Los chalecos amarillos salen a la calles de Francia este sábado en su protesta número 28 consecutiva, en rechazo a las políticas sociales y económicas impuestas por el presidente Emmanuel Macron.
El movimiento empezó el pasado mes de noviembre originalmente para protestar contra el aumento del impuesto sobre el combustible.
Pese a que el Gobierno francés anuló esa medida, las manifestaciones han ido en aumento y ahora también cargan contra las políticas económicas del presidente Emmanuel Macron y la violencia policial.
Unos 12.500 manifestantes fueron contabilizados por el ministerio de Interior en todo el país, las cifras más bajas desde que arrancó el movimiento hace más de seis meses. En París, fueron 2.100 los «chalecos amarillos».
El ministerio, cuyos recuentos semanales son rebatidos por los manifestantes, censó la semana pasada 15.500 personas, de las cuales 1.100 en la capital.
Este sábado, las marchas se produjeron en relativa calma.
En Amiens (norte), se dieron cita entre 1.200 «chalecos amarillos» (según la prefectura) y 2.000 (según los organizadores), determinados a «buscar a Macron a su casa», pues el presidente galo es oriundo de esa ciudad.
En Toulouse (suroeste), unos 2.000 manifestantes salieron a las calles del centro.
«Tenemos un presidente que está sordo, así que somos conscientes de que nuestras manifestaciones no cambiarán nada a corto plazo», declaró a la AFP en Toulouse Philippe Da Costa, un técnico que acudió a la manifestación junto a su esposa, y que ha participado en el movimiento prácticamente cada sábado desde el 17 de noviembre.
«Pero es para hacer mella en la gente, a más largo plazo, por lo que seguimos viniendo», agregó, advirtiendo que hay una «olla a presión que bulle en la sociedad».
En París, se organizaron dos marchas, a ratos empañadas por el lanzamiento de granadas lacrimógenas por parte de la policía.
«No tengo la intención de dejar de manifestarme. Defiendo mi pan y el de mis hijos. No podemos más», declaró Camille, asistente sanitaria, en la treintena. Al ser preguntada, dijo que «dudaba» si votará el domingo en las elecciones europeas. «Europa no me dice nada. ¿Qué cambiará eso?», afirmó.
Los seis meses de crisis social de «chalecos amarillos» lastraron la popularidad del presidente Macron (alrededor de 27% de ciudadanos satisfechos). La lista de su partido para las europeas quedaba por detrás de la liderada por la ultraderechista Marine Le Pen, en los sondeos publicados antes de las elecciones del domingo en Francia metropolitana.