Cómo será el funeral de Benedicto XVI

3650 x 2435~~$~~People walk in St. Peter's Square, with St. Peter's Basilica in the background, at the Vatican, Tuesday, Feb. 26, 2013. The Vatican on Tuesday answered some of the outstanding questions about Pope Benedict XVI's future once he's retired, saying he'll be known as "emeritus pope" and continue to wear a white cassock. (AP Photo/Michael Sohn)

Cuando se preparan los funerales de un papa en funciones, un protocolo a seguir, bien definido, existe. Pero con la muerte de Benedicto XVI este sábado 31 de diciembre, el Vaticano se enfrenta a una situación sin precedentes, ya que el Papa emérito dimitió en 2013. En consecuencia, será el papa en ejercicio, Francisco, quien presida los funerales de Benedicto XVI el próximo 5 de enero.

Tras la muerte de un papa, el funeral y la sucesión se llevan a cabo de forma extremadamente cuidadosa. Esta vez, con la muerte de Benedicto XVI, el Vaticano se aventura en terra incognita, ya que el papa cuyo funeral tendrá lugar el 5 de enero, dimitió hace casi diez años. El papa emérito será enterrado en una cripta de la Basílica de San Pedro.

La muerte del pontífice desencadena normalmente la rápida convocatoria de un cónclave durante el cual los cardenales eligen a su sucesor. Este escenario queda excluido en el caso de Benedicto XVI, puesto que Francisco ya le sucedió en 2013. Además, será él quien presida los funerales del papa emérito.

Un calendario habitualmente fijado por los Cardenales

Según la Constitución Apostólica promulgada en 1996 por Juan Pablo II, un papa debe ser enterrado entre cuatro y seis días después de su muerte. El horario lo deciden normalmente los cardenales que acuden de todo el mundo para la ocasión. También guardan nueve días de luto por el papa fallecido, una solemnidad con un nombre latino: «Novemdiales» (novendiales en español).

Son los cardenales -incluido el futuro papa aún desconocido- quienes están tradicionalmente al mando debido al vacío de poder creado por la muerte del pontífice, pero no es el caso aquí, ya que el papa Francisco está firmemente al timón de la Iglesia católica.

En 2005, el cuerpo de Juan Pablo II fue velado en la Plaza de San Pedro en Roma en un solemne funeral al que asistieron numerosos jefes de Estado, de Gobierno y miembros de la realeza. La ceremonia fue presidida por el cardenal Ratzinger, entonces todopoderoso jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que más tarde sería elegido por sus pares para ocupar el trono de San Pedro.

Un millón de personas asistieron al funeral del carismático papa polaco. Como antiguo papa, Benedicto XVI también tendrá un funeral en la Plaza de San Pedro. Su cuerpo será velado a partir del lunes por la mañana en los solemnes alrededores de la Basílica de San Pedro para que los fieles le puedan presentar sus respetos.

Aunque su popularidad nunca alcanzó la de Juan Pablo II, el papa alemán, cabeza de la Iglesia católica de 2005 a 2013, es un antiguo jefe de Estado y, como tal, se espera que su funeral atraiga a una multitud de altos dignatarios y fieles.

Una ceremonia presidida por el papa Francisco

Su biógrafo oficial, el periodista alemán Peter Seewald, reveló en 2020 que el papa emérito quería ser enterrado en la tumba de Juan Pablo II, en la cripta de San Pedro. Esta tumba está vacía desde que el féretro de Juan Pablo II fue trasladado a una capilla lateral con motivo de su beatificación en 2011.

Según monseñor Claudio Magnoli, vaticanista experto en liturgia, entrevistado hace unos días por la agencia de prensa AFP, «se respetará el rito previsto para los funerales de los papas, dado que Ratzinger era papa». Magnoli añadió que «la diferencia esencial» reside en su presidencia por un papa en ejercicio «mientras que hasta ahora este papel se atribuía al decano de los cardenales o a otro cardenal».

Cuando muere un Papa, también se destruye su anillo pontificio, un anillo fabricado especialmente para cada nuevo papa y que antes se utilizaba como sello para los documentos. En el caso de Benedicto XVI, el anillo solo se tachó con una «X» en el escudo papal tras su renuncia, para que ya no se pudiera usar.