Donald Trump se reúne la noche de este miércoles en Hanói con su «amigo» Kim Jong Un, a quien volvió a prometer un futuro brillante si Corea del Norte acepta por fin renunciar a su arsenal nuclear.
El presidente estadounidense, que sueña con lograr alló en donde fracasaron sus predecesores, está bajo presión luego de que la primera cumbre con el líder norcoreano, en junio en Singapur, concluyera con una vaga declaración sobre «la desnuclearización de la península norcoreana», pero sin compromisos concretos.
Horas antes de esta nueva cita el presidente estadounidense intentó convencer a Kim Jong Un poniendo como ejemplo a Vietnam, un país comunista que abrazó el capitalismo y dejó atrás la confrontación con Estados Unidos.
«Vietnam progresa como pocos lugares en el mundo. Corea del Norte haría lo mismo –y muy rápidamente– si decidiera deshacerse de su arsenal nuclear», escribió Trump en Twitter, evocando un futuro «ESTUPENDO» para el hermético régimen, objeto actualmente de numerosas sanciones internacionales.
Durante un encuentro con las autoridades vietnamitas, entre ellas el presidente y jefe del Partido Comunista, Nguyen Phu Trong, Trump elogió los progresos económicos «extraordinarios» de Vietnam.
Se firmaron en esta ocasión una serie de contratos en el sector aeronáutico con empresas estadounidenses por un monto total de 21.000 millones de dólares, según la Casa Blanca.
Luego de un cara a cara con Kim Jong Un en el Sofitel Legend Metropole, un lujoso establecimiento en pleno centro de la capital, está prevista una cena con pocos participantes.
Trump estará acompañado por su secretario de Estado, Mike Pompeo, y su jefe de gabinete, Mick Mulvaney. Kim Jong Un estará con Kim Yong Chol, su asesor de confianza que ya estuvo en la Casa Blanca, y con Ri Yong Ho, el ministro de Relaciones Exteriores.
Los dos dirigentes se reunirán el jueves para la posible firma de una declaración común de la que nada filtró hasta ahora.
– ¿Menos expectativas? –
En su tuit, Trump calificó a Kim de «amigo», muy lejos de los insultos y amenazas que ambos líderes se intercambiaban en el momento de mayor tensión por los programas armamentísticos de Pyongyang.
Trump ha recurrido al palo y la zanahoria con Corea del Norte, elogiando por un lado el potencial económico del país, mientras, por otro, se niega a aliviar las sanciones que lo ahogan.
Los dos dirigentes, que pasaron en unos meses de los insultos personales y las amenazas apocalípticas a las declaraciones «de amor» de Donald Trump, deben concretar los compromisos asumidos en su primera cumbre, que muchos analistas consideran un teatro.
Desde entonces, Corea del Norte no ha hecho nada para reducir el arsenal del que dispone. Los propios responsables de los servicios de inteligencia de Trump estiman que el dirigente norcoreano está determinado a conservar el arma que considera la clave de la supervivencia de su régimen.
Estados Unidos ha reclamado en numerosas ocasiones a Pyongyang que se deshaga de forma completa, verificable e irreversible de su arsenal nuclear, que le valió una impresionante serie de sanciones de la ONU en los últimos años.
Por su parte, Corea del Norte denuncia lo que ella considera como amenazas estadounidenses: su presencia militar en Corea del Sur y en la región, en general.
Al mismo tiempo, Trump insiste en que no tiene prisa en convencer al Norte de que renuncie a su arsenal nuclear, mientras el país siga sin realizar disparos de misiles.
«No quiero apurar a nadie», dijo antes de partir rumbo a Vietnam, en lo que parece un intento de rebajar las expectativas sobre el encuentro en Vietnam.
– Con la vista en Washington –
Sus adversarios temen que Trump esté dispuesto a realizar demasiadas concesiones, incluso a costa de los aliados surcoreano y japonés, para reclamar una victoria y desviar la atención de lo que ocurre en Washington, donde su exabogado personal Michael Cohen declara ante una comisión del Senado.
En cualquier caso, los analistas consideran necesario que haya avances.
«La ventana para los avances diplomáticos con Corea del Norte no permanecerá abierta indefinidamente», advirtió Kelsey Davenport, de la Arms Control Association. «Más allá del decoro, la segunda cumbre debe centrarse en el fondo» de la cuestión.
Según Kim Yong-hyun, de la Universidad de Dongguk, el mejor escenario sería que los dos dirigentes acuerden una hoja de ruta.
Washington podría prometer garantías de seguridad en forma de una declaración sobre el fin de la Guerra de Corea (1950-1953), que terminó con un armisticio, pero sin tratado de paz; o la apertura de oficinas de representación.
La delegación norcoreana aprovechó su estadía en Vietnam para visitar una fábrica del primer constructor de automóviles local, símbolo del dinamismo de este país del sureste asiático. El Norte inició discretamente hace unos años reformas económicas, con una menor control estatal y podría seguir el modelo vietnamí. AFP