente, le regalaron dos pequeñas estatuas que el Pontífice recibió con mucho gusto y las agradeció especialmente.
Hacia el final del encuentro con los representantes del clero, el Papa encabezó una breve ceremonia y rezó con los seminaristas. «Enséñame a cumplir la voluntad de Dios. Enséñame a ser buena persona. A estar contigo María, con Jesús y el Espíritu Santo», comenzó Francisco. Los seminaristas también tuvieron su palabra y leyeron extractos de la Biblia.
«Les pido que no caigan en el Alzheimer espiritual», dijo el Papa a los seminaristas
«En estos dos días que tuve contacto con ustedes, noté que había algo raro: todos los lugares donde voy siempre el recibimiento es alegre, cordial, piadoso, en todos lados. Esta mañana se me impuso aquella consagración del Espíritu Santo. Todo lo que tienen ustedes de riqueza espiritual viene de haber tenido la valentía de consagrar la nación en el corazón de Cristo», señaló el Papa.
Y agregó: «Seguro que son pecadores, yo también. Pero el Señor perdona todo. La consagración a María es un hito en el pueblo de Ecuador. Hoy tengo que hablarles a los seminaristas y religiosos y decirles algo: tengo un discurso preparado pero no tengo ganas de leer. Así que se lo doy al presidente de la Conferencia religiosa para que lo haga público después». Luego de esas palabras, la gente estalló de risa y el clima festivo se sintió más que nunca.
«Todo es gratis. Somos objeto de gratuidad de Dios. Si olvidamos esto, lentamente nos vamos haciendo importantes. Y ahí nos vamos apartando que esto que es la base, de lo que María nunca se apartó: la gratuidad de Dios«, subrayó.
«Les pido que no caigan en el Alzheimer espiritual. No pierdan la memoria, sobre todo la memoria de donde me sacaron», les dijo a los seminaristas.
El tango «Por una cabeza» cerró el acto del pontífice argentino ante los seminaristas ecuatorianos.
El de este miércoles no es un día más en el recorrido del Papa por Sudamérica porque realiza actividades en dos de los tres países de la gira.
Francisco se despide de Ecuador con todos los honores: la visita a una casa de reposo para ancianos y un encuentro con el clero, religiosos y seminaristas formaron parte de su agenda. Antes de abandonar el país, encabezará una ceremonia de despedida en la que los miles de fieles podrán rezar por última vez con el hombre más importante de la Iglesia católica.
«Para mí y para el Papa, la participación popular es el aspecto más impresionante«, expresó el vocero del Vaticano, Federico Lombardi, como resumen de estos días de viaje en Ecuador.
Lombardi resaltó cómo en estos días fueron millones y millones las personas que acudieron a las misas y que se agolparon en las calles para ver pasar al Pontífice. Prueba de ello fue que, de nuevo, Francisco salió a la puerta de la nunciatura a saludar a las miles de personas que por tercera vez lo llamaron para que les impartiese una bendición.
«No se les ocurra pasar la noche aquí«, les dijo Jorge Bergoglio, que rezó con ellos, les impartió la bendición y los invitó a irse a dormir «y soñar con los angelitos«.
El portavoz vaticano también quiso contestar las numerosas preguntas que le han llegado sobre protestas que en estos días se han vivido en algunos momentos de las manifestaciones públicas contra el presidente del país, Rafael Correa.
Francisco, dijo Lombardi, ha quedado «en un nivel superior» a estas propuestas «enviando un mensaje de amor y unidad al pueblo ecuatoriano«. El Papa ha querido dar «una contribución muy positiva, de esperanza, pero sin negar los problemas que pueden existir«, agregó el vocero.
Otro de los aspectos de esta etapa del periplo latinoamericano fue «el formidable estado de salud del Papa«, como reconoció Lombardi y del que este martes dio prueba en una jornada dura que comenzó con la misa en el parque del Bicentenario, ante más de un millón de personas.
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