El mandatario realizó una cadena nacional tras los fuertes rumores que señalaban que había aceptado su dimisión a la presidencia del país africano después de 37 años en el poder
El dictador Robert Mugabe dirigió este domingo un mensaje televisado a Zimbabwe, luego de que su partido (ZANU-PF) lo destituyera y le diera un ultimátum de 24 horas para presentar su renuncia.
Sin embargo, en su presentación pública, rodeado de integrantes del Ejército, el mandatario no anunció su dimisión.
Asimismo, anticipó que encabezará el próximo congreso, que tendrá lugar en las próximas semanas: «El congreso (del partido gobernante) debe realizarse en las próximas semanas y voy a presidir los debates».
Previo al mensaje televisado, fuentes allegadas a la presidencia declararon que Mugabe había aceptado dejar el poder, después de 37 años.
ZANU-PF había dado menos de 24 horas al dictador de 93 años para abandonar su puesto como jefe de Estado o enfrentar un juicio político, en un intento de asegurar un fin pacífico a su mandato tras el golpe militar de esta semana.
Mugabe, único gobernante que la nación africana conoce desde su independencia de Reino Unido en 1980, fue reemplazado por Emmerson Mnangagwa.
Mnangagwa, un ex jefe de seguridad del Estado conocido como «El Cocodrilo», ahora está en la vía para encabezar un gobierno interino de unidad post Mugabe que deberá enfocarse en reconstruir las relaciones con el extranjero y estabilizar una economía en caída libre.
La próxima elección presidencial está programada para 2018.
En escenas impensables hace una semana, el anuncio fue recibido con aplausos por los 200 delegados congregados en una reunión especial en la sede central del partido ZANU-PF en Harare para sellar el destino de Mugabe, cuyo apoyo se ha derrumbado en los cuatros días que pasaron después que el Ejército tomó el poder.
A Mugabe le habían dado plazo hasta el mediodía del lunes (10.00 GMT) para renunciar o disponerse a enfrentar un juicio, un final humillante para la carrera del veterano de la política africana.
A medida que la economía se derrumbaba y la oposición política a su gobierno crecía a fines de la década de 1990, Mugabe se mostró tal cual era, tomó el control de miles de granjas de propiedad de blancos, detuvo a opositores y dio rienda suelta a las fuerzas de seguridad para que aplastaran a la disidencia.
También fue expulsada del partido la esposa de Mugabe, Grace, de 52 años, que albergaba la ambición de suceder a su esposo.
Cuando se anunció la votación para apartar a Mugabe, el líder de los veteranos de guerra Chris Mutsvangwa, que encabezó una campaña de 18 meses para remover a un hombre al que describió abiertamente como «dictador», abrazó a sus colegas y exclamó: «El presidente se fue. Larga vida al nuevo presidente».
El Ejército tomó el poder el miércoles pasado y confinó al líder a su residencia. El sábado, decenas de miles de zimbabuenses no necesitaron un anuncio oficial de la esperada caída del presidente para salir a las calles de Harare cantando, bailando y abrazando a los soldados en una demostración de euforia, emocionados por un posible cambio político y económico tras dos décadas de represión y dificultades cada vez mayores.
Con información de Reuters