Un campamento a lo largo de la frontera de Texas en el que hace algunos días había cerca de 15.000 migrantes se redujo drásticamente el jueves, mientras al otro lado del río Bravo, en México, los migrantes haitianos de un campamento cada vez más grande se encontraron rodeados al amanecer por las fuerzas de seguridad al tiempo que un helicóptero sobrevolaba la zona.
Hasta el jueves, unos 4.000 migrantes permanecían debajo del puente entre la localidad de Del Rio, en Texas, y México, dijeron funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos. El número alcanzó su punto máximo el sábado, cuando los migrantes —impulsados por la confusión en torno a las políticas del gobierno del presidente estadounidense Joe Biden y la información falsa en las redes sociales— convergieron en el cruce. Se les estaba proporcionando comida, refugio y atención médica a quienes lo necesitaran, señalaron los funcionarios.
Aproximadamente 1.400 migrantes han sido enviados a Haití en 13 vuelos en virtud de una orden relacionada con la pandemia de coronavirus, conocida como Título 42, comentaron los funcionarios a los periodistas. Otras 3.200 personas están bajo custodia de Estados Unidos y están siendo procesadas, mientras que varios miles han regresado a México, de acuerdo con los funcionarios, quienes hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a informar públicamente sobre una operación en curso.
El Instituto Nacional de Migración de México informó el miércoles por la noche que había hasta 600 migrantes en Ciudad Acuña. En el campamento junto al río Bravo (Grande) parecía haber la misma cantidad. Otros migrantes estaban dispersos por la ciudad en hoteles y domicilios particulares. Un funcionario de la ciudad dijo el miércoles que las autoridades mexicanas habían sacado a unos 250 migrantes haitianos de la región desde el domingo por la noche. Aún así, el regreso de “varios miles” de migrantes a México desde el campamento de Del Rio parecía una exageración.
El Departamento de Estado de Estados Unidos está en conversaciones con Brasil y Chile para permitir el regreso de algunos haitianos que anteriormente residían en esos países, pero el tema es complicado porque algunos ya no cuentan con estatus legal allí, dijeron los funcionarios.
Estados Unidos y México parecían ávidos de poner fin a una situación humanitaria altamente politizada en la frontera, al tiempo que la expulsión de haitianos le valió fuertes críticas al gobierno de Biden.
El enviado especial de Biden a Haití, Daniel Foote, presentó una carta de renuncia en la que denunció las “inhumanas” expulsiones masivas de migrantes haitianos, dijeron funcionarios estadounidenses el jueves.
En México, los migrantes acampados en un parque junto al río Bravo en Ciudad Acuña se encontraron con camiones de la policía estatal colocados a 10 metros de distancia entre sus carpas y la orilla. Después de varios minutos de indecisión, decenas de familias optaron por echarse al río y cruzar por un punto donde había un solo vehículo de la policía municipal, pensando que era preferible arriesgarse con las autoridades de Estados Unidos.
La entrada al parque estaba bloqueada, y afuera había efectivos de la Guardia Nacional y agentes de inmigración que aguardaban junto a tres autobuses. Un helicóptero sobrevolaba la zona.
El habitual murmullo matutino del campamento quedó en silencio mientras los migrantes trataban de tomar una decisión.
Guileme Paterson, una haitiana de 36 años, parecía aturdida. “Es un momento difícil”, dijo antes de iniciar el vadeo del río Bravo con su esposo y cuatro hijos.
El objetivo de la operación mexicana aparentemente era forzar a los migrantes a volver a cruzar el río hacia Texas. Una barda y una hilera de vehículos los obligaban a enfilar hacia el cruce que habían utilizado durante toda la semana.
Los autobuses partieron vacíos. La mayoría de los migrantes permanecieron en el campamento.
“Mal, mal, mal, las cosas van mal”, comentó Michou Petion, mientras caminaba hacia el río con su hijo de 2 años en brazos. Su esposo cargaba las bolsas con sus pertenencias y llevaba varios pares de zapatillas colgados del cuello.
“Estados Unidos hace muchas deportaciones a Haití, ahora no sé si puedo entrar o salir”, dijo Petion.
“Hablamos con mucha gente y están nerviosos, tienen miedo, están desesperados”, comentó Christoph Jankhoefer, de Médicos Sin Fronteras, que trabaja en el campamento de Ciudad Acuña. El despliegue de fuerzas de seguridad generó mucho miedo e incertidumbre, agregó. “Dos mujeres lloraban porque no quieren ser deportadas a Guatemala”.
En las últimas semanas, las autoridades mexicanas han trasladado a migrantes de otros países a la frontera guatemalteca.
