La Inteligencia iraní anunció el lunes la detención de 17 personas que fueron acusadas de trabajar como espías para la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos. Algunas de ellas han sido ya condenados a muerte.
Los 17 ciudadanos iraníes fueron arrestados entre marzo de 2018 y marzo de 2019, en el marco del desmantelamiento de esta presunta “red de espías” de la CIA. Una operación que fue anunciada por Teherán el 18 de junio de este año.
“Los que traicionaron deliberadamente a su país fueron entregados a la justicia. Algunos fueron condenados a muerte y otros a largas penas de prisión“, declaró a la prensa el jefe del contraespionaje iraní, cuya identidad no fue revelada. El agente indicó que los sentenciados a la pena capital, de los que no ofreció una cifra exacta, fueron encontrados culpables de “corrupción en la tierra”, un cargo que la jurisprudencia islámica castiga generalmente con la horca.
Es el principal método utilizado. Pero la versión que se popularizó en Irán tras la Revolución Islámica de 1979 es bastante más cruel que los ahorcamientos que eran habituales en otras partes del mundo siglos atrás, en los que la muerte era rápida, ya que el condenado era soltado de golpe y, generalmente, se le rompía el cuello.
En cambio, los sentenciados a morir son colgados de grúas que se van levantando lentamente. De esta manera, se alarga la agonía y se maximiza el sufrimiento. Además, se hace en lugares públicos, para que los ciudadanos vean lo que les puede ocurrir si violan las leyes o la moral oficial.
Lo único más brutal que este tipo de horca son las lapidaciones. Si bien oficialmente se prohibieron en 1981, distintas organizaciones de derechos humanos denuncian que siguen ocurriendo en algunas partes del país. En estos casos, los condenados son envueltos en sábanas y obligados a permanecer en un agujero en el suelo mientras un grupo de personas a su alrededor les arrojan piedras hasta matarlos.
La Organización de Derechos Humanos de Irán (IHRO) reveló que la República Islámica de Irán ejecutó al menos a 110 personas entre el 1 de enero y el 30 de junio de 2019, en prisiones o en público. La cifra muestra un aumento en comparación con el mismo período del año pasado.
Entre los ejecutados, se registró la muerte de dos menores que fueron colgados en secreto en la prisión central de la ciudad de Shiraz (conocida como Adel Abad, que significa “lugar próspero de justicia” en persa).
Mehdi Sohrabifar y Amin Sedaghat, ejecutados el pasado 25 de abril en Shiraz, en la provincia sureña de Fars, tenían 15 años cuando fueron arrestados y acusados de robo y violación.
Tras dos meses recluidos en un centro de detención policial, donde fueron privados de su derecho a un abogado, golpeados y obligados a hacer confesiones falsas, los menores, que originalmente negaron todos los cargos, fueron condenados a muerte.
Sus familiares y abogados llevaron sus respectivos casos hasta el Tribunal Supremo, que anuló la sentencia de pena capital y ordenó un nuevo juicio, pero el tribunal inferior volvió a condenarlos a muerte.
“Estas ejecuciones de menores continúan siendo una práctica demasiado habitual en Irán. Los Estados Unidos condenan el proceder de Irán de ejecutar, e incluso torturar, a menores, lo que le otorga la terrible distinción de ser el principal ejecutor de niños del mundo. Lamentablemente, los informes de Amnistía Internacional concuerdan con el atroz historial general de derechos humanos de Irán. Más de 90 menores, como señala Amnistía Internacional, corren actualmente peligro de ser ejecutados”, denunció el Gobierno estadounidense.
En la misma línea se pronunció la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, que condenó la ejecución de los dos menores por “deplorable”. “Estoy horrorizada”, dijo la ex presidente chilena en una declaración el 3 de mayo pasado, instando a Teherán a que detenga de inmediato todas las ejecuciones de personas acusadas de cometer delitos mientras eran niños.
“La prohibición de la ejecución de menores delincuentes es absoluta en virtud del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y de la Convención sobre los Derechos del Niño”, explicó, y recordó que Irán es parte de ambos tratados.
El régimen, además, tiene la práctica de ejecutar en secreto. De hecho, sólo 37 de las 110 ejecuciones recientes han sido anunciadas por las autoridades o los medios de comunicación. Pero cuando lo hace en público, lo transforma en un espectáculo del horror: así, ocho de estos condenados a muerte fueron ahorcados en público, con niños entre los espectadores.
Irán, Pakistán, Arabia Saudita y Yemen son los únicos países del mundo donde los delincuentes juveniles son castigados con la muerte.