El gobierno colombiano anunció este sábado la muerte de 10 disidentes de las FARC, incluido el segundo al mando del principal grupo de guerrilleros que se apartó del proceso de paz de 2016.
Rodrigo Cadete, de 52 años y con casi casi cuatro décadas en armas contra el Estado, cayó en una acción de fuerzas especiales del ejército y la policía en el departamento de Caquetá, en el sur de Colombia, según el ministro de Defensa, Guillermo Botero.
«Fueron abatidos además nueve guerrilleros, tenemos varias capturas y los combates continúan en la región», precisó el funcionario en un acto público en la ciudad de Manizales (centro-oeste).
El operativo militar se llevó a cabo en zona rural del municipio de San Vicente del Caguán y contó con la participaciones de dos centenares de efectivos de élite.
Cadete era considerado el número dos de la mayor disidencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la organización armada de tendencia comunista que dejó las armas y se transformó en partido después de firmar la paz.
El líder rebelde participó en las negociaciones en Cuba -sede del proceso de paz- antes de marginarse del acuerdo final y unirse, en 2017, a Gentil Duarte, el principal cabecilla de los también llamados por el gobierno «grupo armados residuales».
«En 2018 entró a liderar (…) el Frente 62 con injerencia en los departamentos de Caquetá, Putumayo y Amazonas», señaló el ministerio de Defensa en un mensaje a los medios.
Este sábado, el presidente Iván Duque destacó el golpe propinado por la fuerza pública, en el marco de la ofensiva que lanzó contra las agrupaciones armadas que aún desafían al Estado y se nutren del narcotráfico y la minería ilegal, principalmente.
«En una operación impecable, ha sido neutralizado el criminal conocido como Rodrigo Cadete, una de las figuras más temidas del terrorismo» en Colombia, dijo el mandatario en Manizales.
Según el gobierno, Cadete estaba reagrupando a excombatientes de las otrora FARC para «montar un nuevo movimiento».
Las autoridades también lo señalaban de estar detrás de varios «homicidios selectivos», así como de desplazamiento forzado, narcotráfico y extorsión.
Aunque unos 7.000 miembros de las FARC depusieron las armas, cerca de 1.700 rebeldes siguen en la lucha insurgente apoyados en el dinero del narcotráfico, según inteligencia militar.
Sin un mando unificado, los disidentes operan en apartadas zonas del país donde se disputan con otros grupos el control de narcocultivos y rutas del narcotráfico, reseña Panorama