El niño de tres años que cruzó solo la frontera de México a EE UU

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EL martees 23 en la madrugada, agentes de la Patrulla Fronteriza de la estación Fort Brown, en el sur de Texas, Estados Unidos, encontraron a un menor de edad en un maizal. Su nombre y unos números de teléfono estaban escritos en sus zapatos. Parece que el niño, según agentes, había estado con un grupo más extenso de migrantes que huyeron cuando se acercó la patrulla fronteriza.

Ese niño que cruzó la frontera no era una excepción: más de 8.900 menores solos fueron detenidos por la patrulla fronteriza solamente en marzo, casi el doble de la cantidad de detenidos en octubre de 2018.

Muchos de ellos eran adolescentes, pero desde hace años, entre quienes hacen el trayecto por la frontera suroeste de Estados Unidos sin la compañía de sus padres u otros familiares también hay niños menores de 12 años que muchas veces viajan en grupos de desconocidos. Es una saga compleja, desgarradora y perturbadora en la que niños muy pequeños –de 3, 4 o 5 años– pasan de un grupo de migrantes a otro durante días y a menudo son abandonados en los desiertos de Arizona o entre la maleza del sur de Texas.

Al igual que el menor encontrado esta semana en Brownsville, Texas, los niños suelen llevar los teléfonos de familiares que ya se encuentran en Estados Unidos escritos en su ropa o en pedazos de papel que llevan en los bolsillos.

“Estos casos suelen ser angustiosos por lo pequeño que son los niños y porque normalmente están muy confundidos y atemorizados”, dijo Lindsay Toczylowski, directora ejecutiva del Immigrant Defenders Law Center, grupo en Los Ángeles que provee servicios legales a menores sin compañía.

El modo en que los niños terminan solos en un ambiente tan caótico como la frontera suroeste sigue un patrón conocido. Los padres huyen de la pobreza y la violencia en países como Honduras, Guatemala y El Salvador. Dejan a uno o más de sus hijos atrás, con familiares. Después, cuando están asentados en Estados Unidos, los padres coordinan para que sus niños puedan alcanzarlos; muchas veces hacen el viaje con algún familiar o con desconocidos. Después de cruzar la frontera hacia Estados Unidos, los niños tienden a ser botados y abandonados por los contrabandistas y “coyotes”, o por otros migrantes que creen que los menores de edad van a ser rescatados por la patrulla fronteriza.

Es una apuesta tremenda: a lo largo de los años, varios agentes han llegado justo a tiempo para salvarles la vida a los niños.

Casos

Una tarde de junio pasado en la frontera de Arizona, agentes de la patrulla encontraron a un niño de 6 años en un camino fronterizo justo cuando la temperatura ascendía a más de 38 centígrados. El menor abandonado era de Costa Rica y les dijo a los agentes que su tío lo había dejado y que le había dicho que la patrulla fronteriza lo iba a recoger. El niño comentó que iba camino a reunirse con su madre en Estados Unidos.

En julio de 2018, los agentes en el sector del sector del Valle del río Grande se toparon con un niño de 8 años de edad que iba solo por un camino cercano al río. Los agentes solo supieron su nombre y edad cuando lo procesaron, pues hablaba un dialecto regional que no conocían.

“Nos han llegado menores de 3 y 4 años de edad que son abandonados por los contrabandistas y todos los demás y que los dejan para que se las arreglen solos”, dijo Jorge González, agente a cargo de la estación de Brownsville y quien ha trabajado durante 19 años en la patrulla fronteriza.

Una de las organizaciones que ayuda a trasladar a los niños a hogares de acogida temporal indicó que la mayoría de sus casos ahora involucran a niños de 5 años o menos.

González y otros oficiales dijeron que los niños no acompañados por padres o familiares a veces son infantes o bebés. En las últimas semanas había varios niños y niñas muy pequeños en la oficina centralizada de procesamiento de la patrulla fronteriza: todos habían cruzado la frontera sin familia y fueron detenidos como parte de grupos migrantes más grandes. La expectativa era que pudieran ser reunidos con familiares que ya vivan en Estados Unidos.

“Lo hemos visto muchas veces”, dijo González. “Es un niño que no le pertenece realmente a nadie, no está con nadie del grupo y está por ser llevado con padres que ya se trasladaron a Estados Unidos”.

