Se conocen nuevos detalles de las circunstancias que rodean el horrendo crimen de la pequeña Sofía Delgado, esta vez por el testimonio Evelyn Rodas esposa de Brayan Campo, quien tras cometer femicidio no mostró ansiedad, nerviosismo y que el contrario hasta se acostó a ver película.
Se trata del caso que conmociona a Colombia, luego que la pequeña salió a comprar un champú para bañar a su mascota y no regresó, el domingo 29 de septiembre.
Lo asombroso del caso es que, según la esposa Brayan Campo, ella no le vio el más mínimo signo de nerviosismo, ansiedad o angustia.
“Él era normal, no me mostró nervios, incluso ese día se comió todo lo que le serví y estábamos acostumbrados a que todos los domingos veíamos una o dos películas en la noche y ese día todo trascurrió con normalidad, toda la semana estuvo normal. Él nunca mostró remordimiento, nerviosismo ni ansiedad”, revela la mujer, en declaraciones a Noticias Caracol.
La esposa no salía del asombro
Otro de la información aportada por Evelyn, es que tras la confesión de su esposo, “estaba conmocionada por todo lo que estaba viviendo, porque nunca me imaginé que él fuera capaz de tal cosa”.
Tal fue su asombro que hasta que le preguntó “otra vez y no me miró a los ojos. Yo le dije: ‘¿Brayan, vos tenés algo que ver con lo que la niña?’. Simplemente miró al suelo y luego a otro lado. Yo me puse a llorar. Juro que yo quería golpearlo y le dije al investigador que me separara de él porque lo iba a golpear. Me quitaron las esposas y me llevaron a otro lado”.
Aclaró que ella no tenía nada que ver con el crimen porque entre otras cosas “ni siquiera me encontraba ese día con él ni en la tienda. Los domingos de quincena siempre salgo a mercar y ese domingo justamente estaba mercando. La única vez que fui a la tienda fue a las 10:00 de la mañana para dejar una calculadora y después me fui a mercar”.
Acabaron con todo
Detalló que tras conocerse la responsabilidad de su esposo en la muerte de la pequeña, personas de la comunidad vandalizaron la vivienda y la dejaron sin nada.
Fue un funcionario en la Sijín, donde rendía declaraciones, que le avisó “que quemaron mi casa, que saquearon mi negocio, el sustento que yo tenía para mi hija”.
Agregó que “quemaron todo, me dejaron sin nada porque con esa tienda yo pagaba todo lo de mi hija, le pagaba su guardería y sus cosas personales. Me quedé solo con lo que tenía puesto ese día y una sudadera que alcanzaron a enviarme mis familiares a la estación donde me tenían retenida”.