Con 884.381 casos, es el país europeo más complicado de cara a la temida segunda ola. Infobae habló con tres expertos para saber cómo se preparan para un nuevo invierno. “No estamos en los niveles de marzo pero la sensación de ‘esto ya lo vi’ empieza a pesar e inquieta”, coincidieron. Por qué ni la OMS entiende qué pasa allí
Los contagios por COVID-19 se dispararon esta semana en Europa, y España es uno de los países más afectados por estos rebrotes. Este viernes el gobierno decretó el estado de alarma durante quince días en Madrid y varios municipios aledaños, después de que la justicia anulara la decisión gubernamental de confinar a parte de la región de la capital, que entró en vigor hace una semana.
Con 884.381 casos de coronavirus y 32.688 muertos, España es el país europeo más complicado de cara a la tan temida segunda oleada de la enfermedad. Sólo lo supera Italia en cantidad de fallecidos, con 36.111.
La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) admitió que no sabe qué está fallando para que sea el país con más casos de COVID-19 en el viejo continente: la directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente del organismo, María Neira, reconoció que, a pesar de llevar semanas analizando la situación de España y los motivos por los que es el país de Europa con mayor incidencia de COVID-19, todavía no saben qué es lo que está fallando.
Es que como explicó la funcionaria, España es actualmente el país con las medidas “más restrictivas” sobre el uso de mascarillas, en comparación con otros países en los que las normas fueron un poco “más relajadas” y su situación epidemiológica fue “mejor”.
Al mismo tiempo, Neira analizó el comportamiento de la sociedad española durante la pandemia, asegurando que ni la transmisión intrafamiliar ni el comportamiento de los jóvenes justifican la elevada incidencia del coronavirus en ese país. “Es cierto que ha habido una relajación de los jóvenes y las fiestas, pero eso no justifica toda la situación en la que el país está actualmente, ya que en Italia los jóvenes también han hecho fiestas, en Francia o, incluso, en Suiza”, comentó.
“No hay una respuesta única para eso (para explicar la cantidad de casos en España); los epidemiólogos han investigado mucho. Una parte de responsabilidad tiene que ver con la capacidad de rastrear los casos: no hemos estado a la altura en la desescalada, en Madrid puntualmente hemos estado lejos de lo óptimo”. Del otro lado del teléfono, el médico intensivista y jefe de Urgencias del hospital de Moncloa, Vicente Gómez Tello, comenzó a analizar para Infobae qué es lo que falló en su país en el manejo de la pandemia por coronavirus.
Para el especialista en medicina preventiva y Salud Pública Joan Carles March, “hay varios motivos” que justifican el elevado número de contagios en su país: “Tras un confinamiento muy estricto que tuvo muy buenos resultados, entre las causas destaco el proceso de desescalada demasiado rápido con los gobiernos de las comunidades autónomas queriendo tener todo el poder en su comunidad y el gobierno central dejando de ejercer el mando único lo que incrementó la descoordinación; cuando se pasó al proceso de ‘nueva normalidad’ no se trabajaron aspectos como el de las necesidades de rastreo por comunidad autónoma, los umbrales y criterios para tomar medidas, ni pusieron encima de la mesa un protocolo para los encuentros de familiares o amigos; no se trabajó el tema de los espacios cerrados de una forma correcta lo que ayudó a incrementar el número de casos y no se trabajó de forma coordinada las medidas en el conjunto de comunidades autónomas”.
Consultado sobre cuál es la estrategia de testeo que utilizan, un punto que en la Argentina se señala como clave para controlar el avance del virus, Gómez Tello comentó: “Empezamos con la idea de que cualquier paciente con síntoma se testeaba, se establecía sus contactos estrechos y también se testeaban, pero no hay capacidad de testear a todo el mundo. Todos los que venían a urgencias y daban positivo se les indicaba la prueba de PCR a todos los contactos, pero no todo el mundo lo hacía”.
“El punto es descubrir las cadenas de transmisión; testear por testear es ridículo, la idea es ir a los casos y rastrear las cadenas de transmisión, pero cuando éstas son múltiples ya hablamos de transmisión comunitaria y es más difícil de controlar”, reconoció el especialista, para quien, comparativamente con marzo hoy son “capaces de ver el volumen de la masa del iceberg que hay abajo”. “Somos más conscientes de la amenaza que supone la transmisión”, subrayó.
Por otra parte, remarcó que “es un país con hábitos de salida; los brotes se incrementaron por el relajamiento de las medidas”. “En España convivimos mucho con ancianos, es una población con mucho segmento anciano y joven y la forma de vida de nuestro país tuvo un papel predominante en los rebrotes”.
Si tuviera que resumir, “el testeo, rastreo y detección de las cadenas de contagios, salvo algunas excepciones como Asturias o Valencia que lo hicieron muy bien”, fueron los principales errores que cometió su país en su intento por controlar la pandemia.
