Julie Wei y Gary Salcedo son enfermeros, irreemplazables en tiempos de pandemia en cualquier país del mundo, pero no en Estados Unidos, donde han sido despedidos por la caída de beneficios de los hospitales pese a que ya suman más de 115.000 las víctimas de COVID-19.
El desplome de ingresos hospitalarios y de cirugías no esenciales durante la pandemia ha servido de pretexto a un sector que en EE.UU. no es un servicio, sino un negocio, para echar a médicos, enfermeros y demás personal, mayoritariamente de manera provisional, aunque en algunos casos con carácter definitivo.
A diferencia de gran parte de los países desarrollados, en EE.UU. no existe la atención médica universal, por lo que la cobertura sanitaria se proporciona a través de una combinación de seguros de salud privados y fondos públicos, a través de programas como Medicare o Medicaid, destinados a gente mayor o con pocos recursos.
Así, la mayoría de los más de 6.000 hospitales del país son propiedad y están operados por empresas privadas, según datos de la Asociación Estadounidense de Hospitales (AHA, en sus siglas en inglés), mientras que el 21 % son públicos.
Estos despidos durante la pandemia han ocurrido pese a que el Gobierno de Donald Trump ha inyectado miles de millones de dólares al sector, que ya de por sí genera unos ingresos de más de un billón de dólares anuales, en el marco de los paquetes destinados a rescatar una economía en recesión.
En San José, adiós a las matronas
Una de las afectadas por los recortes de personal sanitario es Julie Wei, una matrona que acaba de ser despedida del hospital Regional Medical Center de San José (California, EE.UU.), donde ha trabajado durante 29 años.
«¿Cuáles son mis planes? La mayoría de nosotros estamos buscando empleo, pero con la COVID-19 hay muchos hospitales que no están contratando», lamenta Wei en declaraciones a Efe.
En plena crisis por el coronavirus, el centro médico donde trabajaba esta matrona, que sirve a una de las zonas más deprimidas económicamente y con más inmigrantes de la ciudad, decidió cerrar la sección de Obstetricia, para trasladarla a otro hospital de la misma red en la población vecina de Los Gatos, lo que supuso 80 despidos, entre ellos, el de Wei.
El motivo es simple: los ejecutivos que dirigen el Regional Medical Center de San José «creen que este departamento no les está haciendo ganar dinero», denuncia la matrona.
Como consecuencia de la decisión, si una embarazada llega a partir de ahora a ese hospital a dar a luz y no hay tiempo para transferirla al de Los Gatos, la tratarán en Urgencias, donde no se dispone ni del equipo ni de la experiencia para estas situaciones, en las que pueden darse imprevistos como que la parturienta comience a sangrar o que el bebe sea prematuro y necesite de ejercicios de reanimación.
Despidos «Justificados» por las perdidas
El sector justifica los despidos por la falta de ingresos debido a la reducción de cirugías no esenciales y de las hospitalizaciones, causadas por una pandemia que ha hecho que mucha gente haya dejado de ir al médico salvo para casos de extrema necesidad.
En un artículo publicado en la revista International Travel & Health Insurance Journal (ITIJ), el presidente de la Asociación de Hospitales Estadounidenses (AHA, en sus siglas en inglés), Rick Pollack, estimó que los centros médicos están perdiendo unos 50.000 millones de dólares al mes desde el inicio de la pandemia.
«Creo que es justo decir que los hospitales se enfrentan quizás al mayor desafío que jamás hayan experimentado a lo largo de su historia», reflexionó Pollack, que representa a 5.000 hospitales, sistemas de atención médica, redes y otros proveedores.
Sin embargo, las caídas de ingresos no justifican, a ojos de los afectados, los recortes de personal, y más teniendo en cuenta las ayudas gubernamentales y las multimillonarias reservas en efectivo con las que cuentan los hospitales.
Para los representantes de los trabajadores, el coronavirus está sirviendo de «excusa» para llevar a cabo despidos que hace tiempo que querían realizar.
«El hospital está claramente anteponiendo los beneficios a los pacientes», reflexiona la portavoz de los enfermeros afectados por el cierre de la sección de Obstetricia del Regional Medical Center de San José, Maureen Zeman, en una conversación con Efe.
Bajas voluntarias en Oregón
Otra estrategia de los hospitales para reducir sus gastos fijos ha sido la de pedir la baja temporal «voluntaria» al personal sanitario.
Este es el caso del Hospital Bay Area en Coos Bay, en el estado de Oregón, donde Gary Salcedo ha sido enfermero de enlace, es decir, que ejerce de coordinador entre los diferentes profesionales, durante más de tres décadas hasta que el centro decidió desprenderse de unos sesenta empleados de manera provisional.
En un principio, Salcedo se ofreció para formarse en el tratamiento de pacientes con coronavirus, pero el hospital prefirió desprenderse de él temporalmente, con lo que se quedó sin sueldo en mitad de una pandemia.
«Tuve miedo, ya que nunca había pasado por una situación de este tipo, sin ingresos, pero, gracias a Dios, yo y mi marido tenemos ahorros», señala a Efe por teléfono.
Rescate y despidos
Desde que la pandemia llegó a EE.UU. cerca de 40 millones de personas han pedido la ayuda al desempleo, de las que, paradójicamente, decenas de miles son personal médico.
La Clínica Mayo, una de las redes más prestigiosas del país, ha despedido o reducido la jornada a 23.000 trabajadores, pese a recibir 170 millones de dólares del Gobierno; mientras que el gigante del sector Tenet Healthcare ha sido destinatario de 375 millones de dólares, pero ha puesto en la calle a 11.000 empleados.
Según el diario The New York Times, otras siete redes de hospitales regionales, que en conjunto han recibido más de 1.500 millones de dólares en ayudas, han despedido a 30.000 de sus profesionales sanitarios.
El sistema no se toca
Hace apenas cuatro meses, EE.UU. debatía sobre qué modelo de salud quería para su futuro ante la evidencia de que el actual no sirve a la mayoría, pero lejos queda ahora la promesa del excandidato presidencial y senador izquierdista Bernie Sanders de desmantelar el negocio médico y crear un sistema público y universal.
La pandemia borró de un plumazo ese debate; y tanto el Gobierno como la oposición defienden el poderoso «statu quo» sanitario. Ni los despidos ni los muertos han logrado ponerlo de nuevo sobre la mesa. EFE