El Nord Stream 2 fue construido para duplicar los envíos de gas natural de Rusia a Alemania por el Mar Báltico. Sin embargo, más que un proyecto de 11.000 millones de dólares, es un símbolo de discordia en la Unión Europea y protagonista de las crecientes tensiones entre Rusia y Occidente. Les explicamos.
«Si Rusia invade, es decir, que tanques o tropas crucen la frontera de Ucrania nuevamente, entonces ya no habrá Nord Stream 2. Le pondremos fin», fue la amenaza que lanzó el lunes 7 de febrero de 2022 el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
«Pero, ¿cómo hará eso exactamente, dado que el proyecto está bajo el control de Alemania?», respondió, incrédula, una de las periodistas en la conferencia de prensa ofrecida al término de una reunión en Washington con el canciller alemán Olaf Scholz.
El jefe de la Casa Blanca, sentenció: «Lo haremos, te lo prometo, podremos hacerlo». Pero su planteamiento dejó más dudas que respuestas entre quienes se preguntan cómo Estados Unidos puede, efectivamente, frenar un proyecto ya ejecutado a miles de kilómetros de distancia.
El gasoducto Nord Stream 2 es un proyecto energético diseñado para que el gigante ruso Gazprom pueda duplicar sus envíos de gas directamente a Alemania por el mar Báltico, ahorrándose el habitual paso obligado por Ucrania.
El gasoducto, ya construido, entraría en funcionamiento una vez obtenga las autorizaciones de las autoridades alemanas, que espera recibir a mediados de 2022.
Pero hace tiempo dejó de ser un simple proyecto de infraestructura para convertirse en un símbolo de discordia y uno de los principales protagonistas de las tensiones entre Rusia y Occidente por Ucrania.
Kiev se considera el principal damnificado con la eventual puesta en marcha del gasoducto, pues dice que va a dejar de recibir las millonarias regalías que representaría si transitara por Ucrania.
Joe Biden, por su parte, ha sido un férreo opositor del proyecto. Y es que tanto Estados Unidos como la Unión Europea temen aumentar su dependencia energética de Rusia y que el Kremlin aproveche para usarlo como arma política.
Alemania, que está del lado de Ucrania, es el que menos alza la voz sobre Nord Stream 2 entre sus pares, pues su seguridad energética podría verse comprometida si el megaproyecto no llega a ver la luz.
El canciller Scholz no confirmó explícitamente que la puesta en marcha del tubo se vaya a frenar si Rusia invade a su vecino. Ni siquiera lo mencionó públicamente durante el transcurso de su visita a Washington…
Con información de Reuters, AP y EFE