El Nobel de Economía distinguió este lunes las mejoras en la teoría de subastas y la invención de nuevos formatos de licitaciones realizados por los estadounidenses Paul R. Milgrom y Robert B. Wilson.
La Real Academia de las Ciencias sueca resaltó que los dos investigadores de la Universidad de Stanford (EE.UU.) no solo han clarificado el funcionamiento de las subastas y el comportamiento de los pujadores, usando sus descubrimientos teóricos para elaborar nuevas regulaciones para la venta de bienes y servicios.
«Sus hallazgos han beneficiado a vendedores, compradores y a contribuyentes de todo el mundo», señala el fallo.
Las subastas afectan a las personas a cualquier nivel, recuerda el jurado: desde la recogida de basuras al precio de la electricidad o las frecuencias de las compañías de telefonía móvil se rigen por procedimientos de ese tipo.
El resultado de una subasta o licitación depende de tres factores: su formato o reglas, el objeto subastado y la incertidumbre acerca de qué sabe el resto de postores sobre este.
La dificultad del análisis de esos procesos radica en que la mejor estrategia de un postor depende de cómo cree que los otros pujarán en la subasta.
En varios estudios en las décadas de 1960 y 1970, Wilson elaboró una teoría de subasta de objetos con un valor común, mostrando cómo postores racionales tienden a colocar ofertas por debajo de su mejor estimación: están preocupados por la «maldición» del ganador, por pagar demasiado y perder.
Wilson mostró también que a mayor incertidumbre, más precaución de los postores y precio final más bajo, y que los problemas provocados por esa «maldición» son más grandes cuando unos pujadores tienen mejor información que otros.
Milgrom formuló en la década de 1980 una teoría más general de las subastas que no solo permite valores comunes, sino también valores privados que varían de uno a otro postor, y demostró que un formato dará al vendedor un ingreso mayor cuando los pujadores aprendan más sobre los valores estimados de los otros durante el concurso.
Ambos investigadores crearon posteriormente nuevos formatos para licitar de forma simultánea objetos más complejos, pensando en un vendedor motivado más por el beneficio social que por el beneficio máximo.
Las autoridades estadounidenses utilizaron por primera vez en 1994 uno de esos formatos para vender frecuencias de radio a operadores de telecomunicaciones, un ejemplo exitoso que luego han seguido muchos otros países, entre los que el Comité Nobel nombra a India, Canadá, Noruega, Polonia, España, Reino Unido, Suecia y Alemania.
Ese formato ha sido usado también en otros contextos como la venta de electricidad y gas natural.
Milgrom y Wilson suceden en el palmarés del premio a Esther Duflot, Michael Kremer y Abhijit Banerjee, tres expertos en el campo del desarrollo galardonados en 2019 por sus estudios sobre pobreza con un enfoque experimental.
Los dos economistas estadounidenses se repartirán los 10 millones de coronas suecas (unos 950.000 euros, 1,1 millones de dólares) con que está dotado el premio de Economía, al igual que el resto de Nobel.
Wilson (Geneva, Nebraska, 1937) estudió Matemáticas en Harvard e hizo una maestría y un doctorado en empresariales; su carrera como profesor comenzó en Berkeley y siguió en Stanford, donde coincidió con Milgrom.
Once años más joven que su colega, Milgrom (Detroit, Michigan) también estudió Matemáticas, en la Universidad de Michigan, y luego se doctoró en Economía en Stanford, donde es profesor desde 1987.
Wilson es considerado como uno de los primeros economistas en utilizar la teoría de juegos para analizar situaciones de mercado en las que los actores no cuentan con el mismo grado de información.
Ambos han ganado el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA: Milgrom en 2013, Wilson en 2016.
Con el premio de Economía se cierra la ronda de ganadores de los Nobel de este año, que se han presentado en formato reducido por la pandemia de coronavirus, al igual que ocurrirá con la ceremonia de entrega dentro de dos meses.
EFE