El primer ministro francés, Jean Castex, considera que hay que ser prudente ante la perspectiva de las vacunas contra el coronavirus y dice temer cuando lleguen las reticencias de la población, que podrían poner en peligro el objetivo de una inmunidad colectiva.
«Mi temor es que los franceses no se vacunen lo suficiente», señala Castex en una entrevista publicada este sábado por «Le Monde», en la que insiste en que hay que acostumbrarse a convivir a largo plazo con el virus.
Tras su inquietud está, entre otras cosas, una encuesta publicada por el instituto demoscópico Ispsos -realizada en una quincena de países en la primera mitad de octubre- que pone en evidencia la baja disposición de los franceses a vacunarse cuando exista esa posibilidad.
Un 21 % de los franceses dijeron que no estaban en absoluto de acuerdo con la idea de vacunarse y un 25 % adicional que tampoco estaban de acuerdo, porcentajes más altos que en otros países analizados en el estudio.
El pasado martes, el líder de los ecologistas franceses, el eurodiputado Yannick Jadot, abrió el debate sobre la conveniencia de que la vacunación fuera obligatoria al declararse a favor.
Lo hizo en nombre de la seguridad colectiva y para evitar una situación como la actual, en la que Francia ha tenido que establecer un segundo confinamiento domiciliario para contener la escalada de contagios y las hospitalizaciones y muertes que vienen a continuación.
El Gobierno se muestra poco entusiasta con la obligatoriedad de vacunarse y hasta ahora su posición manifestada públicamente es que esa cuestión en este momento no se plantea.
Otros responsables políticos también han dado su opinión. La líder de la extrema derecha, Marine Le Pen, estimó que es una cuestión de responsabilidad personal, mientras que el presidente del grupo conservador Los Republicanos, Christian Jacob, se mostró reservado sobre una eventual imposición.
No es obligatorio colocarse la vacuna
La Alta Autoridad de Sanidad, que aconseja al Gobierno, no recomienda obligar a la población a vacunarse porque podría ser contraproducente y porque el objetivo tendría que ser ganarse su confianza, y eso pasa por explicar de forma transparente cuáles son los beneficios, pero también los eventuales riesgos.
Castex, que el jueves confirmó que el confinamiento domiciliario en vigor desde el 30 de octubre va a continuar hasta el 1 de diciembre pese a las protestas de muchos sectores damnificados por el cierre administrativo, asume su posición por la prioridad que da a la seguridad sanitaria.
Repite que los bares y los restaurantes no podrán abrir a partir del 1 de diciembre y que el teletrabajo tendrá que continuar.
«En una crisis como no la hemos visto desde 1920, con cientos de muertos cada día, mi primer criterio de decisión es la seguridad sanitaria», subraya.
«Es una satisfacción que los franceses tengan ganas de trabajar. Pero yo estoy obligado a decirles que la seguridad y la protección sanitaria están antes que nada», añade.
De cara a los próximos meses, advierte que no hay duda de que «las reuniones festivas, familiares y en locales no podrán reanudarse antes de mucho tiempo».EFE