Cuba podría sumar como atractivo a su habitual oferta de sol y playa la posibilidad de vacunarse contra el nuevo coronavirus con sus propios antígenos a los visitantes internacionales, indicaron directivos del sector de la salud y el turismo.
“No cabe duda de que lograr en primer lugar la inmunización… nos dará un nivel de seguridad en un inicio para los trabajadores (de la salud) y posteriormente para la población”, dijo a The Associated Press la doctora Yagen Pomares, directora del Hospital Gustavo Aldereguía Lima de Cienfuegos y para quien a partir de allí se contaría con la posibilidad de vacunar a los turistas extranjeros.
El centro de salud en el centro de la isla, que ofrece también servicios médicos a visitantes foráneos -para los extranjeros es pago- comenzó en mayo la inmunización de unas 3.000 personas que conforman a su personal con la vacuna Abdala, producida por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología.
Algunos de los trabajadores del hospital recibieron la segunda dosis -de un esquema de tres- de la vacuna, constató AP durante un reciente recorrido por la ciudad, unos 250 kilómetros al este de la capital.
Cuba es el único país latinoamericano con candidatos vacunales propios. En total se desarrollaron cinco productos, dos de los cuales -Abdalá y Soberana 02- ya terminaron la Fase III de sus ensayos clínicos -fueron aplicadas a 400.000 personas a partir de marzo-, aunque todavía se están relevando los resultados.
Pese a ello, y en medio de un fuerte rebrote de contagios de COVID-19, las autoridades le dieron luz verde en mayo a una campaña llamada de “intervención sanitaria” por la cual se están aplicando masivamente los antígenos a la población mientras se espera que las autoridades de regulación de medicamentos locales den su autorización de emergencia.
El lunes, el doctor Francisco Durán, director de Epidemiología de la isla, indicó que desde el inicio de la pandemia dieron resultados positivos al COVID-19 unas 142.266 personas de las cuales fallecieron 958.
El Ministerio de Salud indicó que bajo esta “intervención sanitaria” se vacunará al 22% de la población antes del mes de junio o julio, cuando se produzca la mencionada autorización de emergencia, para tener en agosto al 70% de la población inmunizada. Los menores de edad están excluidos.
Muchos países están a la expectativa de poder comprar vacunas cubanas. El último fin de semana la ministra de Salud argentina Carla Vizzotti visitó la isla y se reunió con el presidente Miguel Díaz-Canel a fin de lograr un convenio para obtener antígenos cuando sean comercializados al exterior.
Pero en el sector turístico -que hasta la pandemia era un motor de la economía- se espera que las vacunas también sean un foco de atracción para los visitantes.
“Cuba siempre ha sido un destino seguro y ahora lo está demostrando mucho más con los cinco candidatos vacunales”, dijo a AP, Oscar Eduardo Morales Ojeda, director del complejo Rancho Luna-Faro Luna. “Es posible que se vea como un atractivo”.
El centro turístico de 268 habitaciones es un ejemplo de lo que el sector del turismo está haciendo para atraer visitantes una vez que se flexibilice su entrada a la isla, que por ahora tiene restricción de vuelos y movilidad interna.
Morales explicó que el hotel debió reorganizarse, se abrieron más espacios de expendio de bebidas y alimentos para evitar aglomeraciones, hay un médico las 24 horas y los trabajadores deben quitarse su ropa de calle antes de sus servicios. En todos los rincones hay alcohol gel.
Según las cifras oficiales de mayo, entre enero y abril de este año se recibieron 64.712 turistas -rusos, cubanos emigrados y canadienses en primer lugar-, apenas el 6,6% de los 918.387 del mismo periodo de 2020.
Antes de la pandemia Cuba aspiraba recibir en 2020 a unos 4,5 millones de visitantes, superando la cifra de 4,2 millones del año anterior. Sin embargo, sólo llegó un millón.
La economía cubana atraviesa una severa crisis económica en la que se combinan la pérdida de ingresos del turismo y la paralización económica así como las sanciones de Estados Unidos que buscan presionar un cambio de modelo político. El Producto Interno Bruto se contrajo 11% en 2020. AP