La médica de familia e integrante de Médicos por la Verdad España Natalia Prego Cancelo destacó en diálogo con Infobae que “el pico de mortalidad duró nueve semanas, del 9 de marzo al 10 de mayo, cuando hubo una mayor mortalidad por todas las causas, con un total de 44.369 fallecimientos” y señaló que “las cifras de mortalidad a partir de la semana del 10 de mayo fueron casi iguales a las de 2019”. “Hasta el 13 de septiembre hubo una sobremortalidad de 8.697 personas, que son 0,018% de la población española y cuya causa puede estar justificada a nivel médico por el uso de las mascarillas constante, incluso con altísimas temperaturas ambientales en el sur de España donde se registraron 40°C, el uso de mascarillas por parte de los niños, de los jóvenes, de los adultos, en los trabajos -sostuvo-. El problema es que esta sobremortalidad no está estudiada porque no existen autopsias en España por tanto las historias clínicas no diagnostican como etiología la mascarilla y por tanto no se saben las causas de muerte”.
“Tampoco se contabilizan los casos de suicidio, los casos de patologías crónicas agravadas, y que han llevado a la muerte por desatención de los centros de salud, que prácticamente están cerrados, no se atiende de forma presencial y en la mayoría delas veces la atención telefónica tampoco existe”, analizó, al tiempo que opinó que “esta sobremortalidad está muy justificada por deducción médica de lo que está pasando en el área de la salud pública”.
La especialista tampoco desestimó “el pánico y miedo generalizado en la población, que está destrozando el sistema inmunitario de todo el país”.
– ¿Cómo explicaría los rebrotes en pleno verano?
– Gómez Tello: Han ocurrido dos cosas: cuando la gente sale del confinamiento cree que esto se acabó y entra en cierto relajo; la gente quería juntarse con los amigos, la familia y salían con ganas de olvidar. Los especialistas siempre dijimos que el virus se iba a quedar y era cuestión de tiempo que ocurran los rebrotes.
Los modelos más benignos decían que ocurriría en septiembre/octubre, pero empezamos a detectar casos en julio. Ahora, parece que las medidas de confinamiento han servido para amesetar la curva, pero estamos en niveles de incidencia como en marzo.
Desde el punto de vista material, la situación nos encontró mejor, con más capacidad de respuesta. Estamos en 100 muertes por día en el país a causa del COVID-19, pero el problema es que muere gente de coronavirus e indirectamente de enfermedades que el coronavirus no deja tratar: tenemos 900 muertes diarias de patologías desatendidas o causas que se desconocen.
Hay mucha gente que muere de coronavirus sin testearse, aunque eso pasaba más en marzo, pero sí ocurre que hay personas que están falleciendo porque no tienen posibilidad de ser atendidos en el hospital y se están detectando tumores en estadios avanzados o infartos que no recibieron la atención adecuada en el momento.
Indirectamente, el COVID-19 mata por la sobrecarga que produce en el sistema sanitario.
– March: Los brotes del verano se centraron en encuentros familiares y de amigos. Básicamente viene este incremento de casos como salida, por una parte, a la situación de confinamiento y dos por la falta de mecanismos de protocolización.
Y ante ello era imprescindible que hubiera menos reuniones y menos gente en las mismas. Y además, que la gente se lavara las manos al llegar y si comían, siempre en terrazas o patios (si no fuera posible, espacios ventilados), una persona pone la mesa, una persona sirve, no se comparten platos ni vasos, no se grita, se mantiene distancia física y al terminar de comer se usa de nuevo la mascarilla. No abrazos ni besos.
A ello habría que añadir el ocio nocturno abierto, además de gimnasios, que son espacios cerrados donde se exhala.
– ¿Qué impacto tuvo (si es que lo tuvo) la reciente vuelta a clases en la pandemia?
– Gómez Tello: Los alumnos ya están en clases y los pediatras no están viendo un mayor número de niños enfermos. De hecho durante el pico los niños enfermos fueron muy pocos, un número mucho menor que el que se registra todos los inviernos por otros virus respiratorios.
Personalmente creo que los niños tienen que ir a clases; soy partidario de que con cuidados pueden volver. No se los puede hurtar a los alumnos del aprendizaje.
– March: La vuelta a clase no ha tenido, parece, impacto en el incremento de número de casos. Hubo mucha polémica previa pero por lo que sé, se ha trabajado razonablemente bien, con poco incremento de casos o aulas confinadas. Habrá que hacer un seguimiento. Y habrá que valorar los contagios entre niños y abuelos.
La comunidad educativa, profesorado, padres y madres, alumnado y administración (no todas las comunidades autónomas han actuado de la mejor forma), ha hecho un buen trabajo. Pero con precaución y seguimiento imprescindibles. También es verdad que hubiera sido bueno que se abrieran las aulas hacia espacios abiertos en la ciudad y los pueblos.
Consultados sobre cómo veían el panorama de cara a una nueva temporada invernal, los expertos consultados coincidieron en manifestar su preocupación. Para Gómez Tello, “el uso de mascarillas disminuirá el nivel de contagio de gripe u otros virus”. “Creo que viviremos un invierno tranquilo en cuanto a la gripe, de hecho se está vacunando a la población con la vacuna tetravalente, por su efecto supuesto en la disminución del riesgo de contraer coronavirus”.
