El Papa Francisco inició este domingo 24 de julio una tensa visita oficial de seis días a Canadá, con el objetivo principal de disculparse con los pueblos indígenas por los abusos de los misioneros en internados cristianos, entre el siglo XIX y la década de 1970, considerado un genocidio cultural.
Como un «viaje penitencial» describió el papa Francisco su visita oficial a Canadá.
En mayo de 2021 hallaron los restos de 215 niños en tumbas sin marcar en la Columbia Británica, en Canadá. En junio, encontraron otros 751 enterramientos sin identificar en la provincia de Saskatchewan. Y unos días después, 182 más cerca de la ciudad de Cranbrook.
Las 1.148 tumbas en total tienen algo en común: estaban en el sitio o cerca de donde funcionaron internados gubernamentales y operados por la Iglesia católica para niños indígenas en el país.
Entre 1883 y 1996, más de 150.000 menores indígenas fueron separados de sus familias y enviados forzosamente a colegios de ese tipo, donde sufrieron abusos físicos, sexuales y enfermedades.
Los recientes hallazgos causaron indignación alrededor del mundo, pero no todos se asombraron en Canadá.
El máximo representante de la Iglesia católica, que permanecerá en el país durante seis días, desde este domingo 24 de julio, tiene como objeivo pedir disculpas a los pueblos indígenas por los abusos que sufrieron por parte de religiosos en los internados entre el siglo XIX y la década de 1970, en los llamados procesos de «asimilación».
Se trata de un paso clave en los esfuerzos del Vaticano para reconciliarse con las comunidades nativas de América del Norte y ayudarlas a sanar traumas que se extendieron por generaciones.
«Este es un viaje penitencial, lo hacemos con este espíritu», afirmó Francisco, durante el trayecto a bordo del avión papal, antes de ser recibido en el aeropuerto de Edmonton, Alberta, por el primer ministro canadiense Justin Trudeau y Mary May Simon, la primera gobernadora general indígena de la nación, del pueblo inuit.
El papa ha dado prioridad a los encuentros con los pueblos aborígenes, sostendrá al menos cinco reuniones con ellos, mientras que las conversaciones con las autoridades del país están programadas hasta el miércoles 27 de julio, en Quebec.
No obstante, los grupos indígenas buscan más que solo palabras en momentos en que presionan para acceder a los archivos de la Iglesia con el fin de conocer el destino de los niños enviados a los internados y que nunca regresaron a sus hogares.
Asimismo, exigen justicia y castigos para los abusadores, reparaciones económicas y la devolución de las reliquias indígenas que se encuentran en poder de los Museos Vaticanos.
“Esta disculpa valida nuestras experiencias y crea una oportunidad para que la iglesia repare las relaciones con los pueblos indígenas de todo el mundo (…) Pero esto no termina aquí, hay mucho por hacer. Es un comienzo”, sostuvo el Gran Jefe George Arcand Jr., de la Confederación del Tratado Seis.
El Gobierno canadiense ha admitido que los abusos físicos y sexuales proliferaron en las escuelas cristianas financiadas por el Estado, que operaron desde el siglo XIX hasta la década de 1970.
Alrededor de 150.000 niños indígenas fueron separados de sus familias y obligados a asistir en un esfuerzo por aislarlos de la influencia de sus hogares, lenguas y culturas nativas y “adaptarlos” a la sociedad cristiana de Canadá.
La Comisión de la Verdad y la Reconciliación del país, en 2015, pidió que se entregara una disculpa papal en suelo canadiense, pero fue solo hasta 2021, después del hallazgo de los restos de alrededor de 200 niños en la antigua escuela residencial Kamloops, en Columbia Británica, que el Vaticano se movilizó para cumplir con la solicitud.
“Honestamente, creo que si no fuera por el descubrimiento y toda la atención que se puso sobre los clérigos o la Iglesia Católica, no creo que nada de esto hubiera sucedido”, aseguró Raymond Frogner, archivista principal en el Centro Nacional para la Verdad y la Reconciliación, que sirve como un recurso para la investigación de lo ocurrido en esas escuelas católicas.
Esta visita también representa una prueba para la salud del papa, quien tuvo que cancelar un viaje a República Democrática del Congo y Sudán del Sur a principios de julio debido a un problema en la rodilla que le ha obligado recientemente a utilizar una silla de ruedas y un bastón.
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