El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, anunció hoy su renuncia al cargo, tras admitir que perdió el apoyo del Partido Conservador, luego de una serie escándalos que sacudieron su mandato.
Es evidente que la voluntad de la bancada conservadora en el Parlamento es que haya un nuevo líder del partido, y, por tanto, un nuevo primer ministro, declaró Johnson en una declaración televisada a la nación desde los exteriores del número 10 de la calle Downing, sede del gobierno británico.
El controvertido gobernante, quien debió aceptar la dimisión de 59 miembros del gabinete en apenas 24 horas, dijo que el proceso de selección de su reemplazo debe comenzar de inmediato, aunque confirmó que seguirá al frente del Ejecutivo hasta la elección de un nuevo líder conservador.
La dimisión de Johnson da paso a un concurso de liderazgo entre los diputados del partido cuyo cronograma será anunciado la semana próxima, y podría culminar en octubre, cuando los tories tienen previsto celebrar su conferencia anual.
La posibilidad de que el primer ministro dimitente se mantenga en el poder hasta el otoño es rechazada por la oposición política en el Parlamento y no pocos legisladores conservadores, que prefieren que abandone de inmediato la jefatura del gobierno.
El líder laborista Keir Starmer ya anunció que presentará una moción de censura en el Parlamento si Johnson insiste en permanecer en su despacho, una advertencia que fue respaldada por los liberales demócratas y otros partidos opositores.
En opinión de Starmer, quien aseguró estar listo para unas elecciones generales, no tiene sentido alguno que su némesis política siga aferrado al poder después de un mandato caracterizado por la mentira, el fraude y el caos.
Su propio partido llegó finalmente a la conclusión de que no tiene condiciones para ser primer ministro, y los laboristas presentarán una moción de censura si los ´tories´ no se deshacen de él, recalcó.
La rebelión que dio al traste con la carrera política de Johnson tuvo como antecedente varios escándalos recientes, como el provocado por las fiestas ilegales celebradas en su despacho durante la cuarentena por la pandemia de Covid-19.
La gota que rebosó la copa fue la designación de un diputado sobre el que pesaban acusaciones de conducta sexual inapropiada como jefe de la disciplina partidaria dentro de la bancada conservadora.
El escándalo estalló la semana pasada, cuando el propio legislador Chris Pincher renunció al puesto y luego fue suspendido de su curul, por manosear a dos hombres en un bar privado londinense.
Johnson tuvo que admitir que tenía conocimiento de las quejas sobre el diputado, y que a pesar de ello, lo nombró para un cargo tan importante.
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