El gobernador del banco central afgano, Ajmal Ahmady, detalló su angustiante fuga del país en un avión militar este domingo, luego de que él y su equipo intentaran estabilizar la moneda en medio del avance de los talibanes hacia la capital.
Ahmady, que no dijo dónde estaba, señaló que el viernes se informó al banco central que “dado el entorno en deterioro, no recibiríamos más envíos de dólares”, y se reunió el sábado con representantes de bancos y casas de cambio para tranquilizarlos.
“Una vez que se anunció la salida (del) presidente, supe que en cuestión de minutos seguiría el caos. No puedo perdonarlo por haber creado eso sin un plan de transición”, tuiteó el lunes.
“No tenía que terminar de esta manera. Estoy disgustado por la falta de planificación por parte de los líderes afganos. Vi en el aeropuerto que se iban sin informar a los demás”, aseguró Ahmady en Twitter.
1/The collapse of the Government in Afghanistan this past week was so swift and complete – it was disorienting and difficult to comprehend.
This is how the events seemed to proceed from my perspective as Central Bank Governor.
— Ajmal Ahmady (@aahmady) August 16, 2021
Ahmady es considerado un enemigo declarado de los talibanes por las políticas reformistas que impulsó durante su breve función al frente del Ministerio de Industria y Comercio. Este destacado economista formado Harvard tiene 32.000 seguidores en Twitter y unos contactos que le permitieron abandonar el país, una suerte que miles de sus compatriotas no pudieron correr.
Ahmady fue nombrado por decreto presidencial del 3 de junio de 2020 al frente del banco central, aunque nunca fue ratificado por el Parlamento afgano; logró huir con las horas contadas y reconoció que el colapso del Ejecutivo fue “desconcertante y difícil de comprender”.
Aunque lo considera difícil de creer, el gobernador no descarta que hubiese una orden “de arriba” para no combatir a los talibanes. “Faltan explicaciones”, lamentó, sobre el hecho de que la Fuerzas de Seguridad dejasen sus posiciones para permitir el avance fundamentalista.
Ahmady relató su último día de trabajo, en el intento de calmar a los mercados y a la ciudadanía antes de la toma insurgente de Kabul, mientras se producía un éxodo de funcionarios presas del pánico. Contó que esa misma madrugada, su familia lo llamó para informarle de que el gobierno había dejado la capital. “Me quedé estupefacto”, afirmó, y ante la inminente caída de la principal ciudad del país, él decidió hacer lo mismo: inició la huida con la compra de boletos de avión para este lunes.
El dirigente relató que muchas de las principales figuras del gobierno ya estaban en el aeropuerto cuando él llegó, el domingo, incluso antes de la toma de la ciudad capital. El presidente del Parlamento “parecía contento”, denunció Ahmady.
Por un momento, el banquero estuvo a punto de quedarse varado: su vuelo fue cancelado, debió correr hacia otra puerta de embarque a probar suerte, pero el vuelo -en el que pretendían viajar 300 personas pese a contar con una capacidad de solo 100 plazas- no tenía combustible ni piloto. A último momento unos “compañeros”, como los identificó, le facilitaron un asiento en un avión militar asediado por la muchedumbre, mientras se escuchaban disparos de fondo.
Aún no se sabe dónde recaló Ahmady, pero sus reclamos al gobierno saliente se hicieron escuchar, ante la ausencia de un plan de evacuación que convirtió a los altos funcionarios en un grupo de fugitivos. “No puedo perdonar al presidente por crear esta situación sin tener un plan de transición. Tuvo buenas ideas pobremente ejecutadas”, evaluó.
La puja por las reservas afganas
El gobierno de Biden aseguró el lunes que los talibanes no tendrán acceso a las reservas monetarias del Banco Central de Afganistán guardadas en cuentas en Estados Unidos.
“Cualquier activo del Banco Central que el gobierno afgano tenga en Estados Unidos no estará disponible para los talibanes”, dijo a la agencia AFP un funcionario del gobierno de Joe Biden, mientras las fuerzas estadounidenses estaban evacuando la capital de Afganistán después de la rápida toma de posesión de los talibanes.
Las reservas brutas del Banco Central de Afganistán ascendían a USD 9.400 millones a finales de abril, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero la gran mayoría de esas reservas se encuentran fuera de Afganistán, señaló a la AFP una fuente familiarizada con el tema, sin especificar sin embargo qué porcentaje de los activos están en Estados Unidos.
La toma del poder de los talibanes se produjo después de que la OTAN retiró su misión de 9.500 efectivos en Afganistán tras la decisión de Biden de sacar sus tropas del país.
El presidente afgano, Ashraf Ghani, voló fuera del país el domingo por la noche cuando los insurgentes rodearon la capital, culminando una victoria militar que los vio capturar todas las ciudades en solo 10 días.
Recorte de ayuda multilateral
Además de congelar activos, Washington también podría bloquear la ayuda a Afganistán de prestamistas multilaterales como el FMI y el Banco Mundial, como lo ha hecho con otros regímenes que no reconoce, como Venezuela.
“Afganistán depende tremendamente de la ayuda exterior (…) por lo que el acceso a fondos económicos internacionales será crucial”, afirmó Vanda Felbab-Brown, experta en política exterior de The Brookings Institution.
Pero cortar los fondos en un intento de socavar al gobierno talibán “tiene enormes consecuencias humanitarias y consecuencias para el desarrollo humano y económico”, dijo en declaraciones AFP.
Y también hay cálculos políticos, ya que otras fuentes de financiamiento como Rusia, China y Arabia Saudita no tendrán la misma visión que Washington sobre la necesidad de respetar los derechos de las mujeres o los derechos humanos, y pueden simplemente enfocarse en obtener un compromiso contra el terrorismo, explicó.
En junio, el FMI liberó la última entrega de un préstamo de USD 370 millones a Afganistán aprobado en noviembre para ayudar a respaldar la economía ante la pandemia de covid-19.
Entonces, el Fondo aseguró que el gobierno afgano había mantenido su programa económico por buen camino a pesar de que “la seguridad se ha deteriorado y la incertidumbre ha aumentado en tanto las conversaciones de paz entre el gobierno y los talibanes se estancaron, y las tropas estadounidenses y de la OTAN prevén retirarse para septiembre”.
De su lado, el Banco Mundial tiene más de dos docenas de proyectos de desarrollo en curso en Afganistán y ha proporcionado USD 5.300 millones desde 2002, principalmente en donaciones. Estados Unidos otorgó USD 4.700 millones en ayuda a Afganistán solo en el año fiscal 2019, según datos del gobierno.
“Los miembros del gobierno talibán no tienen experiencia en cómo tratar con los donantes internacionales”, dijo Felbab-Brown. “No tienen ninguna experiencia en la administración de grandes paquetes de ayuda internacional”.