Uno de los casos es de una niña de 2 años de edad que fue hallada con un grupo de migrantes en noviembre pasado en el norte de la frontera, cerca de Campo, California. No tenía vínculos con nadie en el grupo y la estaban llevando en un portabebés improvisado con tela que sostenía un chico de 17 años de edad.

La niña había estado viajando con su madre, pero ella se agotó y les pidió a los demás migrantes que alguien la ayudara a cargar a la menor. El joven de 17 se ofreció, pero el grupo quedó separado y el joven no pudo ubicar a la madre de la bebé. Cuando cruzó hacia Estados Unidos, aún cargándola, seguía sin saber dónde estaría la madre, de acuerdo con la patrulla fronteriza. Después de que el joven y la menor fueron detenidos, la niña fue puesta en custodia, mientras los oficiales buscaban cómo reunirla con su madre.

Escondido en un maizal

Los funcionarios federales intentaban hacer lo mismo con el niño de 3 años encontrado en un maizal por Brownsville el miércoles. En imágenes publicadas en redes por la agencia que supervisa a la patrulla fronteriza, el menor aparece dentro de las oficinas viendo dibujos animados en la computadora de un agente. El niño es de México, pero no habla suficientemente bien como para darse a entender.

Después de que los agentes lo encontraron en el campo lo llevaron a un hospital donde se encontró que estaba en buenas condiciones y fue devuelto a la patrulla fronteriza.

En la estación de Fort Brown, los intentos de los agentes para contactar a la familia del niño no rindieron fruto. Un agente le compró algo de ropa antes de que lo transfirieran al centro de procesamiento principal ubicado en McAllen. El miércoles seguía ahí, bajo el cuidado de trabajadores contratados asignados al centro, dijeron los funcionarios.

Desafío

El cuidado de los niños que llegan a Estados Unidos sin compañía de adultos es un reto para oficiales federales y las empresas a las que contratan para cuidarlos después del arresto. Si los niños son demasiado pequeños es particularmente difícil comunicarles información. Muchos de ellos se portan mal o se retraen por completo, debido a la confusión y frustración de no entender qué les está pasando.

“Hay niños de 10 años o menos que llegan solos”, dijo Anthony Enríquez, director del programa para menores no acompañados de Servicios de Inmigrantes y Refugiados de Caridades Católicas en Nueva York, red que asesora y trabaja con más de 700 menores no acompañados que están en proceso de ser deportados. “En algunos casos llegan acompañados de un hermano más grande o en un grupo. Nos hemos encontrado niños tan pequeños que ni siquiera pueden expresar qué necesitan o quieren. Cuando estás en una situación que involucra a un menor que aún no puede verbalizar y no tiene la capacidad de comprender la situación para tomar una decisión informada, se vuelve un dilema ético”.

Estos niños dejan claro la desesperación de quienes buscan migrar hacia Estados Unidos. Muchas de las familias que buscan el traslado para sus hijos no comprenden o desconocen los peligros del trayecto al que están sometiendo a los menores. Los niños y las niñas enfrentan el riesgo de violación, explotación sexual o abuso por parte de los “coyotes”, así como de enfermarse gravemente, morir por el calor, el frío o la deshidratación en el terreno inhóspito y vasto de la frontera suroeste. Se desconoce cuántos casos de niños tan pequeños que viajan solos terminan en tragedia.

En 2014, una niña de 12 años de edad salió de Ecuador para reunirse con sus padres en el Bronx, en Nueva York. Nunca llegó. La menor Noemí Álvarez Quillay fue abusada sexualmente por contrabandistas en la frontera, en Ciudad Juárez, México. Unos días después –el 11 de marzo de 2014–, cuando aún estaba en México, Noemí se suicidó al colgarse desde la barandilla de la ducha. Una investigación conjunta en la frontera, que incluyó a agencias policiales estadounidenses, resultó en la imputación en México de más de 40 personas involucradas en el contrabando de personas y en casos de abuso contra Noemí y otras mujeres y menores de edad.

“Creo que la desesperación es parte de esto”, dijo González, el agente en el sur de Texas sobre la decisión de intentar cruzar así a los niños. “Supongo que las situaciones en las que residen determinan cómo intentan prácticamente de todo para tener a su familia en casa de nuevo. Creo que es la condición humana: todos quieren estar con su familia y están dispuestos a hacer lo que sea para lograrlo”.