A algunos haitianos se les está permitiendo permanecer en Estados Unidos temporalmente para solicitar asilo u otro tipo de residencia a condición de presentarse más adelante ante las autoridades de inmigración. Los funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional se negaron a especificar el número, pero dijeron que son personas con “vulnerabilidades” particulares, lo que puede significar que tienen hijos pequeños o están embarazadas, o porque Estados Unidos no tiene la capacidad para mantenerlos detenidos, especialmente durante la pandemia.
No hay planes para dejar de expulsar a otros migrantes bajo el Título 42, a pesar de la presión de los legisladores demócratas, quienes dicen que los migrantes están siendo enviados de regreso a una nación sumida en problemas que algunos abandonaron hace más de una década.
La orden fue implementada por el gobierno del expresidente Donald Trump en marzo de 2020 en un esfuerzo para frenar la migración y prevenir la propagación del coronavirus. Pero el gobierno de Biden la ha utilizado para justificar la deportación de migrantes haitianos.
La semana pasada, un juez federal dictaminó que la directriz era inadecuada y le dio al gobierno dos semanas para detener su uso, pero el lunes el gobierno Biden apeló la decisión.
Por su parte, la UNICEF dijo en un comunicado el jueves que, según estimaciones iniciales, más de dos de cada tres migrantes expulsados a Haití son mujeres y niños, incluidos recién nacidos, y un 40% de los migrantes que se encuentran en Del Rio son niños.
“Haití se está recuperando de la triple tragedia de los desastres naturales, de la violencia de las pandillas y de la pandemia de COVID-19″, dijo Henrietta Fore, directora general de UNICEF, quien agregó que los que regresan sin la protección adecuada “se encuentran aún más vulnerables a la violencia, la pobreza y el desplazamiento, factores que los llevaron a migrar en primer lugar”.
Los funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional señalaron que aproximadamente dos terceras partes de las personas que acampan debajo del puente son familias y que el resto son adultos que viajaron solos. Ha habido relativamente pocos menores no acompañados.
El departamento señaló el jueves que la Patrulla Fronteriza dejó de usar caballos, luego de las críticas que se produjeron tras la difusión de imágenes y videos de agentes a caballo que parecían usar tácticas agresivas contra los migrantes.
Afuera del campamento, agentes de la Patrulla Fronteriza y de la policía de Texas recorrían los altos cañaverales, aparentemente en busca de migrantes.
Los escombros y la basura del campamento estaban apilados prolijamente.
“Ayer… tuvimos 54 autobuses grandes y después otros 12 que llegaron, y luego 60 camionetas de pasajeros y seis más desde El Paso”, dijo Lewis Owens, juez del condado de Val Verde.
El Departamento de Seguridad Nacional ha estado transportando a los haitianos desde Del Rio, que cuenta con una población de 35.000 habitantes, a las ciudades texanas de El Paso, Laredo y Rio Grande Valley, y esta semana añadió vuelos a Tucson, Arizona, señaló el funcionario. Al llegar a esos lugares, los migrantes son recibidos por agentes de la Patrulla Fronteriza.
En tanto, Foote, quien fue designado como el enviado estadounidense a Haití en julio, escribió al secretario de Estado Antony Blinken que renunciaba inmediatamente “con profunda desilusión y disculpas a los que buscan cambios cruciales”.
“No permitiré que me asocien con la decisión inhumana y contraproducente de Estados Unidos de deportar a miles de refugiados haitianos e inmigrantes ilegales a Haití, un país donde funcionarios estadounidenses están encerrados en cuarteles seguros debido al peligro que representan las pandillas armadas en la vida cotidiana”, escribió. “El enfoque de nuestra política para Haití sigue siendo profundamente defectuoso, y mis recomendaciones han sido ignoradas y descartadas, cuando no han sido modificadas para proyectar una narrativa distinta a la mía”.
Ya había indicios de que el diplomático sentía una profunda insatisfacción con lo que consideraba la falta de urgencia en Washington y la lentitud de los esfuerzos para mejorar las condiciones de vida en el país caribeño.
El vocero del Departamento de Estado, Ned Price, rechazó las afirmaciones de Foote y dijo que sus propuestas habían sido objeto de “plena consideración en un proceso riguroso y transparente”.
“Se consideró que algunas de esas propuestas eran perjudiciales para nuestro compromiso de promover la democracia en Haití y fueron rechazadas en el proceso de elaboración de los planes. Su declaración de que se ignoraron sus propuestas es falsa”, dijo Price.
Al menos un funcionario de alto rango en Haití aplaudió la renuncia de Foote y acusó a la Patrulla Fronteriza de violar los derechos de los migrantes haitianos.
“Es la primera vez que vemos que un diplomático estadounidense se pronuncia contra la voluntad del gobierno de Estados Unidos”, comentó Mathias Pierre, ministro electoral de Haití, a The Associated Press. “Lo felicitamos por ello”, añadió.
Exhortó al gobierno estadounidense a tratar mejor a los migrantes y cuestionó la razón por la que parecía estar tan empeñado en deportarlos. AP
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