Un grupo de motorizados pertenecientes a las fuerzas de seguridad de Chile rescataron la tarde del 12 de septiembre a 23 migrantes venezolanos que se extraviaron en el desierto, tras ingresar al país de forma ilegal
En busca de un mejor futuro un grupo de migrantes venezolanos decidieron cruzar el desierto de Chile por uno de los pasos «no habilitados», tras salir de la ciudad peruana de Tacna. Una travesía que por poco tuvo un fatídico final.
Los venezolanos aseguraran que les dijeron que lograrían llegar a Chile en pocas horas a través del desierto, el cual los locales conocen como «la pampa», es una extensión de cerros y quebradas de tierra y roca totalmente inhóspito.
«No sabíamos con lo que nos enfrentábamos. Nos dijeron que caminaríamos unas horas, que empezaríamos a caminar por la noche y al amanecer ya estaríamos en Chile», relató una de las caminantes rescatadas al diario BBC.
La mujer, quien pidió no revelar su identidad, manifestó que luego de tres días caminando sin agua ni comida pensó que le esperaba lo peor para ella y su pequeña hija. Ambas habían salido de Venezuela 15 días antes, buscando reunirse con familiares que migraron a Chile el año pasado.
La mujer contó que salió de Venezuela porque su sueldo de cajera no le permitía cubrir las necesidades básicas de su familia. Pero tras la experiencia vivida asegura que de haber sabido antes los peligros a los que se enfrentaría no habría emprendido el viaje.
«Si hubiéramos sabido lo difícil que sería no nos arriesgamos. No íbamos a arriesgar la vida de nuestros hijos. Llegó un momento en el que estábamos desesperados porque el agua ya se nos estaba acabando y solo veíamos desierto y montañas por todos lados», manifestó.
Un grupo de motorizados pertenecientes a las fuerzas de seguridad de Chile rescataron la tarde del sábado a 23 migrantes venezolanos que se habían extraviado al intentar atravesar la zona.
En el camino los migrantes se dividieron en tres grupos, con el objetivo de intentar ubicar con mayor facilidad una salida, aunque en medio de la travesía habían perdido las esperanzas.
«Nos empezó a atacar los nervios, la desesperación, porque iba a caer la noche y nosotros ahí, sin comida. Ya no teníamos una gota de agua y nos quedaba solo una lata de atún. Nos tocó quemar ropa, objetos, para poder soportar un poco el frío. Pero la fogata no duraba nada prendida. Nos arropamos entre todos. Lo que más nos preocupaba eran los niños», cuenta una de las migrantes.
A las complicaciones del clima y el terreno, se le suman minas que se colocaron durante el régimen de facto de Augusto Pinochet.