Tiene seguro y un salario anual de seis cifras pero tras gastar más de un cuarto de millón de dólares en operaciones cerebrales de su hija Olivia, Dan Maccoux quedó endeudado de por vida por las características del sistema de salud estadounidense, que los adversarios demócratas del presidente Donald Trump prometen cambiar.
La familia Maccoux muestra una alegría contagiosa en su bonita casa de las afueras de Mineápolis, como si Olivia no hubiera sufrido más de 140 operaciones cerebrales en 24 años.
La madre, Cathy, sonríe mientras observa en su móvil fotos de Olivia acostada en camas de hospital desde bebé hasta la edad adulta.
Y el padre, Dan, lee casi riendo una tabla en la que apuntó los gastos de salud familiares: 15.000 dólares de media cada año desde 1996, incluyendo costos de estacionamiento y comidas en el hospital.
«Sorprendentemente, poca gente tiene pasión por los números», dice Dan, de 57 años, que trabaja como consultor independiente en el sector de los semiconductores.
La historia de los Maccoux ilustra los fallos del sistema de salud estadounidense. Aunque sea el que más dinero gasta del mundo, deja a 27 millones de personas sin asistencia médica y lleva a muchas personas con seguro a la quiebra o, como en el caso de los Maccoux, a endeudarse de por vida.
Olivia nació con casi tres meses de antelación sobre la fecha prevista, y esa prematuridad es la causa de sus problemas. Sufre de hidrocefalia, lo que obligó a ponerle válvulas y catéteres para evacuar hacia el abdomen una parte del líquido cerebral, con el fin de reducir la presión en su cráneo.
Por desgracia, el aparato tuvo que ser cambiado decenas de veces, y la chica tiene episodios de epilepsia y otros trastornos neurológicos. «¡Crecí sin pelo!», cuenta Olivia.
Dan tiene buenos ingresos y la familia siempre ha contado con un seguro. Cuando él era asalariado, su cobertura médica era incluso mejor que ahora, recuerda.
El problema es que, en Estados Unidos, pocos seguros cubren el 100% de los gastos. Como el sistema es casi exclusivamente privado, cualquier reembolso depende de una negociación entre el hospital o la farmacia y el asegurado. Existen varios niveles de reembolso, varios tipos de franquicias, copagos por consultas, etc.
Al final el asegurado siempre tiene que pagar una parte de su bolsillo.
«Los copagos nos mataban, teníamos tantas citas médicas», dice Cathy. «Durante mucho tiempo nos ahogábamos, era constante».
– Mejor divorciarse… –
Dan sumó para la AFP los costes relacionados con la salud de su hija desde 2005, cuando empezó a registrar cada pago minuciosamente. Antes sólo hacía estimaciones. En 14 años, su familia pagó 100.000 dólares en hospitales; 22.000 en medicamentos; 15.000 en comidas durante los ingresos de Olivia, etc. En total fueron 192.000 dólares.
«Teniendo en cuenta lo catastrófico de eso, salimos bastante bien adelante», dice Dan. «Media docena de veces tuvimos que lidiar con cobradores de deudas, eso fue lo más difícil».
La casa en la que viven sirvió de alcancía para pagar sus deudas. Los Maccoux hipotecaron su casa para conseguir dinero.
El desastre empeoró en 2001. A otra de sus hijas, Traci, le diagnosticaron una enfermedad rara cuando tenía 11 años: el síndrome del dolor regional complejo, que provoca dolores insoportables.
Olivia y Traci consiguieron fondos en la plataforma GoFundMe, una herramienta muy utilizada por los estadounidenses con deudas médicas.
«La gente nos animaba a divorciarnos», recuerda Cathy. Sus hijas se hubieran ido con ella -la mayor, Amanda, no tiene problemas de salud-, y al no tener trabajo, habría gozado de una cobertura pública subvencionada. Pero la pareja nunca se lo planteó.
La reforma del demócrata Barack Obama, votada en 2010, les benefició al suprimir los límites que las aseguradoras imponían a los reembolsos de los cuidados de una persona a lo largo de su vida.
«Obamacare» también prohibió a los seguros rechazar a clientes por culpa de sus antecedentes de salud. De lo contrario, con sus gastos millonarios, los Maccoux se habrían quedado sin aseguradora.
En los últimos años, «la hemorragia se frenó», según Dan. Olivia y Traci siguen estando enfermas, pero tienen cobertura pública. Olivia terminó sus estudios el año pasado. «Neurológicamente, estoy mucho mejor», explica.
Pero el sistema aún no ha saldado las cuentas de los Maccoux. Con Obamacare, los costes de los seguros médicos se dispararon. En 2020, Dan y Cathy pagarán 1.261 dólares por mes, y empezarán a ser reembolsados cuando sus gastos superen su franquicia anual de 6.400 dólares cada uno.
«Es mejor reírse de ello», dice Dan. «Nuestros amigos nos preguntan qué tenemos previsto hacer cuando nos jubilemos, y yo siempre les contestó: ¡Nunca podré jubilarme!». AFP