Uno de los incidentes más destacados fue el de Becky Burke, una turista británica de 28 años. Tras ser detenida durante 19 días, sus padres afirmaron que experimentó un trato inhumano, siendo trasladada encadenada al estilo «Hannibal Lecter». La joven había viajado por América del Norte y, al intentar cruzar de Seattle a Vancouver, fue devuelta por las autoridades canadienses. Los agentes estadounidenses no permitieron su reingreso, argumentando que había violado las condiciones de su visa de turista.
por BBC
Las recientes imágenes de migrantes trasladados desde Estados Unidos a una prisión de alta seguridad en El Salvador han evidenciado la nueva política migratoria del gobierno del presidente Donald Trump. Desde su llegada a la Casa Blanca hace dos meses, el mandatario ha firmado varias órdenes destinadas a restringir la inmigración y acelerar la deportación de indocumentados, mencionando preocupaciones de seguridad nacional.
Sin embargo, en las últimas semanas han surgido preocupaciones respecto a casos de viajeros de países aliados que han enfrentado detenciones en aeropuertos y puntos fronterizos. Alemania y el Reino Unido han emitido alertas a sus ciudadanos sobre los viajes a EE. UU.
Uno de los incidentes más destacados fue el de Becky Burke, una turista británica de 28 años. Tras ser detenida durante 19 días, sus padres afirmaron que experimentó un trato inhumano, siendo trasladada encadenada al estilo «Hannibal Lecter». La joven había viajado por América del Norte y, al intentar cruzar de Seattle a Vancouver, fue devuelta por las autoridades canadienses. Los agentes estadounidenses no permitieron su reingreso, argumentando que había violado las condiciones de su visa de turista.
«Durante 19 días estuvo vistiendo la misma ropa de la cárcel», declararon sus padres. El Centro de Procesamiento del Noroeste subrayó que «todos los extranjeros que infrinjan la ley de inmigración estadounidense pueden ser arrestados y repatriados, sin importar su nacionalidad». La subsecretaria del Departamento de Seguridad Nacional, Tricia McLaughlin, declaró que la administración Trump está aplicando las leyes de inmigración de manera que la administración anterior no lo hacía.
Otros casos relevantes incluyen al científico francés con el que se encontró material crítico sobre el gobierno de Trump en su teléfono, así como a Fabian Schmidt, un alemán que llegó a Boston y fue interrogado bajo condiciones severas, resultando en su hospitalización. Jasmine Mooney, una turista canadiense, informó que fue detenida en condiciones «infrahumanas» y, después de 12 días de detención, fue deportada a Canadá.
Felipe de la Hoz, periodista y experto en políticas migratorias, menciona que aunque las detenciones no son nuevas, las prácticas actuales reflejan un cambio en cómo los agentes migratorios ejercen su autoridad. «Se está utilizando la autoridad legal de manera que anteriormente no se hacía», explica De la Hoz.
La subsecretaria McLaughlin enfatizó que una visa debe ser considerada un «privilegio, no un derecho». Hasta ahora, la CBP ha procesado diariamente a más de un millón de personas, y aunque la probabilidad de enfrentar problemas es baja, aquellos que sí lo hacen pueden atravesar situaciones difíciles y prolongadas.
De la Hoz concluye que estos incidentes envían un mensaje claro: «Nadie está a salvo, y todo el mundo tiene la posibilidad de ser detenido». A medida que se presenten nuevas alertas de viaje por parte de gobiernos extranjeros, la administración Trump parece estar firme en su postura migratoria, ignorando las repercusiones en las relaciones internacionales.