El cuerpo del presidente haitiano asesinado Jovenel Moïse regresó a su pueblo natal el viernes para un funeral privado con fuertes medidas de seguridad tras una serie de protestas violentas y temores de volatilidad política en la nación caribeña.
Su viuda, Martine Moïse arribó entre gritos de “¡Justicia, justicia!”, y se dirigió directamente al féretro. Con el brazo derecho en cabestrillo, posó su brazo izquierdo sobre el féretro y se lo llevó al corazón, siempre en silencio. Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando se acercaron sus tres hijos.
Momentos después, un grupo de partidarios arrebató un gran retrato de Moïse y desfiló con él mientras una banda policial ejecutaba el himno nacional y se escuchaban sollozos.
Al comenzar la ceremonia, cientos de manifestantes chocaron con la policía frente a la residencia particular. Se escucharon disparos, y nubes de gases lacrimógenos y humo negro se extendieron sobre la gente en el funeral. Los gritos de los manifestantes ahogaron los discursos de sacerdotes.
Previamente, se escucharon gritos de “¡asesino!” cuando arribó el jefe de la Policía Nacional, Léon Charles. Haitianos de vestimenta oscura y vestidos formales blancos y negros gritaban y apuntaban con el dedo a las tribunas ocupadas por funcionarios haitianos y dignatarios extranjeros.
Un partidario de Moïse amenazó a Charles: “¡Vete ahora o te agarraremos después del funeral!”
El flamante primer ministro Ariel Henry fue recibido con cánticos de “¡Justicia para Jovenel!”
Se distribuyeron camisetas blancas y gorras con su imagen a sus partidarios en la víspera de lo que se supone serán las últimas honras para Moïse, muerto de varios disparos durante un ataque a su domicilio privado el 7 de julio. Su esposa resultó herida de gravedad.
El cuerpo de Moïse arribó poco después del amanecer a la finca de su familia junto al mar donde se realizará el funeral. Seis funcionarios portaron el féretro hasta un escenario, hicieron la venia y permanecieron en silencio durante varios minutos antes de cubrirlo con una gran bandera haitiana rojiazul.
El funeral se realiza días después de que un nuevo primer ministro, respaldado por diplomáticos internacionales clave, asumió el mando del país, un movimiento aparentemente destinado a evitar una lucha de poder tras el asesinado de Moïse.
Ariel Henry, que había sido designado como primer ministro por Moïse antes de su asesinato pero que nunca llegó a jurar el cargo, sustituyó al primer ministro interino, Claude Joseph, y se ha comprometido a formar un gobierno provisional de consenso hasta que se celebren elecciones.
El jueves, protestas violentas sacudieron los vecindarios de Cabo Haitiano mientras grupos de hombres realizaron disparos al aire y bloquearon algunas carreteras con neumáticos en llamas. Un convoy fuertemente custodiado por la policía que trasladaba a funcionarios no identificados estuvo a punto de volcar tras cruzar una de las barricadas.
Moïse asumió la presidencia de Haití en febrero de 2017 y en los últimos años recibió crecientes críticas de quienes lo acusaban de ser cada vez más autoritario. Llevaba más de un año gobernando por decreto luego de que el país no logró celebrar elecciones legislativas.
Las autoridades dijeron que han arrestado a al menos 26 sospechosos por el asesinato, incluyendo 18 exsoldados colombianos. La policía sigue buscando a más sospechosos que, según creen, participaron en la trama para el asesinato, incluyendo un exlíder rebelde y un antiguo senador. AP