A partir del 13 de julio los cubanos podrán disfrutar de un moderno servicio ferroviario gracias a la importación de 80 coches chinos. Un grupo multidisciplinario del ministerio del Transporte puso a prueba la calidad y el confort de los nuevos vagones en un recorrido previo por toda Cuba.
Las deficiencias acumuladas por años en el servicio ferroviario cubano han hecho que la adquisición de los coches chinos sea el acontecimiento del año en el transporte. Desde la década de 1970 la isla no importaba coches nuevos, sólo recibía vagones de segunda mano con varios años de explotación.
Miles de cubanos esperan con ansias disfrutar de las comodidades de un ferrocarril moderno, lo que será posible a partir de este 13 de julio cuando los nuevos coches se integren al servicio de transportación ferroviaria, cada uno valorado en medio millón de dólares.
Previo al estreno, el propio ministro de Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, organizó un recorrido por todo el país con un grupo de especialistas del sector para poner a prueba el funcionamiento de los vagones importados, que bautizaron como ‘el tren del pueblo’.
El especialista Elton Nápoles Núñez, ingeniero informático del ministerio del Transporte, contó a Sputnik cómo en diferentes puntos de la isla los cubanos recibieron con alegría el nuevo ferrocarril y hasta subieron a los vagones para probar sus comodidades.
«En Bayamo llenamos dos vagones completos de personas que estaban esperando en la terminal y los llevamos hasta La Habana, esos fueron los primeros cubanos en viajar en los coches chinos», dijo Nápoles con entusiasmo.
«Esto hay que cuidarlo» fue la frase que más escuchó Nápoles en el recorrido y no precisamente de los directivos, sino de los pobladores que subían al tren del pueblo en distintos puntos del país y lo hacían suyo.
El ingeniero documentó el acontecimiento en sus redes sociales y compartió con Sputnik algunos detalles del funcionamiento de los coches importados, que hasta ahora están clasificados en dos categorías: primera y segunda clase.
Según describió Nápoles, los vagones de primera clase cuentan con ocho televisores, una consola de aire acondicionado «que obliga a un esquimal a ponerse abrigo», y un espacio considerable entre los asientos, lo que les otorga un gran confort.