El exagente de los servicios de Inteligencia de Estados Unidos Kevin Mallory fue condenado a veinte años de prisión y cinco de libertad vigilada tras ser declarado culpable de espionaje por un tribunal de Virginia, informó este viernes el Departamento de Justicia.
“El exagente de inteligencia Kevin Patrick Mallory pasará los próximos veinte años de su vida en prisión por conspirar para pasar información de seguridad nacional a un agente de los servicios de inteligencia chinos”, señaló el adjunto del fiscal general de EE.UU., John Demers, en un comunicado.
Mallory fue arrestado en junio de 2017 después de que la fiscalía recopilara pruebas de que el exagente había escaneado una serie de documentos confidenciales en una oficina de correos y los había descargado en una memoria USB con el propósito de facilitar su entrega a Michael Yang, un empleado de un centro de estudios chino al que el estadounidense consideraba un agente encubierto de Pekín.
Entre dichos documentos se encontraba un listado de personas que habían colaborado con el Gobierno estadounidense.
Según agentes del FBI, Mallory llegó a completar todos los pasos necesarios para transmitir a través de la red dichos documentos de manera segura e, incluso, llegó a enviar a Yang dos de ellos.
La fiscalía ha sostenido que si el exagente no entregó los documentos de mayor valor fue porque su intención era desarrollar con Yang una relación de confianza y rentable de manera paulatina.
Mallory, de 62 años, sirvió en las Fuerzas Armadas estadounidenses antes de incorporarse a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en 1990.
Tras trabajar seis años en la CIA, Mallory abandonó la agencia y se incorporó a distintos servicios de Inteligencia del Gobierno, hasta que en 2012 abrió su propia consultoría.
La acusación, sin embargo, ha subrayado que los únicos ingresos del exagente en 2017 fueron los 25.000 dólares pagados por el presunto agente chino a cambio de los documentos.
Demers calificó el caso de “alarmante” puesto que, según dijo, pone de manifiesto “una tendencia” de antiguos miembros de los servicios de inteligencia estadounidenses que “son contactados por China para que traicionen a su país y a sus compañeros”.
En los últimos meses otros dos exfuncionarios estadounidenses, Ron Hansen y Jerry Lee, se han declarado culpables de haber intentado vender información clasificada como secreta al Gobierno de China.