En la misma March, quien es profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, consideró que “en principio hay miedos por la unión de COVID-19, gripe y resfriados”. “Por otro lado, el trabajo de llevar mascarillas y la labor importante de la higiene de manos parece que podrá tener un efecto en la disminución del número de casos -destacó-. Es imprescindible que la gente se vacune para que con ello también ayude a que no sea un otoño más complicado”.
Respecto al coronavirus propiamente dicho, el médico madrileño reconoció: “Estamos menos colapsados, se sabe más de la enfermedad, y tenemos más medios pero hay que rastrear y aislar los casos. La población tiene que tener conciencia que hay que vivir de una forma diferente; hasta que tengamos una vacuna nos tenemos que concienciar que vamos a tener que cambiar algunas costumbres”.
“El sistema de salud se vuelve a tensar con incremento de casos en hospitales y en las unidades de cuidados intensivos -sostuvo por su lado March desde Granada-. A ello hay que añadirle la sobrecarga de la atención primaria, que no se ha incrementado de personal prácticamente”.
Para Prego Cancelo, el escenario es “complicado porque la gripe va a venir, al igual que las enfermedades respiratorias invernales, y junto con el uso de las mascarillas, el terror generalizado, el confinamiento y las patologías crónicas no atendidas hace que el estado de salud de todos los españoles se haya agravado y su sistema inmunitario esté muy debilitado como para combatir nuevos ataques víricos y por tanto puede suceder que haya muertes”. “Las residencias de ancianos siguen sin estar protegidas, por tanto este otoño puede haber muertos por estas medidas sanitarias”, concluyó.
Al respecto, March agregó: “El gran perjudicado de toda esta situación son los pacientes crónicos no COVID, que tienen la sensación de no seguimiento, de no controles, de dificultades en acceder a sus pruebas y a sus profesionales”.
Sobre los aprendizajes de la ciudadanía y el agotamiento del personal de salud
Ante la pregunta de qué creía que había aprendido la población, Gómez Tello opinó que “el confinamiento fue tan duro que la gente le tiene pavor; para algunos fue muy angustioso, sin ignorar el impacto económico pero la población recuerda que si las cosas se desmadran al gobierno no le va a temblar la mano porque si no realmente puede volverse a una situación de muertes y sanitaria que no es asumible”.
La sensación -para March- “es que la situación no es fácil, si no más bien, muy complicada y ante ello, es imprescindible que todos juntos sumen para que no se vean afectadas ni las residencias (grandes afectadas en la primera fase y que necesitan un mayor trabajo y más profesionales) ni los jóvenes (es imprescindible contar con ellos y ellas para ver cuáles son las medidas necesarias para implicarlos en la solución) ni la ciudadanía en general”.
“Los efectos de la crisis en la economía son graves. La pobreza se ha incrementado gravemente -agregó-. Y a pesar de los esfuerzos del gobierno de España en minimizar estos datos, no es fácil una solución a corto plazo”.
Para Gómez Tello, “el personal sanitario está en una situación más compleja”. “No hemos hecho los deberes y ahora estamos en una línea preocupante -opinó-. No estamos en los niveles de presión de marzo pero la sensación de ‘esto ya lo vi’ empieza a pesar e inquieta. Físicamente se puede aguantar, recursos materiales tenemos más, pero ‘el llueve sobre mojado’ sobre un personal ya castigado puso en evidencia las debilidades del sistema”.
“Me preocupa cómo vamos a enfrentar las bajas cuando el invierno se ponga complicado”, concluyó, no sin antes enviar un mensaje de “mucho ánimo para la Argentina”.
“La población no tiene que bajar la guardia; los animaría a salir a la calle, somos latinos, nos gusta abrazarnos pero hay que tener cuidado -aconsejó a los argentinos de cara al verano-. Los animaría a salir pero con distancia, mascarilla y lavado de manos. Es fundamental no relajar porque el virus está ahí y hasta que no estemos vacunados o haya 60% de contagiados vamos a tener que aprender a convivir con él”.
Finalmente, March, quien es uno de los firmantes de dos cartas a la revista científica The Lancet pidiendo una evaluación de la gestión de la pandemia, destacó que “es imprescindible que haya una evaluación independiente, exhaustiva, multidisciplinar e integral de la gestión de la pandemia por parte del gobierno de España y de las comunidades autónomas”. “El gobierno tras la última carta ha dicho que se hará y se ha puesto a trabajar en ello con las comunidades autónomas. Esperemos que lleguen a buen puerto y esperemos que tal como nos dijeron el ministro y la secretaria de estado al grupode investigadores y profesionales del ámbito de la Salud pública que publicamos la carta al Lancet, que se hará pronto”. “Nosotros creemos que en la situación actual es imprescindible hacer por parte de grupos de científicos un conjunto de recomendaciones para el gobierno de España y de las comunidades autónomas”, reseña